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La educación moral, una obra de arte

La revista «Childhood and Philosophy» me publica una larga reseña del nuevo libro de Félix García Moriyón que he titulado «El artista como educador de la moral y moralista de la educación». Pueden descargarla en este enlace.

Esta es la introducción:

El objetivo de La educación moral, una obra de arte no tiene tanto que ver con lo que anuncia su título —que también— sino con el hecho de problematizar el oficio de educar. Es así como la presente reseña la planteamos problematizando dichas problematizaciones. No en vano el acto de problematizar es la gran virtud del filósofo; la solución ya llegará, si viene, de mano de los técnicos y de los burócratas educativos, dejando al filósofo la complicada función de diagnosticar y detectar problemas donde aparentemente no los hay. Como dice García Moriyón en la que
considero su obra seminal, Pregunto, dialogo, aprendo (2006, p. 233), “el problema de la autoría, en la lectura, se traslada del escritor al lector”; de este modo en las siguientes páginas me voy a transformar en lector-autor con el deseo de encontrar nuevas problematizaciones en nuestro zigzagueante camino en la búsqueda del sistema educativo perfecto. Estas son las problematizaciones e interrogantes que extraigo en mi lectura atenta en las que profundizaré en las siguientes páginas en dialogo con el autor:

  1. ¿Es la educación una actividad política?
  2. ¿Es la educación un mero credencialismo?
  3. ¿Hay cabida para la religión en el sistema educativo?
  4. ¿Es la educación una institución ética?
  5. ¿Existe una ética del profesorado?
  6. ¿Es realista la comunidad de investigación en el aula?
  7. ¿Es la educación una obra de arte?

Les dejo con la entrevista que realicé hace unos días al autor

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Publicado Parecidos de familia. Propuestas actuales en Filosofía para Niños

He tenido el honor de editar junto a Ellen Duthie y Félix García Moriyón el libro Parecidos de Familia. Propuestas actuales en Filosofía para Niños publicado por la editorial Anaya.

Tiene 618 páginas (de un gran tamaño: DIN-A-4)  con 50 capítulos, 32 en inglés, 17 en español y 1 en portugués. Se han publicado 300 ejemplares en papel y pronto anunciaremos su disponibilidad gratuita en versión digital. Les dejo con el prólogo:

Uno de los objetivos principales que nos propusimos en la organización de la XVIII Conferencia Internacional de Filosofía para Niños fue que todo el proceso de la celebración de dicha conferencia estuviera inspirado por el modelo de comunidad de investigación filosófica que constituye uno de los rasgos fundamentales y claramente diferenciadores de un enfoque de la educación que pone la práctica de la reflexión filosófica en el aula, convertida en comunidad de investigación, como núcleo de su propuesta.

Ese esfuerzo estuvo claro, con mayor o menor acierto, en todas y cada una de las actividades que precedieron a la celebración y también en los tres días de la conferencia. Las personas que participaron enviaron extensos resúmenes de sus propuestas, que fueron evaluadas y seleccionadas por el comité de publicaciones. Las propuestas aceptadas, reunidas en un único documento, se enviaron a todas las personas inscritas en la conferencia con antelación a su celebración. En las sesiones de la conferencia insistimos en la necesidad de dejar tiempo para dialogar con la audiencia, de tal modo que la comunidad pudiera aportar sus sugerencias y observaciones y la sesión pudiera llegar a ser una genuina comunidad de investigación.

Desde el primer momento tuvimos la intención de publicar un libro con las ponencias presentadas en la conferencia, pero más que publicar las habituales “Actas Conferencia”, queríamos publicar un libro específica que fuera el resultado final de todo el proceso de organización y celebración de la conferencia. Es decir, un libro en el que debía quedar recogida la reflexión filosófica que la conferencia había propiciado y facilitado. Por eso mismo, una vez terminada la conferencia, hicimos una convocatoria a todas las personas que habían presentado una comunicación para que enviaran el texto completo de su ponencia, en el que debían hacerse eco de las aportaciones que habían recibido durante su presentación y de otras aportaciones recibidas durante la conferencia.

