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Ciudadanos del mundo

Queridos estudiantes:

Os animo a ver el siguiente vídeo de la intervención de vuestro compañero de generación Javier Borderías del Colegio Asunción Cuesta Blanca de Madrid

En dicha sesión la diputada socialista también se vio obligada a  silenciar a otro joven del colegio Los Sauces por su espíritu reivindicativo. Los medios de comunicación dieron burlescamente la noticia como si su valiente y comprometida acción no fuera más que una gracieta de adolescentes con ganas de impresionar a sus amigas. Sin embargo deberían haberle felicitado, como hago yo orgullosamente desde estas líneas.

Llama la atención que los centros donde estudian ambos jóvenes son privados, lo que me despertó una sospecha a la que doy vueltas desde hace tiempo: la educación privada incentiva mejor el espíritu crítico y reflexivo que los centros públicos. No hay más que acercarse a algunos de ellos para constatar que cuentan con clubes de debate y de lectura, programas de filosofía para niños, aulas diseñadas para fomentar el diálogo, etc. por no hablar de las actividades extraescolares, casi inexistentes en la educación pública, fundamentales para fomentar las relaciones sociales comprometidas más allá del rutinario trabajo en el aula.

Hace tiempo uno de mis alumnos ganó un concurso de blogs cuyo premio fue participar en una comisión de trabajo en el Parlamento de Castilla-La Mancha. Asistí a las exposiciones públicas de las conclusiones de los distintos ganadores y quedé anonadado por la total ausencia de espíritu crítico; no hubo más que palabras bonitas pero vacías de contenido, ingenuas intenciones, discursos previsibles y total connivencia con el gobierno autonómico adocenado en el poder al socaire de una alternativa política regional abyecta. Sospecho que si hubieran acudido alumnos de la privada habrían aprovechado su oportunidad para afear con argumentos las decisiones desafortunadas de quienes dirigen nuestros designios. Pero los de la pública callan, agachan la cabeza y se van a celebrarlo narcotizados en un botellón. (Sí, esto último es una hipérbole, discúlpenme).

Los alumnos de la educación pública y de la privada reflejan la imagen de las dos Españas, dicotomía que desgraciadamente no finalizó con la llegada de la democracia sino que ganó en matices y se actualizó a la luz de la posmodernidad; de este modo contamos con la España crítica y la conformista, la optimista y la resignada, la libre y la esclava, la que habla y la que calla, la que sueña y la que bosteza, la que escucha y la que grita, la solidaria y la ególatra, la apasionada y la resignada, la valiente y la cobarde, la despierta y la obnubilada. En resumen: la autónoma y la heterónoma.

Está claro que no todos los de la pública encajarían en las características negativas mencionadas, igual sucede con los de la privada con lo positivo, pero en ambas se marcan tendencias. En mi más que probable errónea opinión, un alumno de la pública tiene más posibilidades de ser sumiso y resignado que otro de la privada -excepto cuando se trate de reclamar a las instituciones más horas de estancia en el botellón. Con esta afirmación, lejos de menospreciar a mis alumnos, me limito a diagnosticarles para que puedan empezar a curarse. Conociendo su enfermedad, que era lo difícil, ya pueden ponerle remedio. Está en sus manos tomar la medicina. Sobra decir que hay muchas excepciones a esta peligrosa generalización en la que me he empantanado.

En esta línea de razonamiento, comparto las palabras de Adela Cortina cuando afirma en su obra Ciudadanos del mundo (Alianza Editorial, 2009) que son los ciudadanos ilustrados quienes han de criticar públicamente a los poderes públicos, haciendo uso público de su razón (p 140) y que  serán ciudadanos maduros imbuidos del deber de la civilidad, quienes se apresten a hacer uso público de su razón. (p 143).

Dado que los jóvenes carecen de foros en los que se tome en serio sus reivindicaciones es preciso que, a veces, adopten posturas ilegales -pero legítimas- para hacerse escuchar, como lo es tomar la palabra en el Congreso aunque no se le haya dado. Eso implica una madura autonomía moral que eleva a la persona por encima del rebaño de heterónomos al que casi todos estamos abocados. Perseguir el consenso desde la crítica constructiva en plataformas arrebatadas, como hizo Borderías, es un acto de compromiso ciudadano que busca el remedio de una sociedad herida de adormecimiento.

