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No creo en los exámenes

Viendo a los estudiantes iraníes haciendo el examen del Instituto CervantesLos exámenes de contenidos valen para poco, es parte de la inercia que nos queda del pasado. Si los hago es porque me obliga la inspección a tener esta prueba material ante la posible reclamación de algún alumno, pero sólo eso.

Estos exámenes estarían justificados en los cursos a distancia o para aquellos alumnos que no quieren o no pueden asistir al aula, pero en un curso normal, salvo excepcionales circunstancias, sobran.

Que mis estudiantes vengan a clase puntualmente, participen y se comporten educadamente es razón suficiente para que aprueben el curso. Si además hacen correctamente las disertaciones, comentarios de textos, presentaciones orales y participan en los debates pueden obtener la máxima calificación; si no la alcanzan solo hay que indicarles específica e individualmente en qué han de mejorar.

Pregunte usted a su esposo que estudió filosofía en bachillerato hace quince años quién fue Spinoza o a usted misma qué propalaba Tomás de Aquino o a su hijo que sacó un diez en Ética hace dos años quién fue Kant. La respuesta será la misma: un balbuceo, un titubeo o una impostura porque no recordarán absolutamente nada.

Sin embargo si se enseña a expresarse por escrito con la excusa de Platón, a defender sus ideas frente a algún pensamiento concreto de Hobbes, a hablar en público sobre las excelencias o despropósitos de Aristóteles o a comentar un texto provocador de Nietzsche, olvidará el pensamiento de los filósofos con el paso del tiempo pero mantendrá la impronta de la redacción correcta y argumentada, del debate serio y ordenado, de la oratoria seductora y del comentario crítico.

Redactar, debatir, orar y comentar. Quien domine estas estrategias a lo largo de nuestro curso tendrá herramientas que le harán un poquito más libre, aunque apenas recuerde qué decía, por ejemplo, Habermas.

ACTUALIZACIÓN

Lean este interesante posteo de José María Ruiz en Palotic relacionado con la legislación andaluza acerca de no poner exámenes.

Por Rafael Robles

Me llamo Rafael Robles y en esta web comparto mis experiencias docentes en varios países (Irán, República Dominicana, Haití, China, Estados Unidos, España y República Checa) y reflexiones sobre filosofía y el mundo educativo.

7 respuestas a «No creo en los exámenes»

En gran parte estoy de acuerdo. Se estudia para aprender a leer y a escribir. Sin embargo no es cierto que no se pueda aprender. Por ejemplo la idea del imperativo categórico sí puede quedarles como norma moral en la cabeza aunque no recuerden quien es Kant. O la teoría del término medio. O que el relativismo moral es indefendible, o que…

Hombre rafael, y dentro de 100 años todos calvos. Al final nunca queda nada: ni seductora oratoria, ni hueso sano.

Ya lo dijo Borges:
«la memoria no acuña su moneda»..

«Y sin embargo hay algo que se queda
y sin embargo hay algo que se queja.»

Como alumna no puedo estar más de acuerdo con lo que dices. Me gusta aprender, pero muchas veces siento que en el instituto símplemente se dedican a meterme a presión un montón de conceptos (en su mayoría inútiles) para que luego yo los desparrame sobre esa hoja en blanco que es el exámen. Pero a la hora de la verdad ni yo soy más sabia, ni esos conceptos me van a salvar la vida. Es muy triste que todo se reduzca a un número, y la curiosidad, las ansias de superación o la creatividad no cuenten nada.
Por eso está muy bien que haya profes que se preocupen por nosotros, y en sus clases, no nos enseñen sólo lo que pone en el libro, sino cosas mil veces más útiles. Aunque algunos se quejen, yo opino que con ellos (pocos, desgradaciadamente) son con los que verdaderamente aprendo.

Ánimo pues, a ver si la educación avanza un poquito en España, que si algunos profesores se quejan de que están mal… pues peor estamos una minoría de los alumnos, desperdiciando nuestra juventud y tiempo la mayoría de las veces… ¡no os olvidéis de nosotros, que también existimos!

vale, una idea muy interesante y todo lo que querais… pero desgraciadamente en la actualidad nuestro sistema educativo se basa en aprenderte «tres chorradas» que por norma general no te van a ser especialmente utiles en tu vida y luego soltarlo todo en un examen… ¿Que al dia siguiente no tienes ni repajolera idea de lo que escribiste? -verdad. pero es lo que hay…!!

bueno y estando aqui aprovecho para agradecer a nuestros «queridisimos» coordinadores de selectividad por todos los grandiosos cambios que han decidido introducir este año en la prueba… se nos ha condenado a meternos muchas mas cosas en la cabeza enterandonos menos aun de lo que nos enterabamos antes, que ya era poco. en fin, con el fracaso de muchos de los que tenemos pensado presentarnos a la prueba el año proximo, os dareis cuenta de la burrada que estais haciendo.

[…] Eso dice Rafael Robles en su blog. Y aclara que sólo hace exámenes porque le obliga la inspección a tener esta prueba material ante la posible reclamación de algún alumno. Como quiera que he escuchado recientemente este argumento varias veces, se me ocurre que es pertinente recordar la normativa sobre evaluación que rige en Andalucía (aunque no sea el caso de Rafael). En el punto 6 de la Orden de 10 de agosto de 2007, por la que se establece la ordenación de la evaluación del proceso de aprendizaje del alumnado de educación secundaria obligatoria en nuestra Comunidad Autónoma se afirma que: de conformidad con lo establecido en el artículo 14.2 del Decreto 231/2007, de 31 de julio, el profesorado llevará a cabo la evaluación, preferentemente a través de la observación continuada de la evolución del proceso de aprendizaje de cada alumno o alumna y de su maduración personal, sin perjuicio de las pruebas que, en su caso, realice el alumnado. En todo caso, los criterios de evaluación de las materias serán referente fundamental para valorar tanto el grado de adquisición de las competencias básicas como el de consecución de los objetivos. […]

Yo tampoco creo en los exámenes como pedagogo, además la ley va por ahí, por ningún lado aparece la palabra exámen, es muy triste el sinsentido. Desde mi punto de vista no aportan nada y podría razonarlo con multitud de argumentos.

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