Como es usual en este tipo de publicaciones, formamos una comisión de evaluación, en la que han participado 38 personas, familiarizadas con el ámbito de la Filosofía para Niños. En los plazos fijados recibimos 61 comunicaciones, una parte de las 149 presentadas en la conferencia. Por razones diversas, 86 personas consideraron que no era oportuno enviar las suyas para su publicación en el libro. Todos los trabajos fueron revisados siguiendo el procedimiento de doble evaluación ciega, en algunos casos con una tercera lectura para dirimir divergencias entre los evaluadores y tomar una decisión. A final, solo 50 fueron aceptadas. En algún caso específico, a petición de la persona que evaluaba, pusimos en contacto al evaluador y la autora para que pudieran dialogar sobre el texto y las observaciones que había suscitado.

En ese momento pasamos a la siguiente fase. Solamente seis trabajos habían sido aprobados sin ningún tipo de observación, mientras que los otros 44 trabajos habían recibido observaciones de mayor o menor calado. Enviamos el informe de evaluación a los autores y las autoras y les pedimos que tuvieran en cuenta las observaciones que allí se hacían; en algunos casos, considerábamos que eran necesaria esas modificaciones y en otros casos lo planteamos como sugerencias que podían aceptar o rechazar.  Se inició así un amplio ¾mucho más largo de lo previsto¾ intercambio de correos hasta llegar a una redacción final que fuera considerada correcta por los editores y los autores. El último paso ha sido editar y preparar los textos para su publicación, trabajo especialmente importante en los textos escritos en inglés por personas no nativas. Nuestro compromiso como editores fue que las deficiencias en el idioma no fueran por sí mismas una razón suficiente de un rechazo. Más de dos mil correos electrónicos dan testimonio del tiempo y esfuerzo dedicado a la corrección, edición, revisión y corrección de pruebas.

La distribución de los artículos corresponde a los mismos temas que se propusieron para la Conferencia, conscientes de que hay varios artículos que bien podrían estar en más de un apartado.

El resultado final es un libro que cumple lo que anuncia el título. Por un lado, consideramos que queda claro que existe un aire de familia. Las personas que han escrito estos trabajos comparten sin duda un núcleo de tesis y convicciones relacionadas con una concepción de la infancia y de la educación, del profesorado y de los objetivos fundamentales que deben orientar las relaciones educativas en los distintos ámbitos en que estas se dan. Ahora bien, los parecidos familiares no implican ni imponen ningún tipo de uniformidad. Las variaciones sobre un mismo tema son diversas hasta el punto de que los limites y las fronteras pueden resultar algo borrosas. Utilizando palabras tomadas de tres de las ponencias invitadas, el alma educativa del movimiento de filosofía para y con niños tiene algo del espíritu del jazz: cada interpretación del diálogo de investigación filosófica requiere capacidad de improvisación creativa sin alejarse nunca del todo de esos rasgos compartidos desde los años iniciales de creación del movimiento. La variedad de experiencias y propuestas que aquí se presentan dejan claro lo que acabamos de decir.

Por otro lado, este libro permite hacerse una idea de cuáles son las tendencias actuales que muestran la vitalidad de la práctica de la reflexión filosófica, sin agotar ni mucho menos el campo. Junto con otros libros recientes, pretende contribuir a ampliar nuestra visión del ámbito de la filosofía para Niños. son sin duda valiosos para ampliar nuestra visión del ámbito de FpN. Aquí hay trabajos que se centran en aspectos básicos del programa, en un nivel casi introductorio: otros artículos exploran en profundidad temas que quizá dábamos por suficientemente claros, pero que merecían nuevas reflexiones. Podemos encontrar experiencias en ámbitos tan distantes como la literatura o la ciencia, o con grupos de personas especialmente vulnerables, como discapacitados cognitivos o personas que se recuperan de daños cerebrales. Por último, en rápido y breve repaso del contenido del libro, nuevas investigaciones sobre el impacto del programa ratifican que el profesorado y el alumnado lo valoran bien y que ejerce un impacto positivo en el crecimiento cognitivo y afectivo de los niños y las niñas.

