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En el fútbol

Imagen de Jomeini y Jameneí presidiendo un partido de fútbol

No me gusta ver el fútbol porque lo considero un espectáculo cuya posible belleza estética es anulada por los ingresos indecentemente elevados de sus protagonistas, encumbrados incomprensiblemente por una sociedad que les endiosa necesitada de anestesia para el dolor que supone sobrellevar el día a día, más si cabe en un país complicado como es Irán.

Sin embargo disfruto mucho del fenómeno social que rodea a este deporte, como hoy, que se disputó un encuentro de la Copa del Golfo Pérsico entre los equipos de Teherán, llamado Persépolis, contra el Fútbol Club Malavá, representante de la ciudad de Bandar e-Anzali situada junto al mar Caspio.

No es que fuera un partido muy importante pero dada la escasez de oferta de ocio en Irán era una buena ocasión para disfrutar de la noche -que además daba tregua a las rigurosas temperaturas del día y permite olvidarse de las horas de ayuno y continencia del exigente Ramadán en que nos hallamos inmersos.

Antes de llegar al estadio es necesario armarse de paciencia porque las carreteras que allí confluyen están atestadas de coches que originan un caos circulatorio que los iraníes sobrellevan con la música a todo volumen y fumando cigarrillos de Turquía y de Afganistán mientras agitan banderas de sus respectivos equipos.

[pullquote]Uno entra en el estadio centrando la atención en los enormes cartelones de Jomeini y del líder supremo Jameneí[/pullquote] Tras pasar el registro policial para evitar la entrada de objetos punzantes uno entra en el estadio centrando la atención en los enormes cartelones de Jomeini y del líder supremo Jameneí que presiden el acto. Dichos retratos se elevan por encima de las futboleras masas como dioses que vigilan por el bienestar de la población como si mandaran al subconsciente un mensaje desde el cielo que dijera: «gracias a nosotros y a la seguridad que te brindamos puedes disfrutar de este momento».

Sin duda el espectáculo estuvo en las gradas. La ingenuidad que mostraban los aficionados a la hora de animar a su equipo me recordó a las canciones de nuestra infancia cuando se cantaba inocentemente aquello de «be, erre, a, uve, o, BRAVO» o «dame una B, dame una R…». Nada que ver con las aguerridas y desvergonzadas aficiones europeas que, por ejemplo, imitan a un mono para insultar a un jugador negro.

El campo estaba lleno exclusivamente de hombres porque las mujeres tienen prohibida la entrada como ya expliqué hace varios años. La ausencia de mujeres en las gradas transmite una sensación de desolación, tristeza y amputación que dificulta concentrarse en el espectáculo. No es normal que falten ellas.

Les dejo con este breve vídeo que quizá transmita mejor las sensaciones de estar en un campo de fútbol iraní.

Por Rafael Robles

Me llamo Rafael Robles y en esta web comparto mis experiencias docentes en varios países (Irán, República Dominicana, Haití, China, Estados Unidos, España y República Checa) y reflexiones sobre filosofía y el mundo educativo.

2 respuestas a «En el fútbol»

Pero en ese enlace (el último al que remites en el artículo) explicabas ya hace años que dicha prohibición se había levantado (cosa del presidente…).

???

Un saludo.

Así es, Cordura, pero lee las actualizaciones de ese mismo artículo donde se dice que por presiones de los mulás el presidente se tuvo que echar atrás. Un saludo cordial.

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