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La educación moral, una obra de arte

La revista «Childhood and Philosophy» me publica una larga reseña del nuevo libro de Félix García Moriyón que he titulado «El artista como educador de la moral y moralista de la educación». Pueden descargarla en este enlace.

Esta es la introducción:

El objetivo de La educación moral, una obra de arte no tiene tanto que ver con lo que anuncia su título —que también— sino con el hecho de problematizar el oficio de educar. Es así como la presente reseña la planteamos problematizando dichas problematizaciones. No en vano el acto de problematizar es la gran virtud del filósofo; la solución ya llegará, si viene, de mano de los técnicos y de los burócratas educativos, dejando al filósofo la complicada función de diagnosticar y detectar problemas donde aparentemente no los hay. Como dice García Moriyón en la que
considero su obra seminal, Pregunto, dialogo, aprendo (2006, p. 233), “el problema de la autoría, en la lectura, se traslada del escritor al lector”; de este modo en las siguientes páginas me voy a transformar en lector-autor con el deseo de encontrar nuevas problematizaciones en nuestro zigzagueante camino en la búsqueda del sistema educativo perfecto. Estas son las problematizaciones e interrogantes que extraigo en mi lectura atenta en las que profundizaré en las siguientes páginas en dialogo con el autor:

  1. ¿Es la educación una actividad política?
  2. ¿Es la educación un mero credencialismo?
  3. ¿Hay cabida para la religión en el sistema educativo?
  4. ¿Es la educación una institución ética?
  5. ¿Existe una ética del profesorado?
  6. ¿Es realista la comunidad de investigación en el aula?
  7. ¿Es la educación una obra de arte?

Les dejo con la entrevista que realicé hace unos días al autor

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Lectores recableados

Los que empezamos escribiendo un blog hace más de diez años contábamos con miles de lectores y, por lo novedoso y sofisticado del invento, cuanto escribíamos lo tomaban tan en serio como un periódico;  parece que fue ayer cuando publiqué el primer posteo sobre mi visita auna cárcel estadounidense, mas los años transcurridos no pasan tecnológicamente en balde y así, con la sencillez de las nuevas plataformas, se extendió su uso y nos alcanzó el blogoboom con la consiguiente disminución de lectores que se repartieron entre miles de nuevos blogueros.

Sin embargo, de dos años a esta parte, ya nadie presta atención a los blogs ni a los periódicos —ni, obviamente, a los libros— sino que las gentes hodiernas se limitan a leer tweetbooksfacetweets y, como siempre, el Marca. Pero lo peor es que con la zigzagueante práctica lectora se ha recableado el cerebro para que los lectores ya no entiendan siquiera dichas brevilocuencias sino que se limiten a surfear; los nuevos lectores son surfistas con prisas que hacen equilibrios en la tabla de cadatweet pensando siempre en la siguiente ola. [CONTINUAR LEYENDO].

También puede escucharlo completo en el podcast:

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El arte de la estratagema

He leído con interés el nuevo libro de Giorgio Nardone titulado El arte de la estratagema publicado por Herder. El subtítulo, Cómo resolver problemas difíciles mediante soluciones simples, a buen seguro llamará la atención de aquellos cuyo oficio se desarrolla ante el público y yo, que me dedico al noble arte de la enseñanza, no pude menos que adentrarme en sus sugerentes páginas para ver si descubría alguna estratagema que mejorara mi técnica educativa, ya que en el aula surgen cada día problemas complicados que deberían ser resueltos con facilidad.

Nardone se basa en varios textos clásicos, tanto occidentales (vg. Pascal) como orientales (vg. Las 36 estratagemas de unos monjes guerreros) que sintetiza y aplica a la cotidianidad del hombre contemporáneo. Me he tomado la libertad de recoger algunas de las estratagemas propuestas y pensarlas desde la perspectiva del proceso de enseñanza-aprendizaje. Antes debe quedar bien claro que el uso de estratagemas, que prefiero denominar estrategias, no hay que entenderlo como manipulación, robotización o una incitación a la belicosidad educativa, sino, más bien, como un intento de acercamiento afectuoso al alumnado que permita romper ciertas barreras psicológicas que impiden la motivación y el disfrute del proceso educativo. En todo caso estoy de acuerdo con algunas de estas estratagemas porque otras más bien parecerían antieducativas. Adivine cuales.