Romper la norma con argumentos es un gesto de valentía que muy pocos están dispuestos a asumir. Ser dirigido es más fácil que dirigirse, recorrer caminos es más factible que diseñarlos, dejarse troquelar es menos complicado que troquelar un mundo más justo recurriendo a salidas de tono si fuera necesario.

Creo que el sistema educativo español porfía en la mediocridad y los culpables no son precisamente los alumnos. Hacer de los estudiantes ciudadanos ejemplares, que aspiren a la excelencia y que sepan criticar con argumentos sólidos nuestras debilidades y errores para subsanarlos debiera ser el objetivo máximo de la educación. Algunos en la privada ya lo hacen. Los de la pública seguiremos esperando. Mientras eso llega lean ustedes las perlas del libro:

Uno de los grandes problemas en las sociedades del capitalismo tardío consista en conseguir que cooperen en la construcción de la comunidad política unos ciudadanos preocupados únicamente por satisfacer sus deseos individuales. (p 20)

La ciudadanía no es un medio para ser libre, sino el modo de ser libre, y el buen ciudadano es aquel que intenta construir una buena polis, buscando el bien común en su participación política. (p 43)

La solidaridad es una virtud loable cuando la practican los individuos en las relaciones interpersonales, pero cuando los Estados intentan asumirlay encarnarla en las instituciones, se producen inexorablemente un paternalismo y un intervencionismomalsanos que acaban por socavar los fundamentos mismos del Estado democrático por razones bien diversas. (p 62)

El megaestado degenera, necesariamente en estado electorero, porque dispone de los medios necesarios para comprar votos. (p 63).

Urja aclarar a qué ha de referirse el término «bienestar» que aparece en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 de forma bien poco afortunada por las consecuencias indeseables que ha tenido su uso y abuso. (p 66)

El llamado «Estado del bienestar» ha confundido la protección de derechos básicos con la satifacción de deseos infinitos, medidos en términos del «mayor bienestar del mayor número». pero confundir la justicia, que es un ideal de la razón, con el bienestar, que lo es de la imaginación, es un error. (p 75)

Los hábitos de las sociedades con democracia liberal se han configurado de tal modo que no sólo nuestras democracias no pueden llamarse «participativas» sino que tampoco pueden llamarse de hecho «representativas». (p 86)

Las razones del corazón superan con mucho a las del temor y el cálculo. Participar en las comunidades y asociaciones de la sociedad civil es, en consecuencia, el mejor modo de aprender a ser un buen ciudadano. (p 119)

Los mediocres se hicieron con el poder en distintos ámbitos sociales, como tantas veces, y decidieron por mayoría que la excelencia es fascista, y la mediocridad, democrática, como si una democracia justa pudiera construirse a golpe de endogamia, nepotismo, amiguismo. (p 123)

(…) No contentarse con la mediocridad, que es cosa de funcionarios y de burócratas, sino aspirar a esa aristocracia que ya no tiene que ser cosa de unos pocos (…) Universalizar la aristocracia en cada una de las profesiones es la principal fuente de riqueza de las naciones. (p 125)

La raíz última de la corrupción reside en estos casos en la pérdida de vocación, en la renuncia a la excelencia. (p 136)

No hay mayor necedad que la de quien se cree superior, como si nunca fuera a necesitar compasión. (p 201)

Con la solidaridad conviene llevar cuidado, ya que sólo es un valor moral cuando no es solidaridad grupal, alérgica a la universalidad, sino solidaridad universal, es decir, cuando las personas actúan pensando no sólo en el interés particular de los miembros de un grupo, sino también de todos los afectados por las acciones del grupo. (p 205)

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Manifestación en Haina

Por Rafael Robles

Me llamo Rafael Robles y en esta web comparto mis experiencias docentes en varios países (Irán, República Dominicana, Haití, China, Estados Unidos, España y República Checa) y reflexiones sobre filosofía y el mundo educativo.

8 respuestas a «Ciudadanos del mundo»

Estupendo texto que suscribo totalmente. El sistema educativo público se ha convertido en un aborregamiento del alumnado. Bajo la premisa de la igualdad con la que se estableció la LOGSE, lo único que se ha hecho ha sido aumentar las diferencias sociales entre aquellos alumnos que pueden permitirse ir a un privado y los que no. Le invito a pasarse por nuestra página web: http://www.deseducativos.com, quizá le pueda interesar el proyecto.
Un saludo

Gracias Mari Cruz por tu amabilidad, pero no comparto el pesimismo de «deseducativos». Creo que nuestros jóvenes de la pública, por muchos problemas que haya, tienen una formación superior a la de generaciones precedentes, aunque queda un largo camino por delante.

