El último número de la revista Acontecimiento es un monográfico dedicado a la situación de los cristianos en Oriente Próximo (se equivocan al utilizar el calco anglosajón «Oriente Medio» para titularlo). La pueden leer en este enlace.
Los artículos son muy críticos y quizá no vendría mal admirar, antes o después de leerla, la formidable película Silencio que describe las peripecias de dos sacerdotes del siglo XVII que pretenden extender el cristianismo en el Japón. El espectador atento y reflexivo se planteará la siguiente pregunta: ¿quiénes son las víctimas y quiénes los verdugos? En ella la frontera entre el bien y el mal parece difuminada pero el último fotograma barre para casa y, sin él, esta película habría sido una contundente apología del ateísmo y un alegato irrebatible del relativismo. Vean el trailer:
A buen seguro que también hay monográficos de otras revistas —y películas— que explican la calamitosa situación de los budistas, de los judíos o de los musulmanes en la cristiandad. Su tono será muy crítico y maniqueo, mentarán a víctimas y verdugos, héroes y villanos, mártires y bárbaros, porque juzgamos desde donde nos tocó nacer y, por tanto, lo bueno es lo nuestro y lo malo lo de los demás.
Sin embargo, ello no es óbice para intentar buscar los universales, perseguir la Verdad (con letra versal, de universalidad) y hostigar las apariencias. Detesto el relativismo moral y me aterra que la verdad no funcione de igual modo en el Japón que en Europa, en Teherán que en Sebastopol. Y en ello consiste la grandeza del argumento de la película: en la obsesión por ese universal que, exista o no, tiene virtudes salvíficas.
Los cristianos amenazados —como los musulmanes, budistas y judíos perseguidos— representan la esperanza del Universal en una existencia que sin él nos aboca al precipicio nihilista y deshumanizador. Lamentablemente, para iniciar la búsqueda del universal es preciso dotarse de la arrogancia de considerarse moralmente superior, despojarse de complejos de humildad y armarse de agresividad. De este modo, imponer el universal al prójimo entraña una inconciliable contradicción, siendo el acto más antirreligioso y antihumano que pudiera existir.
Mi artículo trata sobre la situación de los cristianos en Irán. La pretensión era ser objetivo pero quedé atrapado en lo abstracto porque no tengo acceso a la cloacas del poder y ni siquiera existen estudios serios que demuestren la existencia de perseguidos. Lo he escrito intuyendo, tanteando, dando palos de ciego, como se juzgan estas cosas.
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