Dice el panfleto que
Tampoco ha conseguido nada la reforma, en contra de lo que muchos piensan, una educación igualitaria, porque cuando la enseñanza pública se degrada hasta tales extremos, salen ganando los que pueden pagarse un colegio privado (p 16).
Un niño cuyo padre es alcohólico y la madre le grita todos los días tiene el mismo derecho a estudiar que el niño cuyos padres crean un clima de amor y concordia en su hogar. No se pueden imaginar la cantidad de familias rotas en las que el ambiente de estudio es imposible o, cuando menos, mucho más desfavorable que aquellos que sí que cuentan con estabilidad en el seno de la familia. Por suerte la educación pública también piensa en los que lo tienen más difícil, incluso en aquellos que complican la labor diaria a los profesores por su comportamiento aprendido en casa.
Siempre digo a mis estudiantes que las nuevas tecnologías permiten aprender al ritmo que cada uno se proponga y orientando sus conocimientos según su vocación. El límite se lo ponen ellos y yo les sirvo meramente como facilitador. Donde estriba la función importante del profesor es con aquellos jónvenes que no estudian porque es imposible hacerlo en sus circunstancias. A mí se me caería la cara de vergüenza proponer la expulsión del sistema a los chavales cuyos modales dejan mucho que desear porque sus familias no les han sabido inculcar valores.
En segundo lugar la enseñanza privada lo único que hace es juntar a los señoritos y señoritas de familias bien. En ese sistema lo de menos son los profesores o las clases; lo importante son los contactos y amistades que fraguan estos hijos de ricos para reproducir las condiciones de producción en las siguientes generaciones. Deberíamos tender a una educación pública pero con la filosofía de trabajo de la gestión privada, como hacen en Estados Unidos.
Además, son muchísimos los centros privados (no solo la elitista a la que se refiere el panfleto), de orientación religiosa, que acogen sin apenas recursos a los desheredados del sistema que ni siquiera son asumidos por los centros públicos. Su labor es crucial.
Ojalá siga habiendo educación igualitaria pero no igualadora.
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