Me sorprende bastante la siguiente afirmación que leo estupefacta en este artículo, por simplista y errónea: «la educación privada incentiva mejor el espíritu crítico y reflexivo que los centros públicos». Ni siquiera veo la supuesta actitud crítica del alumno, porque si fuera crítica de verdad iría algo más allá de este juego en el que sólo juegan dos equipos. Este chico ha sido una voz más de entre tantas que rebuznan lo que otros han dicho: seguimos con las dos Españas y muchos pensamos que hay algo más aparte de estas dos posiciones, pero, claro, es un debate para aquellos que no necesitan ser simplemente parte de uno de los dos rebaños. Como profesora sé que en la enseñanza pública sí puedo fomentar el debate crítico de verdad, cosa que no podría hacer en la privada, a no ser que propiciara el debate que le interesara al dueño-s del centro. Debo aclarar que yo tampoco entiendo la posición de los sindicatos. Un saludo

Olvidas algo importante Isabel, dicha afirmación es una «sospecha», lo cual indico antes. Mi reflexión entra en un terreno pantanoso de especulación en el que es difícil, por inaprensible, llegar a la verdad. Un saludo cordial.

Sobre este debate, y sin pretender hacer apología de ningún sistema, ideología o régimen político, creo interesante leer este post en el que se compara la actitud de los parlamentos español y venezolano ante similares críticas al poder por parte de estudiantes.

Todas las generalizaciones son erróneas y, además, estúpidas. Si ya resulta peligroso generalizar con conceptos concretos, hacerlo con conceptos abstractos, como «el espíritu crítico», roza el límite de lo absurdo. Decir que «un alumno de la pública tiene más posibilidades de ser sumiso y resignado que otro de la privada», no solo es una mentira, que por añadidura no se apoya en ningún dato que lo confirme, solo en una opinión, si no que es algo mas grave, al mencionar encima ¡las dos españas!
Lo de elevar a la educación privada por encima de la pública no es nada nuevo, es un giro que viene de antiguo. Antes, cuando las infraestructuras del estado eran muy deficientes, no todo el mundo tenía acceso a la educación, entonces si era superior el sector privado: para garantizarse un servicio había que pagarlo, y lo hacían los que podían, es decir, los que tenían dinero. Evidentemente, estos militantes de la burguesía y las capas altas querían defender, sus intereses, su dinero, sus bienes, esto es querían mantener su superioridad. Hoy en día, pese a que nuestra sociedad se ha igualado mucho más en torno a un conglomerado de clase media, muchas familias con un nivel adquisitivo alto y otras con un nivel no tan alto, pero con delirios de grandeza, envían a sus hijos a las escuelas privadas (y en esto , como en todo, los políticos, teóricamente administradores del estado, siguen sin dar ejemplo) . Lo más probable (ya ves Rafael que no quiero generalizar)es que estos salgan en sus ideales, en su «espíritu crítico», si es que lo tienen, a sus padres, al ámbito en el que se mueven: una perspectiva desde la comodidad, teniendo todas las necesidades mas que saciadas, un pensamiento conservador, y con ello no me refiero a que sean de derechas, si no a su forma de entender la vida, las instituciones sociales y el valor de las cosas (sobre todo porque una porción de estos estudiantes tiene su vida resuelta aunque no estudie, gracias al dindero y la influencia de sus papás, si no veamos al hijo de Sarkozy) . Es natural ,todos somos hijos de nuestras circunstancias. Pero precisamente por eso, ¿no tenderá más a pensar, divagar, darle vuelta a los problemas y buscar soluciones, encontrar salidas, elaborar proyectos, preguntarse por el significado de lo que le rodea, alguien que no tiene la vida resuelta, que tiene que luchar él solo, sin ayuda de nadie, por abrirse camino en la vida y labrarse un futuro, que alguien a quien le dan la mayor parte de las cosas resuelta?. Cuantos menos recursos disponemos, más imaginación tenemos que echar, más ingenio. Nuestro género humano, en su evolución, es un clarísimo ejemplo. No fue el temido depredador, con sus garras y dientes afilados, el que llegó a dominar todas las especies, fue un pequeño animalillo sin ningún tipo defensas, sin atributos que le confirieran superioridad, un mamífero in ferior al fin y al cabo, el que bajó de los árboles y supo desarrollar su verrdadera arma, la mente, para poder mejorar todas sus otras facetas, adaptarse ,y luego conquistar el medio en el que vivía.