1. Surcar el mar de espaldas al cielo.

Si nuestra actuación pasa inadvertida [por los estudiantes] ello permite evitar la resistencia al cambio que queremos promover.

2. Mentir diciendo la verdad.

Cuando [el alumno] espera que tú mientas, la verdad penetra en él como una cuchillada inesperada.

3. Partir después para llegar antes.

El [alumno] no se sentirá forzado a cambiar de opinión, sino conducido suavemente hacia el cambio, como si fuese una evolución natural de su pensamiento, fruto de nuevos descubrimientos llevados a cabo por él mismo. 

4. Enturbiar las aguas para que floten los peces.

Si [un alumno] es inteligente, y por tanto de convicciones firmes, es difícil hacerle cambiar de opinión de forma directa, pero si se introduce en su mente una duda que crea desorden en su orden y confusión en su claridad, su tendencia a querer retomar el control le conduce directamente a la trampa.

5. Si quieres enderezar algo, primero aprende a retorcerlo aun más.

El esfuerzo [de los estudiantes] por inventar bloque la inventiva.

6. Circular contra lineal, lineal contra circular.

Hay que desarmar la seriedad [del alumno] con la risa, y la risa con la seriedad.

7. Matar a la serpiente con su propio veneno.

Lo que menos soporta [el alumno] que os odia es que le tratéis con manifiesta amabilidad.

8. Apagar el fuego añadiendo leña.

Declarar [el profesor] que se tiene un defecto hace que [los alumnos] digan que en realidad no lo es.

9. Hacer subir al enemigo al desván y después quitar la escalera.

Hacer creer [al alumno] que es él quien elige.

10. Crear de la nada.

Comportarse «como si» una cosa fuera verdadera, aunque no esté demostrado que lo sea, hace que al cabo de poco tiempo la consideremos como tal.

11. La estratagema del truco revelado.

La manera más eficaz de oponerse a las maniobras de un [alumno conflictivo] es conocer sus trucos y artificios.

12. Cambiar constantemente siendo nosotros mismos.

Utiliza la cólera para confundir [a los alumno], la humildad para hacerlos arrogantes.

13. Vencer sin combatir.

El [alumno] ha de percibir en vuestra actitud calma, seguridad y fascinación, y suscitar en él el deseo de imitaros.

Espero hacerme pronto con un ejemplar de Curar la escuela. El Problem Solving Estratégico para profesionales de la educación, escrito por dos colaboradores de Nardone y publicado también por Herder. En él, a buen seguro, se proponen buenas ideas para el difícil oficio de educar.

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La aventura de viajar

El viajero no es un turista, eso está claro. En una época en que muchos hacen su viaje anual a Roma, al safari africano de turno o a Petra, el viaje ha perdido el sentido transcendental que tuvo antaño. Siempre se ha viajado para comerciar o evolucionar como persona, pero ahora se viaja por viajar, como se come una pizza o se ve un partido de fútbol.  Ya lo dice Lipovetsky (perdonen la cita de memoria): el viaje es un servicio de consumo más en una sociedad hiperconsumista.

Viajar debe doler y no puede estar planificado. Hay que vivir como las gentes del lugar, si no es así no se está viajando, se está asitiendo al cine con derecho a oler y sentir el aire. Viajar es sufrir y disfrutar con los nativos, sentirles y ser sentidos, trabajar como ellos.

Nuestras existencias suelen ser vidas repetidas una y otra vez a lo largo de la historia, aburridas, predecibles, diseñadas por otros ¡no somos propietarios de nuestro existir!; el viaje tiene la virtud de mejorarlas, de darles sentido, de aportarle un contenido transcendental. Nos sirve para conocernos mejor a nosotros mismos, aspecto este fundamental para el filósofo o el que aprecia la vida como algo más que servir hamburguesas con una sonrisa, clasificar por números a los estudiantes según su inteligencia o limpiar suelos, poner ladrillos, coser estómagos o encuadernar libros.  

