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Pedagogía República Checa

El oficio de educar

Cada vez creo menos en los exámenes tradicionales y más en el trabajo diario del alumnado en el aula (no como mero receptor de apuntes). El problema surge cuando hay que demostrar de forma objetiva que un estudiante ha alcanzado los objetivos didácticos y para ello se necesita que plasme sobre el papel ciertos datos de memoria. La ley educativa checa ordena que hay que archivar los exámenes durante un año por si alguien necesita verlos pero ¿cómo almacenar una intervención interesante en clase, de las muchas que tienen mis alumnos todos los días, para que la valoren los inspectores en el futuro?

En España hay libertad de cátedra y es más fácil poner en marcha una forma de evaluación que se salga de la rutina. En la República Checa también existe esta libertad pero, si se es profesor nuevo (y más aún extranjero) considero preciso aplicar el «donde fueres haz lo que vieres» introduciendo solo de vez en cuando y tenuemente alguna dinámica educativa más motivadora.

Llevo más de dos meses y medio en Brno y aún me queda mucho por aprender, sobre todo lidiar con el estrés de un trabajo mucho más intenso que el de España. Este estrés se «palpa» en el ambiente; sin embargo cuando uno ama el oficio de educar es llevadero convivir con él.

Diciembre va llegando sin avisar, cuando menos me lo espere estaremos en junio y otro curso habrá terminado. La finalidad de todo esto es tratar de convertirnos en mejores personas, en todos los sentidos.

Por Rafael Robles

Me llamo Rafael Robles y en esta web comparto mis experiencias docentes en varios países (Irán, República Dominicana, Haití, China, Estados Unidos, España y República Checa) y reflexiones sobre filosofía y el mundo educativo.

Una respuesta a «El oficio de educar»

Efectivamente, Rafa, lo más mágico de la relación alumnado-profesorado es muy difícil de encerrar en un informe. Abrígate bien.

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