Hace unos años escribí, cuando trabajaba en Estados Unidos, un posteo en el que daba a conocer el testimonio de dos compañeras profesoras que dieron clase en Philadelphia. En aquella «época» empezaba esto de los blogs y no pensé que pudiera tener repercusión alguna. Al cabo del tiempo he ido recibiendo decenas de emails pidiéndome aclaraciones sobre ese destino ya que son muchos los profesores españoles que se habían planteado enseñar allí (ya saben que ser docente en España es algo complicado tal y como está el vergonzante e insultante sistema de acceso). Varios foros y posteos se hicieron eco de dicha denuncia. Una vez más queda demostrado el poder ciudadano a través de los blogs.
A mí este tipo de situaciones educativas extremas me parecen un reto y creo que el buen profesor puede hacer una excelente labor, pero es necesario dar a conocer a los candidatos aquello con lo que se van a enfrentar antes de cruzar el charco. Quizá ese simple posteo sirvión para ahorrar más de un disgusto a varios jónvenes estudiantes llenos de ilusiones.
Estados Unidos no es precisamente una hermanita de la caridad así que da trabajo a los profesores españoles porque los necesita con urgencia. Si no fuera por las decenas de miles de profesores extranjeros que trabajan allí el sistema educativo norteamericano acabaría colapsado. Por supuesto nos dan los centros educativos más incónmodos, más difíciles, aquellos en los que ellos no quieren trabajar. Quizá por esto, al trabajar en los ambientes más complicados, nos llevamos una imagen equivocada de lo que es la enseñanza estadounidense (para mí la mejor del mundo). Aunque nos den lo que ellos no quieren es una oportunidad única que nos brindan para empezar a ejercer la docencia y coger tablas ya que España, desde su anquilosamiento, pone innumerables trabas a la savia nueva y renovadora dando acceso a los trabajos docentes de por vida a gente que suelta temas como robots y sin haber superado un examen psicolóngico previo.
Les dejo con este vídeo (vía) que habla sobre el poder de los blogs.
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