Los seres humanos solemos pasar la vida en un solo lugar, nuestra cosmovisión se limita a los veinte kilómetros cuadrados que circundan nuestra casa y las miles de hectáreas virtuales que nos da la televisión e Internet. Permanecer toda la vida en un mismo sitio, sin estar enfermo, es, no se enfaden y disculpen mi osadía, desperdiciar la existencia. Ya saben: solo vivimos 80 años.

Javier Reverte es un modelo a seguir para quien siente hartazgo de la monotonía. Él es un viajero literario, no un turista ni un periodista, como bien explica en La aventura de viajar. Historias de viajes extraordinarios (DeBolsillo, 2008).  Con su deambular de viajero construye una vida nueva, no repite lo que ya han hecho otros. Además escribe muy bien, como ya expliqué en alguna ocasión. Les dejo con las perlas:

Hace poco, una criada mía se puso enferma. Y fui a verla al hospital. Eso no lo haría jamás un rico andaluz. los ricos catalanes somos más sociales. (p 49).

Los periódicos de hoy -y sigo hablando de España- nos cuentan lo que sucede en el mundo, incluso en grandes titulares, pero uno no puede explicarse casi nada de cuanto sucede en el mundo a través de la mayor parte de ellos. porque no nos relatan nada esencial sobre nosotros mismos salvo en muy raras ocasiones. (p 76)

Las soberanas de nuestros días tienen un gran entrenamiento en el luto y la lágrima y han desarrollado una vasta cultura sobre el dolor. (p 107).

Todos los intérpretes hablaban con acento gallego, por la sencilla razón de que el único profesor de español que había en Beijing en aquel tiempo era un gallego. (p 114).

Todos saben que el rey Juan Carlos es un  hombre simpático, dicharachero, campechano e incluso, en ocasiones, algo chusco. En los viajes, se unía con frecuencia a los periodistas para gastar bromas. Una mañana en Shangai, mientras dábamos un paseo en barco por el río Huangpu, afluente del gran Yangzi, se apartó de la Reina y se acercó a un grupo de informadores que charlábamos en popa. «Yo creo que nos dan bromuro en las comidas -comentó-, porque llevo unos días que nada de nada. ¿Vosotros funcionáis?» Alguien le contestó que nosotros no íbamos acompañados. (p 124).

Un periodista muy conocido entonces, entraba de cuando en cuando en el lavabo y salía al poco con la barba manchada de polvo blanco de la cocaína. (p 133).

Cuando llegué a Managua, trabajaban junto a los sandinistas muchos europeos entusiastas de la causa de la revolución, incluso había algunos etarras que combatían entonces en el frente y unos pocos chiscos y chicas de movimientos españoles de extrema izquierda: trotskistas, prochinos, revolucionarios de la autogestión y gentes de parecidos pelajes, rescoldos sesentayocheros, en suma. (p 151).

En los grandes viajes hay que estar dispuesto a dejar de ser quien eres y convertirte en una persona distinta. No existe el gran viaje si cuanto sucede en el camino no te transforma en alguna medida. (p 154).

Nada hay que me provoque tanto el deseo de viajar a un sitio como un libro, pues ahí nace una buena parte de mis nostalgia de lo que conozco. (p 163).

Aprendí a combati la amargura, una tentación que nos espera siempre, agazapada detrás de nuestro hombro, y que es tan fácil de aceptar como la locura. (p 172).

 Hay escritores capaces de crear excelentes novelas a partir de su propia capacidad inventiva, en un solitario proceso de abstracción. Son pocos. La mayoría precisamos de una inmersión profunda en la realidad y de los olores de la vida. Necesitamos escuchar historias para imaginra lo que queremos contar, aunque transformemos la realidad a nuestro acomodo. (p 275).

Hoy en día, son nuestros sentidos quienes nos hacen viajeros, no nuestra mente. (p 285).

Creo que los mejores momentos de mi vida de trotamundos han sido los que he decidido desviarme de la ruta trazada con aterioridad. (p 285).

El mejor de los viajes es el próximo. (p 296).

 No se pierdan el siguiente vídeo en el aparece el escritor explicando algunas ideas:

 

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Sobre la bondad humana

Siempre he sentido cierta animadversión por los maniqueos que van etiquetando a los seres humanos que encuentran como «ángel» o «diablo» y expandiendo una moralina que ni ellos mismos suelen poner en práctica. Por lo general saben tanto de la bondad porque han sido «muy malos», que se lo pregunten a Agustín de Tagaste, que fue «cocinero» antes que «fraile».