Tampoco me parece que el carácter privado, es decir particular, de un propietario, favorezca la libertad de pensamiento. Muchos de los centros privados son propiedad de la Iglesia, y en ellos se debe estudiar la asignutara e Religión y acudir a misa obligatoriamente (como por ej. los Gárate en Ciudad Real). Al estar dispensada la educación por un particular, por una empresa, también se ve sometida a los intereses de ésta, que nos gusten o no, no pueden ser considerados tan aglutinantes y fomentadores de la ciudadanía como los de la pública, pues por ser estatal, es de todos y por consiguiente, de una forma u otra, mas o menos correctacmente, busca el bien de todos. En la enseñanza privada, la educación se convierte en un negocio. Y como ha dicho Isabel anteriormente, no va a haber debate como el tema no agrade al dueño (a ver quien debate sobre el aborto en un colegio de jesuitas). Por lo tanto, y para concluir, quiero dejar patente que si en algún lado el alumnado está verdaderamente aborregado, es en la enseñanza privada. Ellos podrán obtener mejores calificaciones de media, ir a mejores universidades, acceder a mejores puestos, pero no tendrán nunca, jamás, la libertad de la que gozamos los alumnos de la pública. No hay que confundir Rafael medios disponibles ( como los clubes de lectura y debates filosóficos que enuncias), e incluso formas de expresión (lo importante no está en como se dice algo , si no en lo que se dice) con inquietudes. Para poder obtenerlas no hace falta tanto paripé de actividades que fomenten el espiritu crítico. Uno mismo es el que las debe desarrollar. Y si no, no vale de nada.

Abandonando el plano general del asunto, remito a la referencia que has hecho sobre aquel alumno tuyo que participó en las Cortes Jóvenes, y como compañero suyo, no puedo más que señalar lo injusto del comentario, a sabiendas de que si por algo se caracterizaba este compañero era por su postura fuertemente crítica. Una cosa es lo que uno piense y otra muy distinta es que te permitan expresarlo, y desde luego en las Cortes Jóvenes no daban pie, simplemente porque los alumnos seleccionados se reunían en grupos, para tratar un tema previamente asignado por las autoridades, y encima el único que podía exponer lo elaborado era un portavoz. Y a mi compañero ni le tocó un tema que diera juego ni tuvo oportunidad de lanzar sus ideas a los políticos. Pero, claro, eso ya lo deberías de saber Rafael. En cuanto a la posibilidad de que los alumnos de la privada les tocaran las narices a los políticos, no puedo mas que reirme: se opondrian si no fueran de su partido, de su ideología, entrarían precisamente en el juego de la política, como hizo el chaval del vido, pero no se mantendrían al margen para exhibir posturas que se salieran de lo «políticamente correcto», de lo aprobado generalmente por el ente amorfo de lo social, que es lo que verdaderamente les duele a todos los políticos: que se metan con ellos como clase, no como partido.

Para finalizar, evitaré juzgar tus tesis paródicas (por cierto, no tienen ninguna gracia) sobre el botellón con el sentido común, y lo achacaré al desfase generacional. De todas formas, te invito a que te pases por el Inem un día y conozcas de cerca lo que ahora consideras como un vicio decadente de esta juventud (pública, perdón) desentendida del deber ciudadano. Tu habrías hecho lo mismo, y si no, hubieras sido un ñoño.

Un saludo Rafael de tu antiguo alumno (me he alargado bastante, pero es que el posteo me ha indignado)

¡Hola Nacho! Me has dado una alegría al escribirme. El compañero al que te refieres tenía un espíritu crítico, en efecto, pero él no fue portavoz y es obvio que no me estoy refiriendo a él. Da mucho gusto leerte, a pesar de todo, y perdón por la generalización, vuestra generación -tanto pública como privada- está mejor preparada que la mía. Un abrazo.

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