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Diez razones para ser liberal: entrevista a Santiago Navajas

Hoy jueves 8 de junio entrevistaremos a Santiago Navajas, autor de Diez razones para ser liberal.

Hace seis años tuve el placer de organizar un debate entre él y Julio Anguita (pueden verlo en este enlace así como les recomiendo también este otro análisis muy crítico, y quizá algo injusto, de Rubén Hood). Ambos vídeos son una buena base sobre la que establecer la entrevista-debate que mantendremos hoy a las 20:30, hora España.

Se puede ver en directo en Twitch y en Youtube; y dejaré en esta entrada la grabación de vídeo y podcast.

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Vídeo: Ética y política

No todos los políticos son iguales, de hecho, según el filósofo Norberto Bobbio, hay seis formas de ser político y de hacer política. En este vídeo analizamos las 6 maneras como se relacionan la ética y la política que propone el filósofo Bobbio en su libro Teoría general de la política (editorial Trotta, pp. 175-236). Dichas formas son:

1. Monismo rígido

2. Monismo flexible

3. La teoría de la ética especial

4. Un dualismo declarado aunque aparente

5. Un dualismo real

6. Un dualismo consecuente

Es importante tener esto en cuenta antes plantearse la posibilidad de intervenir en política y aceptar la responsabilidad de un cargo político. ¿Cuál de estas categorías será la tuya?

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Filosofía Pedagogía Valores Éticos

Educación en Valores Cívicos y Éticos

En el siguiente vídeo analizo pormenorizadamente la nueva asignatura denominada «Educación en Valores Cívicos y Éticos», cuyo currículo acaba de ser publicado en el Real Decreto 217/2022, de 29 de marzo, por el que se establece la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria.

Es una asignatura que se impartirá durante una hora a la semana (un total de 35 horas en un año) en un único curso académico de la Educación Secundaria Obligatoria (o bien en primero de la ESO, o en segundo, o en tercero o en cuarto). Bien es cierto que las Comunidades Autónomas podrían ampliar su horario, aunque esta es, más bien, una decisión política que educativa.

La cuestión más preocupante, aparte de la inviabilidad de impartir tamaño currículo en solo una hora semanal, es la posible naturaleza no-filosófica o anti-filosófica de esta asignatura. Si bien es cierto que existen elementos claramente filosóficos, que deben ser explicados por profesionales de la filosofía, también es evidente que esta asignatura contiene elementos muy próximos a la ideología, como explico en el vídeo. Para evitar la ideología y la manipulación que se puede derivar de esta asignatura es importante aplicar una metodología socrática y poner en práctica propuestas pedagógicas que fomenten el pensamiento crítico, como la de Matthew Lipman y su programa «Filosofía para Niños». Lamentablemente, cuando se lee el currículo con detenimiento hay veces en que la asignatura se debiera llamar «Educación para el empoderamiento», «Terapia de grupo» o «Educación para la empatía».

Solo pido un favor: si le ha tocado a usted impartir esta asignatura le ruego que no la desperdicie poniendo películas de Walt Disney ni vídeos extraños; es una materia para dialogar críticamente, pensar cuidadosamente y crear en el aula una verdadera comunidad de investigación. Si no es así, se caerá en la mayor aberración educativa: la displicencia o la manipulación.

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Libros Pedagogía

La educación moral, una obra de arte

La revista «Childhood and Philosophy» me publica una larga reseña del nuevo libro de Félix García Moriyón que he titulado «El artista como educador de la moral y moralista de la educación». Pueden descargarla en este enlace.

Esta es la introducción:

El objetivo de La educación moral, una obra de arte no tiene tanto que ver con lo que anuncia su título —que también— sino con el hecho de problematizar el oficio de educar. Es así como la presente reseña la planteamos problematizando dichas problematizaciones. No en vano el acto de problematizar es la gran virtud del filósofo; la solución ya llegará, si viene, de mano de los técnicos y de los burócratas educativos, dejando al filósofo la complicada función de diagnosticar y detectar problemas donde aparentemente no los hay. Como dice García Moriyón en la que
considero su obra seminal, Pregunto, dialogo, aprendo (2006, p. 233), “el problema de la autoría, en la lectura, se traslada del escritor al lector”; de este modo en las siguientes páginas me voy a transformar en lector-autor con el deseo de encontrar nuevas problematizaciones en nuestro zigzagueante camino en la búsqueda del sistema educativo perfecto. Estas son las problematizaciones e interrogantes que extraigo en mi lectura atenta en las que profundizaré en las siguientes páginas en dialogo con el autor:

  1. ¿Es la educación una actividad política?
  2. ¿Es la educación un mero credencialismo?
  3. ¿Hay cabida para la religión en el sistema educativo?
  4. ¿Es la educación una institución ética?
  5. ¿Existe una ética del profesorado?
  6. ¿Es realista la comunidad de investigación en el aula?
  7. ¿Es la educación una obra de arte?