Caer en la tentación de moralizar (que hay que evitar a toda costa) es fácil cuando uno se gana el pan como profesor de ética, como es mi caso y el de mi amigo Félix García Moriyón. Sin embargo Félix, en sus clases y en su brillante ensayo Sobre la bondad humana (Biblioteca nueva, Madrid, 2008), nos seduce para ser buenos sin atisbo maniqueo alguno: tras leer el libro uno aprende que ser bueno da placer.

El autor reconoce que le cuesta permanecer en la senda del bien y lo demuestran sus palabras cuando se despide de la gente «sé bueno, a mí también me cuesta». Es su lucha, la lucha de la gente de bien, un intento de dignificar al ser humano y de intentar hacer de esta inmensa bola de dolor, que es el mundo, un lugar más apacible que saque lo mejor que todos llevamos dentro. Mientras ya se prepara Sobre la maldad humana deleitémonos con algunas de las perlas que nos regala el libro:

Cuando la bondad se convierte en rango distintivo de una persona y así lo reconocemos, estamos hablando de plenitud, de gozo y alegría de vivir, de creatividad e imaginación, de verdad y de belleza. (p 18)

Hay otra posibilidad más que puede explicar la presencia del mal en nuestras vidas, se trata de su omnipresencia, de su viscosa ubicuidad en la sociedad en la que vivimos. Es lo que Hanna Arendt hizo famoso al llamarlo la banalidad del mal, esos pequeños males que cometemos en la vida cotidiana con una tranquilidad y eficacia digna de probos funcionarios y honestos trabajadores, que no se plantean en ningún momento el alcance de lo que se les pide que hagan y simplemente terminan haciéndolo porque así actúa todo el mundo. (p 20)

Hay personas y contextos que parecen sacar lo mejor que llevamos dentro y otras que, por el contrario, nos inducen a mostrar el lado malo. (p 27)

Este es el núcleo de la cuestión: nos encontramos ante un abanico de posibilidades de modos de existencia y tenemos que ir eligiendo en cada momento quiénes queremos llegar a ser y en qué clase de mundo queremos vivir. (p 37).

Los poderosos han jugado siempre con esta tendencia del ser humano a delegar con excesiva facilidad y cambiar su libertad por la seguridad o la tranquilidad. Tener que tomar decisiones es cansado y exige un esfuerzo personal notable por lo que no está nada mal que otros decidan por nosotros. (p 59)

Son buenas aquellas personas que saben conciliar sus propios intereses con los de los demás e incluso ponen estos últimos por delante. (p 75).

La persona envidiosa mira de algún modo en su interior y llega a la conclusión de que hay algo que le falta y no debiera faltarle porque se lo merece, mientras ese algo es poseído por otra persona, ésta sin merecerlo, al menos tanto como el que envidia. (p 81).

Lo que más nos duele no es tanto que el regalo no nos guste o no vaya en absoluto con nuestra persona, sino que muestre el poco interés que el otro tiene por nosotros. (p 120).

Que carguen otros con las responsabilidad y la consiguiente culpabilidad. Un alumno no suspende, sino que es víctima de un profesor que le tiene manía y por eso tiende a decir que ha aprobado, cuando las cosas salen bien, cambiado el verbo a pasivo para decir que ha susoendido, cuando las cosas salen mal. En dirección contraria, el profesorado invierte los términos: yo no soy un mal profesor, son mis alumnos los que no estudian nada y no se esfuerzan; aprueban gracias a mi trabajo y suspenden porque ellos no trabajan. (p 133).

Un ejercicio radical de la bondad va unido a un cierto abandono de nuestra capacidad de razonar. (p 140).

Casi siempre la madre y el padre, cuando analizan con el profesirado el bajo rendimiento académico de su hijo, prefiere que le consideren un vago a que le consideren tonto. (p 141).

Las personas atolondradas no son un ejemplo de bondad moral, pero tampoco parecen serlo las personas indecisas. (p 157).

La responsabilidad, o la culpa moral, es del profesor en el caso del suspenso, mientras que en el caso de aprobado pasa a ser mérito atribuible al esfuerzo personal del alumno. El profesorado hace algo parecido, pero al revé: mis alumnos suspenden porque no estudian, pero aprueban gracias a mi calidad pedagógica. (p 162).