En definitiva, este proyecto, como cualquier otro, es mejorable. Echamos en falta algunas ponencias que se presentaron en la conferencia, cuyos autores y autoras han optado por no enviarlas, otras que sí están podrían haber mejorado un poco más si el tiempo lo hubiera permitido. Lo que, en todo caso, está claro es que el esfuerzo de todas las personas implicadas ha dado como resultado un libro valioso, que ofrece un buen reflejo de lo que ha sido un vivo proceso de investigación. Damos las gracias a todas las personas que lo han hecho posible, y también a la editorial Anaya que ha costeado su publicación.

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Libro de texto de la asignatura «Filosofía» de primero de Bachillerato

La editorial SM acaba de publicar el libro de texto de la reformada asignatura Filosofía de primero de Bachillerato en el que he tenido el placer de colaborar diseñando materiales digitales. Los autores son Félix García Moriyón, Tomás Miranda Alonso y  Lucía Sainz Benítez de Lugo y la coordinación del crucial trabajo editorial ha estado a cargo de Ana Hernández. Está mal decirlo pero sinceramente pienso que es un libro espléndido y servirá para dar más valor a tan importante y amenazada asignatura.

Como mi opinión, ciertamente, no puede ser del todo objetiva, durante varios días puede usted juzgar por sí mismo el libro completo en este enlace. (PDF) (ACTUALIZACIÓn: enlace ya eliminado porque el libro ha sido actualizado).

Les dejo con la presentación:

El presente es un curso de introducción a la filosofía en una edad especialmente importante: esa etapa de la vida en la que las personas tienen que construir y reconstruir su imagen del mundo y de sí mismas, intentando responder a las preguntas básicas que todo ser humano se formula: ¿qué clase de persona quiero ser?, ¿en qué clase de mundo quiero vivir?

O, planteadas de otro modo, las cuatro grandes preguntas que, según Kant, sintetizaban la tarea filosófica: ¿qué podemos saber?, ¿qué debemos hacer?, ¿qué podemos esperar?, ¿qué es el ser humano?

Esas cuatro preguntas kantianas son las que han guiado la elaboración de este libro que os presentamos. Cuatro preguntas, cuatro bloques, y los grandes temas de la filosofía, especialmente la occidental, pero sin olvidarnos tampoco de otras tradiciones, ocupan el contenido de este libro. Os presentamos, por tanto, una genuina introducción a la filosofía, que recoge los matices que introduce la nueva legislación y los enmarca en el territorio amplio de la reflexión filosófica.

Al tratarse de una introducción a la filosofía, hemos apostado por ofrecer un texto en un lenguaje asequible a quienes están apenas familiarizados con la complejidad abstracta de las reflexiones filosóficas. El lenguaje asequible tiene más que ver con la cortesía del filósofo que con la trivialización de los contenidos propios de la tradición filosófica. Hay que ir introduciéndose en un lenguaje cada vez más preciso, de tal modo que esa riqueza conceptual permita abordar con mayores garantías la respuesta ineludiblemente personal que se debe dar a las preguntas planteadas. Ese es, sin duda, uno de los objetivos de un buen curso de introducción a la filosofía.


Pero no basta con eso. Hay también que provocar la reflexión y eso se consigue problematizando lo que se da por supuesto y desvelando las carencias, sesgos y prejuicios no fundamentados. Debemos recuperar y activar la curiosidad y el asombro, características propias de la infancia que con frecuencia se debilitan con los años, pero que Aristóteles situaba como pivotes sobre los que se articulaba la reflexión filosófica.

Y, además de conceptualizar y problematizar, es necesario aprender a argumentar, a dar cuenta y razón de las propias ideas, para que dejen de ser puras ocurrencias o tópicos manidos y pasen a convertirse en puntos de vista bien fundados, que pueden ser defendidos en el debate público, dando así cumplimiento a esa parrexía que era central en la democracia ateniense.