Les dejo con la entrevista que realicé hace unos días al autor

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Filosofía Libros

Emociones en serie. De la inteligencia emocional a la inteligencia ética

Denuncia Byung-Chul Han —que se queja de todo— a una sociedad como la nuestra en la que perdemos cientos de horas atracándonos a series frente al televisor; seguro que usted mismo, querido lector, se ha pasado más de un fin de semana devorando uno tras otro episodios de Juegos de Tronos, Black Mirror o Breaking Bad, algo que enerva a Han pero que, bien pensado, tiene su aspecto positivo y es que parece que no salir de casa en todo el fin de semana rebaja la ansiedad e ilumina la mente.

En cualquier caso, algo de razón tiene Han, pero también es cierto que de la contemplación atenta, reflexiva y crítica de las series se obtiene una enseñanza moral muy útil, no en vano sus guionistas suelen ser filósofos, psicólogos y expertos en literatura. Así lo demuestra Manel Güell con su nuevo libro Emociones en serie que publica la editorial Comanegra.

Güell explica de forma muy didáctica y amena los tipos y funciones de las emociones, analiza pormenorizadamente los valores éticos imperantes en nuestras sociedades, relaciona ambos y además lo explica sirviéndose de las series de televisión más conocidas. Con ello consigue un cóctel refrescante que seducirá al lector que, sin ser profesional del pensamiento ético, desea adentrarse sin temor en los complejos vericuetos de la ética y de las emociones.

De este modo, por ejemplo, Güell explica la honestidad a partir de escenas de Miénteme, Cómo defender a un asesino y Narcos; hace comprensible la alegría valiéndose de Modern Family, Los Simpson y Fargo; habla de la ira acudiendo a Homeland, Vikings y Scandal. Etc.

Es este un libro para todos los públicos pero su lenguaje sencillo lo convierte en uno francamente recomendable para los estudiantes de Filosofía en Bachillerato y, sobre todo, para los adolescentes que cursan Valores Éticos en cuarto de ESO. Si usted es profesor no dude en incorporar este libro en su programación didáctica, sus alumnos lo agradecerán.

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Publicidad en las aulas

¿Qué haría usted si una empresa de refrescos azucarados le propusiera pagar los gastos de calefacción del curso escolar en su instituto a cambio de incorporar publicidad en el aula? ¿Lo aceptaría? Este dilema moral lo planteé hace varios años a mis alumnos cuando el instituto donde trabajaba no podía pagar la gasolina para calentar las aulas y nos veíamos obligados a dar clase muy abrigados. No era más que un experimento mental pero ya es realidad en algunos lugares.

En Estados Unidos todos los días se proyecta en la clase un vídeo de cinco minutos de duración en el que aparece un estudiante jurando lealtad a la bandera (Pledge of Allegiance). A continuación se muestran los anuncios del día (dónde es el partido de baloncesto, plazos para solicitar una beca, fechas de exámenes estatales, etc) y se termina entonando como un mantra el lema del instituto (en el mío es Be respectful. Be responsible. Be kind. And always be your best —Sé respetuoso. Sé responsable. Se amable. Y siempre sé tú mismo—).

La cuestión es que el otro día emitieron también, en plena clase, un anuncio publicitario tras la jura de la bandera. Y es que Universal Studios ha emprendido una agresiva campaña publicitaria que no solo se cuela insistentemente en los televisores, radios y periódicos de los estadounidenses, sino que también se adentra sutilmente en las aulas en horario lectivo con la excusa de ayudar a los centros escolares a financiar sus gastos.

Las necesidades financieras de los centros educativos son obvias y los ciudadanos no parecen dispuestos a ayudar a mitigarlas pagando más impuestos pero ¿es de recibo crear necesidades a algunos estudiantes que jamás podrán asistir a un parque temático cuya entrada cuesta ciento cincuenta dólares? ¿Están vendiendo los centros educativos públicos su alma al diablo?

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Estados Unidos Pedagogía

Agresividad en los pasillos

Tres veces por semana me toca vigilar en el pasillo durante veinticinco minutos a los estudiantes que entran y salen de clase para miccionar, ir a la oficina, al orientador o, lo más común, darse un paseo para tranquilizarse y hacer menos tediosas sus largas horas de instrucción. Esta labor policial es poco gratificante pero necesaria porque en mi centro estudian 3550 estudiantes, lo que entraña una gran dificultad organizativa.

