Jesús de Nazaret

He leído con deleite el último libro del Papa Benedicto XVI (Jesús de Nazaret, La esfera de los libros).  Es notable su esfuerzo intelectual de racionalizar lo que aparece en la Biblia a la luz de nuestros tiempos. Creo que este libro puede acercar a más personas a la Iglesia y muchos desencantados volverán a reconciliarse con ella. Pero claro, hay que leerlo sin prejuicios y «sin estar a la defensiva».

Por lo general, la inmensa mayoría de la gente inteligente que conozco está bastante alejada de la Iglesia y no suele asistir a misa los domingos y «fiestas de guardar». Achaco esto a los discursos y homilías sencillas, adaptados para que todos los públicos las entiendan, plagadas de un lenguaje pueril, básico y, a veces, demagógico, por no hablar de orientaciones políticas y morales no tratadas con el debido rigor. Los sacerdotes adaptan sus palabras para que niños y personas con estudios básicos puedan entenderles, olvidando que entre los asistentes hay feligreses que esperan más nivel intelectual.

Esta carencia me lleva a echar en falta «misas laicas». En ellas una vez a la semana, los domingos por ejemplo, la gente se reuniría en torno a un texto filosófico para comentarlo, reflexionarlo y debatirlo. Obviamente sería necesario desarrollar un ritual para «entrar en el alma del texto», no en vano el rito es parte importante de nuestra naturaleza humana y no es patrimonio exclusivo de la Iglesia.

Pensamientos de Jesús quien, soslayando su divinidad, es un gran filósofo, así como escritos de Marx, Nietzsche, Schopenhauer, Vattimo, Lipovetsky, Gadamer, Heidegger, Locke, Hume, etc. se comentarían entre todos en estas «misas laicas» tras su lectura y «sermón» emitido por un «sacerdote laico» experto en la materia.

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Comentarios

8 respuestas a «Jesús de Nazaret»

  1. Creo que sería mejor mantener el pensamiento alejado de misas, sermones y sacerdotes, salvo que queramos fundar la la secta filosófica:

    http://waldenland25.blogspot.com/2007/10/sectas-dbiles.html

    creo que la referencia es adecuada al post.

  2. «Pero claro, hay que leerlo sin prejuicios y “sin estar a la defensiva”

    Para leer ese libro y para todo: Felicidades por tu gran apertura de miras. Sigues siendo una referencia.

  3. Avatar de José Vicente Caminero Torija
    José Vicente Caminero Torija

    Bueno, Rafa, saludos ya me ha informado mi tío de tus cursos en el cpr de Valdepeñas. Espero que haya una buena afluencia de gente y que sea bien aceptado por la comunidad docente. Bueno te mando una pequeña reseña del Libro del Papa Benedicto XVI. Espero que te sirva para algo y así tienes otra visión del libro «más religiosa»:

    En el mes de mayo de 2007 salía a la luz el libro del Papa Benedicto XVI que lleva como título Jesús de Nazaret. Hasta ahora no había ocurrido que saliera sobre Jesús un libro de un Papa. El papa Juan Pablo II nos había acostumbrado a algunas narraciones sobre su vida. Pero es la primera vez que sale un libro de un Papa que afronta un tema tan arduo y amplio. Es verdad que en este volumen se trata sólo algunos aspectos de la vida de Jesús, que van desde el Bautismo a la Transfiguración. Benedicto XVI espera completar su obra en no mucho tiempo, en donde presentará otros aspectos de la vida de Jesús (los relatos de la infancia, el misterio de la pasión, muerte y resurrección). Con todo, es obligatorio la pregunta: ¿son las palabras contenidas en este volumen las de un Papa, con toda su fuerza magisterial, o son reflexiones de un estudioso que expresa sus convicciones personales, aunque procedan de una larga familiaridad con su tema y a partir de su implicación personal en la vida de la Iglesia y en el seguimiento de Cristo?

    El mismo Papa resuelve esta posible ambigüedad diciendo: “Creo que no es necesario decir expresamente que este libro no es en absoluto un acto magisterial, sino la expresión de mi búsqueda personal del “rostro del Señor” (Sal 27, 8). Por lo tanto, cada cual tiene libertad para contradecirme. Sólo pido a las lectoras y lectores el adelanto de simpatía sin el cual no existe comprensión posible.

    La primera observación que desearía hacer sería en relación con el título, El libro se titula Jesús de Nazaret, pero creo que el verdadero título debería ser más concretamente “Jesús de Nazaret ayer y hoy”. De hecho el autor pasa con facilidad de la consideración de los hechos relativos a Jesús a la importancia que estos tienen para los siglos siguientes y para nuestra Iglesia. Por eso el libro está lleno de alusiones a las cuestiones contemporáneas.