Ese es el hilo conductor de nuestro libro, en el que ponemos a vuestra disposición abundantes materiales para poder transformar el aula en una genuina comunidad de investigación filosófica para atraer el interés y descubrir que solo es realmente valiosa una vida reflexiva.

Como autores tenemos una larga experiencia impartiendo la asignatura y un sólido dominio de la metodología de Filosofía para Niños, una de las propuestas que más ha contribuido en los últimos decenios a innovar y enriquecer la enseñanza y el aprendizaje de la filosofía.

Los autores

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El troquel de las conciencias


He pasado mi vida docente percibiendo resignado que a la mayor parte de la ciudadanía le cuesta entender que los seres humanos nos educamos en comunidad. Educarse en comunidad implica alternar el rol de enseñante con el de estudiante lo cual es válido tanto para asignaturas instrumentales -la matemática y la lengua- como, sobre todo, para aquellas encargadas de «troquelar conciencias», es decir, las comprometidas con el crecimiento moral: «Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos«, «Educación Ético-Cívica» y «Filosofía y Ciudadanía«.

Enseñar estas asignaturas de forma unidireccional es un camino directo hacia la ineficiencia, la manipulación y la deshumanización. Por el contrario, si se entiende la enseñanza del crecimiento moral como una comunidad de investigación en la que todos enseñan y aprenden gracias al campo de actuación que facilita el profesor -el facilitador-, se estará incentivando que cada estudiante descubra por sí mismo formas de razonamiento crítico ante dilemas éticos, ideas filosóficas e, incluso, dramas personales. El profesor debe limitarse a mostrar el camino para evitar el obstinado peligro de confundir educación moral con adoctrinamiento. Solo de este modo se puede empezar a abandonar nuestra minoría de edad en la didáctica de los valores en la beligerante sociedad del nihilismo, la tecnocracia y la postmodernidad.

[pullquote]hacer de parteras de pensamientos morales es harto difícil y requiere de un esfuerzo continuado y sacrificado[/pullquote]Sin duda hacer de parteras de pensamientos morales es harto difícil y requiere de un esfuerzo continuado y sacrificado por parte del profesorado. Es imprescindible una formación continua en los aspectos teóricos y prácticos de la asignatura porque numerosos profesores, presos de una enfermiza humildad, entonan un funesto «¿quién soy yo para enseñar algo que debería transmitir la familia?». La respuesta es obvia.

[pullquote]solo siendo conscientes de la pertenencia a la clase opresora es posible desvincularse de la misma[/pullquote]Del mismo modo, existe una grave carencia en el conocimiento minucioso de los orígenes históricos de la asignatura. Solo conociendo de donde venimos será posible corregir los errores que nos permitan vislumbrar de forma optimista una sociedad más justa, en cuya construcción tienen un papel fundamental los profesores de ética. Es así que, por ejemplo, tomaremos conciencia de que los docentes de Ciudadanía somos posiblemente «troqueladoras» al servicio de los intereses de la clase dominante y que solo siendo conscientes de la pertenencia a la clase opresora es posible desvincularse de la misma -como quien empieza a curarse cuando sabe que está enfermo- para no seguir reproduciendo sus turbios intereses.

[pullquote]cualquiera que esté interesado en criticar o alabar las asignaturas pro-ciudadanas, como el Ministro de educación, debería leer antes este libro[/pullquote]Dicha laguna metahistórica la acaba de resolver Félix García Moriyón con su nuevo e importante libro El troquel de las conciencias (Ediciones de la Torre, Madrid, 2011). A partir de ahora cualquiera que esté interesado en criticar o alabar las asignaturas pro-ciudadanas, como el Ministro de educación, debería leer antes este libro. Así, por lo menos, evitaremos la osadía debida a la ignorancia.

Democracia
Una buena educación moral facilitaría la existencia de una democracia que sí nos hiciera libres

Comparto con García Moriyón una de sus tesis principales que dice que la nueva sociedad de masas y de consumo, con sus potentes y omnipresentes medios de comunicación, ha mermado sensiblemente la importancia de la escuela como institución encargada de la educación moral de los niños y jóvenes (p. 20). De este modo una serie televisiva de moda o una actriz guapa influye moralmente mucho más que un simple profesor. Esto, en principio, no tiene por qué ser malo siempre que la serie o la actriz sean conscientes de su importante labor pedagógica, algo que, sin embargo, cuestiono.

