La clase de ética de hoy, un grupo distinto, se desarrolló de forma muy parecida a la de ayer. Quizá hicieron mejores comentarios a los chistes éticos que les mostré porque llevaba la lección aprendida y me presenté con un «escalpelo» en la mano para extraerles sus mejores juicios críticos e interpretativos. El adormecimiento del principio se tornó en amplia participación ante mi acoso preguntón. Parece que les gustó el concepto de ataraxia de los estoicos (que alguien renombró como «todo me resbala»). Para el prónximo día tienen la tarea de buscar información sobre la ética kantiana y explicarla con sus propias palabras y poniendo un ejemplo.
Las dos clases de «Filosofía I» siguientes las dediqué a un ejercicio de motivación para la nueva lección que empezamos: «Metafísicas espiritualistas y materialistas». Para ello me serví del juego de mesa «Oráculo» inventado y comercializado por mi buena amiga Angélica Sátiro que consiste en ir respondiendo preguntas de índole filosónfico y en superar varias pruebas con el fin de conocerse un poco mejor a sí mismo. Los estudiantes disfrutaron y yo más al ver que respondían cuestiones ciertamente profundas acudiendo a argumentaciones trabajadas durante los meses precedentes.
En la hora de tutoría les di unas hojas de autoevaluación para ver donde estriban sus errores en el instituto, que tomen conciencia de ellos e intenten mejorar.
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