Ivonne es un milagro de la vida. Estaba condenada a ser una víctima más de la miseria más inmisericorde de Haití hasta que, siendo muy niña, la introdujeron oculta en un autobús desde Puerto Príncipe a Santiago de los Caballeros, en República Dominicana.
Los vientos la condujeron a Oné Respe, donde fue acogida como una más. Recibió educación, alimentación y cariño, lo que destrozó implacablemente el maldito destino que la esperaba.
Ahora sigue trabajando en OR y es una de sus máximas valedoras. Imparte talleres para prevenir el SIDA y deja todas sus energías trabajando en lo relativo a la salud de su comunidad.
Es una excelente persona, divertida, rigurosa en su trabajo y afable. Es la prueba constatable de que las organizaciones solidarias tienen una crucial función, si no la más importante, en la sociedad.
Ivonne y muchas como ella repartidas por todo el mundo dan sentido a la labor solidaria. Ellas encarnan el sentido de la existencia.
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