Pero también dudo -y esto es más grave- de que todos los profesores de Ciudadanía sepan hacer eficientemente su trabajo pues algunos son acusados de negligentes por limitarse a proyectar películas ajenas a la asignatura o usar la clase para avanzar en materias distintas. También sospecho que hay docentes que caen en el extremo opuesto por creer que la educación moral consiste en modelar las almas de los niños en el troquel de las virtudes cívicas y de la propia vida escolar con sus premios y castigos, sus aprobados y sus suspensos, sus horarios de trabajo y sus reglas de disciplina interna. (p. 21); igualmente habría otro tercer tipo de docente irresponsable que, aunque víctima sin saberlo de las mafias financieras, se empeña en seguir legitimándolas al sostener que las virtudes cívicas que consideraban fundamentales aquellos ilustrados o burgueses liberales han dejado paso a unos valores seculares mucho más prosaicos, los propios de un capitalismo sustentado por el consumo y no por el ahorro y la laboriosidad (p. 27) haciendo valer una ética hedonista que solo fabrica pobres e injusticias porque el principio del placer sustituye al principio de realidad (p. 37).

[pullquote]la desidia, la educación decimonónica y el servilismo dificultan el gran objetivo de la educación[/pullquote]Este trío de vicios que amenazan a una didáctica responsable de la Ciudadanía -la desidia, la educación decimonónica y el servilismo- dificultan el gran objetivo de la educación que es a un tiempo liberar y domesticar (p. 55) en un difícil equilibrio sin el cual la sociedad democrática se resquebrajaría. La clave consiste en determinar en qué hay que «domesticar» y si más bien habría que hablar de enseñar a «autodomesticarse» como resultado final de un riguroso ejercicio personal de pensamiento crítico.

Movimiento 15M
El movimiento 15M es un claro ejemplo de arrojo moral frente a la desidia y sumisión de la mayor parte de la población. No se dejan troquelar

Además, es fundamental que el profesor de Ética no cometa el grave error de la enseñanza de valores que consiste en el absurdo imperativo inconsciente «Haz lo que te digo que hagas, no lo que me ves hacer» (p. 41). Para evitarlo, todo docente de moral y de ética debería prestar atención, entre otros, a los siguientes puntos que afloran del libro:

1) No etiquetar a los estudiantes con notas:

La responsabilidad del suspenso recae sustancialmente sobre las espaldas del estudiante al que le habrá faltado motivación o, sobre todo, esfuerzo y disciplina, y por eso es el único que paga el precio del fracaso con un año más de su vida en la institución escolar. A su padre y su madre no le pasa nada; sus profesores cobran lo mismo aunque suspendan la mayor parte de sus alumnos; las autoridades educativas políticas tampoco rinden cuentas por esos fracasos escolares. (p. 59).

2) No hundir la autoestima de los estudiantes:

La gente (…) percibe el fracaso como una cuestión personal (…) los estudiantes pertenecientes a la clase obrera y al sector de los agricultores y jornaleros fracasan en un porcentaje muy superior a los de la clase alta y los hijos de autónomos, y significativamente superior a los de clases intermedias. p. 60.

3) No dejarse influir por datos estadísticos absolutamente falsos:

El porcentaje, pequeño pero significativo, de niños y niñas que, por sus especiales capacidades intelectuales y afectivas logran salir adelante y llegar a la Universidad es suficiente para mantener con buena salud el ideal de la movilidad social para todos y para todas(p. 61).