Si utilizas la violencia para conseguir tus propósitos, corres un elevado riesgo de que, una vez conseguidos, sigas recurriendo a la violencia para mantener esos logros hasta el punto de que al final la violencia ha pasado de ser un medio provisional y temporal a convertirse en el eje de tu comportamiento. (p 171).

En mis clases de ética, no permito a mis alumnos que me contesten con un depende; si así lo hacen, exijo de inmediato que me digan de qué depende, es decir, que pongan sobre la mesa cuáles son los criterios que nos permiten saber de qué depende nuestra actitud moral. Esa exigencia de rigor modifica sustancialmente la conversación: ya no nos quedamos en un bobo intercambio de opiniones, sino qur ya pasamos a una seria confrontación de puntos de vista. (p 185).

El miserable es perverso, abyecto y canalla, y quizá por eso mismo es también desdichado e infeliz. (p 194).

La literatura clásica ha explorado con frecuencia esa ambivalente situación en la que alguien cree odiar a otra persona, mientras que en el fondo lo que sucede es que la ama, pero no se puede decir que la ame hasta que no interprete sus estados anímicos y corporales como amor. (p 199).

Si el niño ha pasado un tiempo largo con la guerrilla, superior a los 8 meses aproximadamente, resulta sumamente problemático que recuperen los sentimientos propios de una vida moral, mucho menos de una vida moral buena. Su comportamientos moral mostrará siempore serias carencias que difícilmente podemos imputarles. (p 205).

No parece que el odio, cuando se dirige a personas, sea un sentimiento moral positivo, aunque sí puede ser positivo dirigido a situaciones gravemente injustas con las que deseamos acabar. (p 206).

La persona buena es una persona virtuosa, que es tanto como decir que es aquella que tiene fuerza suficiente para llevar adelante lo que considera que tiene que hacer. (p 208).

La bondad comienza precisamente cuando vencemos el miedo y nos negamos a ser unos cobardes. (p 211).

Quienes ocupan las posiciones de dominio en una sociedad tienen una especial tendencia a provocar el miedo entre los ciudadanos porque saben que, cuanto más miedo padezcan, más fácil será que se conviertan en súbditos obedientes en lugar de en ciudadanos exigentes. (p 212).

Las personas que tienen baja autoestima tienen serios problemas parta hacer el bien. (p 215).

Frente a Descartes, hay que decir más bien que soy amado, luego existo. (p 228).

La buena persona se indigna porque le duele en lo más profundo de su ser la presencia del mal y no quiere de ningún modo ser cómplice del mismo. (p 255).

Las buenas personas analizan bien y detalladamente la situación, procurando que no se les pasen por alto aspectos que posteriormente pueden mostrarse relevantes y pertinentes. Piensan en alternativas tanto en el planteamiento del problema como en las posibles soluciones que sean factibles, exploran caminos poco frecuentes y novedosos y asumen riesgos de hacer cosas que nadie ha hecho hasta ese momento. (p 291).

Más información

Maite Hernández en La opinión de Málaga

Didáctica de la filosofía

Eikasia. Revista de filosofía.

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Leer El Quijote en Teherán

Regalo 5 ejemplares de Leer El Quijote en Teherán

Le recomendamos que visite la página oficial del libro Leer El Quijote en Teherán.

Dado que la semana que viene es el día del libro he decidido regalar cinco ejemplares de Leer El Quijote en Teherán. La única condición es que quien lo solicite escriba un posteo en su blog haciendo una crítica constructiva de mi libro; el plazo para escribir dicho posteo será de tres semanas a partir de la recepción del ejemplar.

Se asignarán por riguroso orden de solicitud, así que me pondré en contacto con los cinco primeros bloggers que comenten en esta anotación dejando un nombre, la dirección de su blog y un par de líneas explicando por qué le gustaría recibir el libro. Por supuesto también lo pueden solicitar lectores de fuera de España.

Aprovecho para decir que si algún librero está interesado en recibir algunos ejemplares debe dirigirse a la distribuidora Arnoia.