    Por ejemplo, hablando de la tentación en el desierto, cuando Satanás le ofrece a Jesús el dominio del mundo, el autor afirma que “su verdadero contenido se hace visible cuando constatamos cómo cada vez toma nueva forma en el decurso de la historia. El imperio cristiano trató muy pronto de transformar la fe en factor político para la unidad del imperio. El reino de Cristo, por tanto, debía tomar forma de un reino político y de esplendor. La debilidad de la fe, la debilidad terrenal de Jesucristo tenía que estar sostenida por el poder político y militar. En el transcurso de los siglos esta tentación –asegura la fe mediante el poder- se ha ido presentando continuamente, de diferentes maneras, y siempre la fe ha corrido el peligro de quedar sofocada por el abrazo del poder (pp. 62-63).

    Este tipo de consideraciones sobre la historia posterior a Jesús y sobre la actualidad le da al libro una amplitud y un sabor que otros libros sobre Jesús, preocupados por el debate meticuloso sólo de los acontecimientos de la vida, no poseen (Carlo Maria Martini).

    El libro tiene la siguiente estructura: 1. El Bautismo de Jesús; 2. Las Tentaciones de Jesús; 3. El Evangelio del Reino de Dios; 4. El discurso de la Montaña; 5. La oración del Señor; 6. Los discípulos; 7. El mensaje de las parábolas; 8. Las grandes imágenes joánicas; 9. Dos momentos importantes en el camino de Jesús: la confesión de Pedro y la Transfiguración; 10. Las afirmaciones de Jesús sobre sí mismo. Un prólogo y una introducción abren la obra. Todos los capítulos son originales excepto el segundo, que es prácticamente idéntico a uno de Caminos de Jesucristo, Madrid 2005.

    Las fuentes empleadas son fundamentalmente y principalmente los Evangelios tal como los ha recibido la Iglesia. Para su interpretación, Benedicto XVI se sirve sobre todo de los otros libros de la Escritura. En el prólogo, el autor señala que su obra presupone la exégesis histórico-crítica. Afirma que se sirve de sus resultados, pero desea ir más allá de este método desembocando en una interpretación propiamente teológica. El Papa reconoce que el método histórico crítico es importante, pero que tiene el peligro de desmembrar el texto y de hacer incomprensibles los hechos a los que el texto hace referencia. Se propone, pues, leer los diferentes textos en el marco de la totalidad de la Escritura. Resulta así claro “que en el conjunto hay una dirección, que el Antiguo y el Nuevo Testamento están íntimamente unidos entre ellos. Está claro que la hermenéutica cristológica, que ve en Jesucristo la clave del todo y, partiendo de Él, aprende a comprender la Biblia como unidad, presupone una decisión de fe y no puede derivarse del puro método histórico. Pero esta decisión de fe tiene de su parte la razón –una razón histórica- y permite ver la unidad íntima de la Escritura y comprender así de una manera nueva también cada trecho de camino, sin quitarles su propia originalidad histórica” (p. 15).

    Lo que destaca con fuerza J. Ratzinger es el hecho de que Jesús de Nazaret tiene una visión de Dios que no tiene ningún otro hombre. Cita por eso el prólogo del Evangelio de san Juan: “A Dios nadie le ha visto jamás; el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha revelado” (Jn 1, 18). Es el punto de inicio a partir del cual es posible comprender la figura de Jesús. Esto comporta cierta compenetración entre conocimientos históricos y conocimientos de fe. Cada uno de estos caminos, tanto el de la razón como el de la fe, conservan su dignidad, libertad y método propio, sin mezclas ni confusiones.

    La introducción ofrece la clave de cómo debe entenderse la obra. El punto de partida es el anuncio del libro del Deuteronomio sobre un nuevo profeta al estilo de Moisés: “No ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés, a quien el Señor trataba cara a cara” (Dt 34, 10). Benedicto XVI comenta que lo esencial del profeta no es revelar el futuro, sino mostrar el rostro de Dios. Lo que esperaba Israel era un nuevo Moisés que tuviera un acceso inmediato a Dios para poder comunicar la voluntad y la palabra de Dios de primera mano, sin falsificarla. A Moisés, sin embargo, no se le concedió ver la gloria del Señor – su naturaleza-, cuando lo pidió. Dios le dijo: “No podrás ver mi rostro, pues ningún ser humano puede verlo y seguir viviendo. Y continuó: He ahí un lugar junto a mí; tú puedes situarte sobre la roca. Cuando pase mi gloria, te colocaré en la hendidura de la roca y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Luego retiraré mi mano y tú podrás ver mi espalda; pero mi rostro no se puede ver” (Ex 33, 20-23). Al nuevo Moisés, dice Ratzinger, se le concederá lo que se le negó al primero: ver verdaderamente e inmediatamente el rostro de Dios y poder hablar así a partir de la plena visión de Dios y no sólo después de haberle visto las espaldas.