4) No colaborar de forma consciente o incosciente, activa o pasiva, en la perpetuación de las diferencias sociales injustas:

La clase alta (…) ha enviado a sus hijos a escuelas de pago garantizando de ese modo no tanto la calidad educativa cuanto el ambiente social en el que van a crecer sus hijos y las compañías que van a incidir en su desarrollo (p. 69)

5) No enseñar la democracia sin comportamientos democráticos:

La escuela como un todo debe convertirse en un espacio para la experiencia social y moral; por eso hay que transformarla en una comunidad democrática, con sus normas, sus representantes y prouectos gracias a los cuales los niños tienen experiencias sociales y morales que le van a ayudar a su propio desarrollo. (p. 137).

6) No suspender para, incomprensiblemente, ganar prestigio:

Algunos profesores caen en ese juego clasificatorio y buscan el prestigio de su asignatura a golpe de dificultad y de suspensos. (p. 164)

Ojala el profesorado en su conjunto, pero especialmente el encargado de la educación moral, logre acabar algún día con el hecho constatable de que la clase social de pertenencia sigue siendo un factor altamente predictivo del éxito académico y social (p. 247). Deseo también que los profesores seamos capaces de plantar las semillas morales que algún día fructifiquen en forma de paz mundial. Sin duda García Moriyón aporta con su nuevo libro una herramienta notable para seguir soñando con que otro mundo es posible. La clave está en mostrar arrojo moral evitando las moralinas:

El modelo de educación moral que este libro apoya, el que se manifiesta incipientemente en los comienzos, y va abriéndose camino, sin consolidarse realmente, señala expresamente que no corresponde al profesorado resaltar las moralejas para que los estudiantes las interioricen; esto es, la educación moral no debe ser nunca moralina. (p. 250).

Les dejo con una interesante charla de Noam Chomsky que, en la línea del libro de García Moriyón, acusa a la educación realmente existente de deseducar. Yo ya hago autocrítica. ¿Alguien más se atreve?

Noan Chomsky: El objetivo de la educación: La deseducación

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Anarquismo con Félix García Moriyón

Hace unos días disfruté con mis alumnos de 1º de Bachillerato de la sabiduría de Félix García Moriyón a través de una videoconferencia en torno al tema del anarquismo. Tras la lectura previa de dos textos suyos («Obrero despedido, patrón colgado» y su artículo «Anarquismo» para una enciclopedia de próxima aparición)  los estudiantes pudieron plantear a Félix sus preguntas y reflexiones que pueden ver en el siguiente vídeo:

Obviamente mi objetivo no es convertir al anarquismo a mis estudiantes, de hecho yo no soy anarquista, pero mi labor como docente es la de exponer de forma objetiva -sin mostrar mis simpatías o antipatías- un amplio abanico de opciones políticas y éticas para que el alumnado vaya formándose un juicio crítico personal. ¡Que piensen ellos las cosas y no se las demos pensadas!

N.B. En nuestra wiki Filotic los alumnos están organizando el trabajo posterior al encuentro, para intentar obtener mayor provecho.

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Sobre la bondad humana

Siempre he sentido cierta animadversión por los maniqueos que van etiquetando a los seres humanos que encuentran como «ángel» o «diablo» y expandiendo una moralina que ni ellos mismos suelen poner en práctica. Por lo general saben tanto de la bondad porque han sido «muy malos», que se lo pregunten a Agustín de Tagaste, que fue «cocinero» antes que «fraile».

Caer en la tentación de moralizar (que hay que evitar a toda costa) es fácil cuando uno se gana el pan como profesor de ética, como es mi caso y el de mi amigo Félix García Moriyón. Sin embargo Félix, en sus clases y en su brillante ensayo Sobre la bondad humana (Biblioteca nueva, Madrid, 2008), nos seduce para ser buenos sin atisbo maniqueo alguno: tras leer el libro uno aprende que ser bueno da placer.