[techtags: Leer El Quijote en Teherán, blog, libro, Iran, arnoia]

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Leer El Quijote en Teherán

De nuevo se distribuye Leer El Quijote en Teherán

Le recomendamos que visite la página oficial del libro Leer El Quijote en Teherán

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Los libreros ya pueden volver a encargar ejemplares de Leer El Quijote en Teherán a la distribuidora Arnoia tras resolverse algunos problemas logísticos.

Esta es la ficha del libro del Ministerio de Cultura:

ISBN (13): 978-84-8366-053-9

ISBN (10):84-8366-053-9

Título: Leer «El Quijote» en Teherán
Autor: Robles Loró, Rafael
Lengua: publicación: Castellano
Edición: 1ª ed., 1ª imp.
Publicación: Coslada. Texto Editores , 03/2007
Descripción: 144 p. ; 23×15 cm
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 14,38 €
Materias: Literatura española. Otros géneros.
CDU: 821.134.2-4/-9

 

[techtags: Leer El Quijote en Teherán, blog, libro, Irán]

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Sobre la bondad humana

El próximo jueves 3 de abril a las 19:30 mi amigo Félix García Moriyón presentará su nuevo libro Sobre la bondad humana (editorial Biblioteca nueva) en el Ateneo de Madrid. Intervendrán D. Antonio Roche, D. Francisco Marcellán, D. José Antonio Marina y el autor del libro. ¡Enhorabuena Félix!

Esto es lo que se dice en la contraportada:

En algunas ocasiones la gente tiende a pensar que la bondad no merece la  pena y que las malas personas son las que terminan disfrutando de la  vida. El presente ensayo adopta el punto de vista opuesto: ser bueno merece la pena y es algo que la gente aprecia e intenta ser, aun sabiendo que no es fácil conseguirlo. La bondad es algo que queremos para nosotros mismos y para las personas a las que apreciamos. Tras aclarar de qué trata la ética y en qué consiste la identidad personal,
el autor pasa a exponer los rasgos que definen a una buena persona. En primer lugar, son buenas las personas que están informadas sobre sí mismas y sobre el mundo que les rodea. Además son aquellas capaces de analizar las situaciones a las que se enfrentan, valorar sus dimensiones morales y tomar las decisiones más adecuadas. Por último son buenas personas quienes poseen un conjunto de sentimientos morales como la empatía, el valor y el amor. Llegar a ser buena persona consiste en esforzarse por alcanzar un equilibrio armonioso entre esas tres dimensiones, de tal modo que nuestra identidad personal sea a un tiempo bella y buena, y el conjunto posea la firmeza de un cable bien trenzado a partir de los débiles hilos que constituyen la trama de nuestra personalidad.

Comentario del libro.

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Presentando Materia extraña

Juanto al escritor Gómez Cadenas y Manuel Toharia

El pasado martes 4 de marzo tuve el enorme placer de acompañar a Juan José Gómez Cadenas, junto al conocido divulgador científico y director del Museo de las Ciencias de Valencia Manuel Toharia, en la presentación de su libro Materia extraña.

De Ciudad Real a Valencia hay cinco horas de coche pero bien mereció la pena. Juanjo llenó la sala de la FNAC con un público curioso, entregado, sonriente, cómplice y muy, muy interesado por el sorprendete thriller científico de Gómez Cadenas. Sus preguntas así lo demostraron.

En mi discurso intenté romper algunos tópicos sobre las maldades de Irán y describir las bondades del libro, en el cual el autor sitúa a sus personajes en las bellas tierras persas pero sin juzgar. Este juicio lo deja para el lector que a buen seguro no quedará indiferente ante la delgada línea que separa la bondad de la maldad, la salvación de la condena, la vida y la muerte.

Me gustó mucho el discurso de Toharia, como siempre tan locuaz y ameno, quien repartió «tortas intelectuales» a un tal Iker que hace programas idiotas en la televisión y a otras tantas irracionalidades de nuestra sociedad supersticiosa.  

También disfruté de las palabras de Juanjo, quien dio varias claves de lectura de su libro.

Allí tuve la alegría de conocer a Vicente, un profesor levantino que se está reconvirtiendo en «blogfesor».

MÁS INFORMACIÓN SOBRE EL LIBRO en PJorge y en una anotación anterior.