Tras el largo viernes de descanso musulmán, hoy sábado empezó la semana de duro trabajo en Irán y, como no, experimenté mis primeras sensaciones docentes ante una cultura que hoy no ha dejado de sorprenderme.
En primer lugar, casi todos mis alumnos son mujeres, digamos que un 80%.
En segundo lugar, tras las pertinentes presentaciones, las mujeres se mostraban más ambiciosas profesionalmente que los hombres.
En tercer lugar, sus negros velos tienen más elegancia que las minifaldas de Occidente.
En cuarto lugar, son muy inteligentes y me meten mucha caña en las clases, como a mí me gusta.
En quinto lugar, van de la mano por la calle con sus novios.
En sexto lugar, son románticas y les gusta la poesía española, sobre todo Bécquer.
En séptimo lugar, tienen conciencia de género (es decir, conciencia de clase).
En octavo lugar, son muy respetuosas pero sin caer en la ñoñería.
En noveno lugar, se levantan todas (y todos) cuando paso a clase, como si yo fuera un sacerdote apunto de empezar la liturgia.
En décimo lugar, cuchichean a veces, pero mi desconocimiento del farsi no me permite saber de qué hablan.
Deja una respuesta