El autor reconoce que le cuesta permanecer en la senda del bien y lo demuestran sus palabras cuando se despide de la gente «sé bueno, a mí también me cuesta». Es su lucha, la lucha de la gente de bien, un intento de dignificar al ser humano y de intentar hacer de esta inmensa bola de dolor, que es el mundo, un lugar más apacible que saque lo mejor que todos llevamos dentro. Mientras ya se prepara Sobre la maldad humana deleitémonos con algunas de las perlas que nos regala el libro:

Cuando la bondad se convierte en rango distintivo de una persona y así lo reconocemos, estamos hablando de plenitud, de gozo y alegría de vivir, de creatividad e imaginación, de verdad y de belleza. (p 18)

Hay otra posibilidad más que puede explicar la presencia del mal en nuestras vidas, se trata de su omnipresencia, de su viscosa ubicuidad en la sociedad en la que vivimos. Es lo que Hanna Arendt hizo famoso al llamarlo la banalidad del mal, esos pequeños males que cometemos en la vida cotidiana con una tranquilidad y eficacia digna de probos funcionarios y honestos trabajadores, que no se plantean en ningún momento el alcance de lo que se les pide que hagan y simplemente terminan haciéndolo porque así actúa todo el mundo. (p 20)

Hay personas y contextos que parecen sacar lo mejor que llevamos dentro y otras que, por el contrario, nos inducen a mostrar el lado malo. (p 27)

Este es el núcleo de la cuestión: nos encontramos ante un abanico de posibilidades de modos de existencia y tenemos que ir eligiendo en cada momento quiénes queremos llegar a ser y en qué clase de mundo queremos vivir. (p 37).

Los poderosos han jugado siempre con esta tendencia del ser humano a delegar con excesiva facilidad y cambiar su libertad por la seguridad o la tranquilidad. Tener que tomar decisiones es cansado y exige un esfuerzo personal notable por lo que no está nada mal que otros decidan por nosotros. (p 59)

Son buenas aquellas personas que saben conciliar sus propios intereses con los de los demás e incluso ponen estos últimos por delante. (p 75).

La persona envidiosa mira de algún modo en su interior y llega a la conclusión de que hay algo que le falta y no debiera faltarle porque se lo merece, mientras ese algo es poseído por otra persona, ésta sin merecerlo, al menos tanto como el que envidia. (p 81).

Lo que más nos duele no es tanto que el regalo no nos guste o no vaya en absoluto con nuestra persona, sino que muestre el poco interés que el otro tiene por nosotros. (p 120).

Que carguen otros con las responsabilidad y la consiguiente culpabilidad. Un alumno no suspende, sino que es víctima de un profesor que le tiene manía y por eso tiende a decir que ha aprobado, cuando las cosas salen bien, cambiado el verbo a pasivo para decir que ha susoendido, cuando las cosas salen mal. En dirección contraria, el profesorado invierte los términos: yo no soy un mal profesor, son mis alumnos los que no estudian nada y no se esfuerzan; aprueban gracias a mi trabajo y suspenden porque ellos no trabajan. (p 133).

Un ejercicio radical de la bondad va unido a un cierto abandono de nuestra capacidad de razonar. (p 140).

Casi siempre la madre y el padre, cuando analizan con el profesirado el bajo rendimiento académico de su hijo, prefiere que le consideren un vago a que le consideren tonto. (p 141).

Las personas atolondradas no son un ejemplo de bondad moral, pero tampoco parecen serlo las personas indecisas. (p 157).

La responsabilidad, o la culpa moral, es del profesor en el caso del suspenso, mientras que en el caso de aprobado pasa a ser mérito atribuible al esfuerzo personal del alumno. El profesorado hace algo parecido, pero al revé: mis alumnos suspenden porque no estudian, pero aprueban gracias a mi calidad pedagógica. (p 162).

Si utilizas la violencia para conseguir tus propósitos, corres un elevado riesgo de que, una vez conseguidos, sigas recurriendo a la violencia para mantener esos logros hasta el punto de que al final la violencia ha pasado de ser un medio provisional y temporal a convertirse en el eje de tu comportamiento. (p 171).

En mis clases de ética, no permito a mis alumnos que me contesten con un depende; si así lo hacen, exijo de inmediato que me digan de qué depende, es decir, que pongan sobre la mesa cuáles son los criterios que nos permiten saber de qué depende nuestra actitud moral. Esa exigencia de rigor modifica sustancialmente la conversación: ya no nos quedamos en un bobo intercambio de opiniones, sino qur ya pasamos a una seria confrontación de puntos de vista. (p 185).