Lo ideal sería organizarnos de forma anarquista y que cada miembro de la comunidad educativa se comportara de forma responsable en función del rol que le correspondiera, pero esta es una utopía en mi centro donde un buen número de estudiantes padece una situación económica y social lamentable que convierte a algunos en nihilistas y a otros en antisociales incompatibles con la autogestión responsable. Solo atacando con intensidad las bases que originan dichos comportamientos disfuncionales sería viable un centro educativo armonioso sin vigilantes, pero para ello hace falta voluntad política y financiación de las que se carece hoy en día.

De este modo, la norma que vela por la convivencia en el instituto nos obliga al profesorado encargado de la vigilancia a comprobar que los pases de pasillo son correctos y que no se organizan tertulias ni trifulcas en la puerta de los servicios ni hay besos de tornillo en lugares escondidos durante el horario de clase.

El problema surge cuando el alumno se niega a mostrar el pase o enseña uno falsificado. Ante esta coyuntura, si el alumno se deja, amablemente le acompaño a su clase e informo a su profesor; se soluciona el problema haciendo la vista gorda porque la toma de medidas punitivas suele empeorar la situación. Es así que los límites del consentimiento se alargan porque en la zona en que se encuentra mi instituto un alumno expulsado puede caer con facilidad en peligrosas redes delictivas, así que se prefiere la enfermedad al remedio.

Por otro lado, a pesar de la liviandad de la sanción, hay veces en que el alumno se niega a volver a la clase. De hecho en tres ocasiones la situación no ha sido precisamente agradable: me han insultado, se han reído de mí y han mostrado una agresividad contenida con la que había que tener mano izquierda porque mi integridad física peligraba: a pesar de que en el centro trabajan dos policías armados nada podría salvarme del primer envite del alumno embravecido.

Esta agresividad no hay que tomarla como una afrenta personal sino que es preciso entender los problemas psíquicos del alumno, la familia desestructurada de la que proviene y la miseria económica con la que tiene que salir adelante. Y es que en mi centro abundan alumnos muy pobres y con vivencias absolutamente penosas. Es con este tipo de estudiantes con mayores dificultades en los que yo encuentro el sentido como profesor en la educación pública. Es así que comparto completamente con Rafael Narbona su artículo «Los malos alumnos no existen, las malas escuelas sí«, y puedo asegurar que mi instituto es uno bueno; en todos los sentidos.

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Religión y pecado

En lugares con estética de restaurante de comida rápida se disimulan burdeles y espectáculos de chicas que bailan desnudas. Allí no sirven carne sino carnaza. Están a la vista de todos, incluso junto a iglesias que predican con vehemencia la castidad y la continencia, pero no desentonan con el paisaje. La religiosidad extrema de los norteamericanos se descuida en estos lugares de alterne en los que se convierte a la mujer en triste objeto y medio del deseo, y a los hombres en ilusos buscadores de sensualidad efímera mientras huyen, por unas horas, de lo que creen que son aburridas esposas.

El próximo domingo ellas y ellos estarán en misa escuchando atentos el Evangelio. Y es que no tendría sentido la religión si no existiera la tentación del pecado ni la redención.

Como si fuera una hamburguesería: Flashdance. Chicas desnudas. Licores.

 

Sorprende la cantidad de «clubs de adultos» (menudo eufemismo) que se observan en las carreteras de un país tan religioso como Estados Unidos

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Estados Unidos

Dios está a favor de la vida

Abundan en Estados Unidos carteles en las carreteras que indican que «Dios está a favor de la vida», lo que contrasta con la obsesión generalizada por la posesión de armamento. Además detecto cierta correlación entre el profundo sentimiento religioso protestante pro-vida y la defensa del derecho a poseer armamento; no sé si en ello reside una relación de causa-efecto, pero observo con claridad, por el contrario, que los católicos no están obsesionados con tener rifles en las casas.

Intuyo que el protestante estadounidense debe de necesitar pistolas porque es patriota hasta la médula y desea ingenua y bravuconamente defender a su familia y a su país, pero no entiendo por qué las adquieren si también se creen elegidos de Dios; prefiero la mayor modestia y confianza del católico cuya fe en la Divina Providencia les libera de la necesidad de armarse. Bien es cierto que el protestante respeta a los otros creyentes -jamás a los ateos- pero se saben superiores a ellos: las pistolas les imprimen carácter y les erigen a ellos mismos en mini-dioses dueños de vidas ajenas. Están a favor de la vida, como su Dios, pero hacen demasiadas excepciones con muchas otras vidas que consideran prescindibles.

Los protestantes pro-vida y armados desconocen que los principios éticos que no son universales no son principios sino mera propaganda y frases vacías de contenido. Confiaríamos en sus buenas intenciones a favor de la vida si no se afiliaran masivamente a la Asociación Nacional del Rifle.