El despertar de Irán

Portada de El despertar de Irán de Shirin Ebadi

Shirin Ebadi, premio Nobel de la paz, acaba de publicar en español El despertar de Irán (editorial Aguilar). Es un libro en el que habla de ella, y eso siempre es difícil por aquello de la falsa modestia, sin embargo da pautas para convertirnos en héroes allí donde estemos.

Ella es una heroína porque, pudiéndose haber ido del país persa, decidió quedarse para mejorarlo. Es la actitud contraria a la de decenas de miles de emigrantes que sueñan con llegar a Occidente, desmantelando sus países de los mejores cerebros y de la fuerza de la juventud. Senegal, Perú, Ecuador, y tantas otras naciones también están llenas de héroes que deciden seguir su lucha por la mejora de su comunidad, por difícil o paupérrima que sea, en lugar de huir hacia supuestos paraísos que no lo son.

El libro es valiente y por eso la amenazan de muerte los sectores más analfabetos de la sociedad (que atrevida es la ignorancia); me alegra saber que el propio gobierno iraní, al que tanto critica, le proporciona escolta 24 horas al día, lo cual le honra.

La psicología del héroe siempre es muy complicada, aunque quizá el origen de dicha virtud hay que encontrarla en Ebadi en su inquebrantable fe en Dios: «De repente, un sentimiento indescriptible se apoderó de mí, empezando en mi estómago y extendiéndose a la punta de mis dedos. En esa agitación sentí como si Dios me respondiera. Mi tristeza se disipó y una extraña euforia atravesó mi corazón. A partir de ese momento mi fe en Dios ha sido inquebrantable» (p 24).

Les dejo con las perlas y con el vídeo de la conferencia que dio en 2004 en la Universidad de UCLA, en Estados Unidos, en lo que es un resumen de lo que aparece en el libro (que usted puede adquirir en este enlace):

La revolución que estaba teniendo lugar me hipnotizaba, aunque lo más fascinante de todo eran los chaqueteros, los cambios de alianzas de la noche a la mañana. (p 47).

Tardé apenas un mes en comprender que, de hecho, había participado de manera voluntaria y entusiasta en mi propia eutanasia. Era una mujer y la vistoria de esa revolución exigía mi derrota. (p 51)

En esa nueva atmósfera todo el mundo aspiraba a parecer pobre y llevar la ropa sucia se había convertido en un distintivo de integridad política, señal de que uno se solidarizaba con los desposeídos. (p 56)

Entre cuatro y cinco millones de iraníes abandonaron el país a lo largo de dos décadas, entre ellos las mejores mentes del país. Hasta el día de hoy Irán sufre una de las más serias fugas de cerebros del mundo; los que nos quedamos hemos visto como nuestros jóvenes se desperdigaban por todo el mundo, insuflando vida a las sociedades y economías de otras naciones. (p 96)

En aquellos días hacer alarde de devoción era suficiente currículum (p 128).

La diferencia entre el Irán de hoy y el de 1979 es que la tecnología de la información e Internet hacen que la censura sea imposible. (p 221).

La mayor amenaza es mi propio miedo; que es nuestro miedo, el miedo de los iraníes que quieren un mundo diferente, lo que hace poderosos a nuestros oponentes. (p 244)

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Comentarios

Una respuesta a «El despertar de Irán»

  1. […] me entusiasmaron en su momento son citados con asiduidad en esta obra: Todos los hombres del Sha, El despertar de Irán y Las raíces del Irán Moderno. Apoyándose en ellos Farzamnia los supera por su claridad […]

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