El miserable es perverso, abyecto y canalla, y quizá por eso mismo es también desdichado e infeliz. (p 194).

La literatura clásica ha explorado con frecuencia esa ambivalente situación en la que alguien cree odiar a otra persona, mientras que en el fondo lo que sucede es que la ama, pero no se puede decir que la ame hasta que no interprete sus estados anímicos y corporales como amor. (p 199).

Si el niño ha pasado un tiempo largo con la guerrilla, superior a los 8 meses aproximadamente, resulta sumamente problemático que recuperen los sentimientos propios de una vida moral, mucho menos de una vida moral buena. Su comportamientos moral mostrará siempore serias carencias que difícilmente podemos imputarles. (p 205).

No parece que el odio, cuando se dirige a personas, sea un sentimiento moral positivo, aunque sí puede ser positivo dirigido a situaciones gravemente injustas con las que deseamos acabar. (p 206).

La persona buena es una persona virtuosa, que es tanto como decir que es aquella que tiene fuerza suficiente para llevar adelante lo que considera que tiene que hacer. (p 208).

La bondad comienza precisamente cuando vencemos el miedo y nos negamos a ser unos cobardes. (p 211).

Quienes ocupan las posiciones de dominio en una sociedad tienen una especial tendencia a provocar el miedo entre los ciudadanos porque saben que, cuanto más miedo padezcan, más fácil será que se conviertan en súbditos obedientes en lugar de en ciudadanos exigentes. (p 212).

Las personas que tienen baja autoestima tienen serios problemas parta hacer el bien. (p 215).

Frente a Descartes, hay que decir más bien que soy amado, luego existo. (p 228).

La buena persona se indigna porque le duele en lo más profundo de su ser la presencia del mal y no quiere de ningún modo ser cómplice del mismo. (p 255).

Las buenas personas analizan bien y detalladamente la situación, procurando que no se les pasen por alto aspectos que posteriormente pueden mostrarse relevantes y pertinentes. Piensan en alternativas tanto en el planteamiento del problema como en las posibles soluciones que sean factibles, exploran caminos poco frecuentes y novedosos y asumen riesgos de hacer cosas que nadie ha hecho hasta ese momento. (p 291).

Más información

Maite Hernández en La opinión de Málaga

Didáctica de la filosofía

Eikasia. Revista de filosofía.

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Sobre la bondad humana

El próximo jueves 3 de abril a las 19:30 mi amigo Félix García Moriyón presentará su nuevo libro Sobre la bondad humana (editorial Biblioteca nueva) en el Ateneo de Madrid. Intervendrán D. Antonio Roche, D. Francisco Marcellán, D. José Antonio Marina y el autor del libro. ¡Enhorabuena Félix!

Esto es lo que se dice en la contraportada:

En algunas ocasiones la gente tiende a pensar que la bondad no merece la  pena y que las malas personas son las que terminan disfrutando de la  vida. El presente ensayo adopta el punto de vista opuesto: ser bueno merece la pena y es algo que la gente aprecia e intenta ser, aun sabiendo que no es fácil conseguirlo. La bondad es algo que queremos para nosotros mismos y para las personas a las que apreciamos. Tras aclarar de qué trata la ética y en qué consiste la identidad personal,
el autor pasa a exponer los rasgos que definen a una buena persona. En primer lugar, son buenas las personas que están informadas sobre sí mismas y sobre el mundo que les rodea. Además son aquellas capaces de analizar las situaciones a las que se enfrentan, valorar sus dimensiones morales y tomar las decisiones más adecuadas. Por último son buenas personas quienes poseen un conjunto de sentimientos morales como la empatía, el valor y el amor. Llegar a ser buena persona consiste en esforzarse por alcanzar un equilibrio armonioso entre esas tres dimensiones, de tal modo que nuestra identidad personal sea a un tiempo bella y buena, y el conjunto posea la firmeza de un cable bien trenzado a partir de los débiles hilos que constituyen la trama de nuestra personalidad.

Comentario del libro.