    Buena parte de la exégesis actual, la que se puede calificar como más sólida, a pesar de las incertidumbres en las que a menudo se mueve, pone de manifiesto que lo más específico de Jesús es su regencia total a Dios y su unión con Él. El papa hace suyas las palabras del exegeta católico alemán, Rudolf Schnackenburg, quien en una de sus últimas obras afirma que si la persona de Jesús no está enraizada en Dios queda etérea, irreal e inexplicable. Benedicto XVI afirma: “Éste es el punto de apoyo sobre el que se basa mi libro: considera a Jesús a partir de su comunión con el Padre. Éste es el verdadero centro de su personalidad. Sin esta comunión no se puede entender nada y partiendo de ella Él se hace presente a nosotros también hoy” (p. 10). En Jesús se cumple la promesa del nuevo profeta anunciado por Moisés (Dt 18, 18). Jesús vive en la presencia de Dios, no sólo como amigo sino como Hijo; vive en profunda unidad con el Padre. Por eso con firmeza Benedicto XVI afirma: “Si no se tiene esto en cuenta, la figura de Jesús se hace contradictoria y en definitiva incomprensible. La pregunta que todo lector del Nuevo Testamento debe hacerse, es decir, de dónde Jesús ha sacado su doctrina, dónde está la clave que explique si comportamiento, encuentra su verdadera respuesta sólo a partir de ahí” (pp. 26-27). De esa unión viene la autoridad de su enseñanza: de su contacto con el Padre cara a cara, de la visión de Aquel que está en el seno del Padre. Es así como los evangelios cobran sentido.

    Jesús de Nazaret no es un mito, sino un hombre de carne y sangre, una presencia real en la historia. Podemos seguir los caminos que él recorrió. Podemos oír sus palabras gracias a los testigos. Él murió y resucitó.

    Por eso el autor toma distancia de Rudolf Schnackenburg, para quien “los evangelios quieren revestir de carne el misterioso Hijo de Dios que ha aparecido en la tierra”. A lo que Benedicto XVI responde que “no tenían necesidad de revestirlo de carne, pues Él se había hecho de verdad carne” (p. 10).

    El libro no se limita sólo al aspecto intelectual. Nos muestra el camino del amor de Dios y del prójimo, como dice muy bien explicando la parábola del buen samaritano: “Ahora nos damos cuenta de que todos necesitamos el don del amor salvífico de Dios mismo, para poder ser nosotros también personas que aman. Necesitamos siempre a Dios que se hace prójimo nuestro, para poder, a nuestra vez, hacernos prójimos” (p. 238).

    El autor afronta también el tema del “fracaso del profeta”, de todo verdadero profeta: “Su mensaje contradice demasiado la opinión común, las costumbres corrientes. Sólo a través del fracaso su palabra se torna eficaz. Este fracaso del profeta flota como una oscura pregunta sobre toda la historia de Israel y se repite de alguna manera continuamente en la historia de la humanidad. Es sobre todo cada vez de nuevo también el destino de Jesucristo: Él acaba en la cruz. Pero precisamente de la cruz deriva la gran fecundidad” (p. 226).

    En este libro, Benedicto XVI se nos entrega claramente como pastor que se preocupa por alimentar, sostener y edificar la fe de la comunidad cristiana y de aquellos que buscan al Jesús real; pero también como teólogo que toma postura ante los temas más difíciles y debatidos, con una argumentación seria y razonada. Esta conjunción de teólogo y pastor es, precisamente, la que ha caracterizado a los Padres de la Iglesia.

  4. Avatar de Miguel Ángel López
    Miguel Ángel López

    Querido Rafa: la ‘teoría de la bondad de Jesús más allá de lo que hacen sus (a veces) innobles seguidores en nombre de la Iglesia’ está un poco manida. Hace tiempo que dejé de perder el tiempo leyendo ciertas cosas. A Ratzinger lo conozco por su disputa con Habermas y por su artículo «Deus caritas est» (ellos lo llaman encíclica). El hombre tiene cierto ingenio para componer su trama, pero no deja de ser otro creyente que reformula y replantea la larga retahila de supersticiones cristianas. Lo siento, pero estoy demasiado ocupado para leer ciertas cosas. No obstante, si me lo permites, te invito a leer dos libritos de Gonzalo Puente Ojea. Aunque sólo sea para contrastar: «El mito de Cristo» y «El evangelio de Marcos» (ambos en Siglo XXI). En ambos se realiza un análisis, desligado de la hermenéutica religiosa, de «los textos sagrados».

    Por último, no quiero cerrar este comentario sin agradecerte tu página, en la que tanto aprendemos. Gracias

    Un abrazo

  5. Querido y admirado Miguel Ángel: Que algo esté manido no significa que sea falso, como sabes de sobra. Me gusta mucho como escribe Puente Ojea, creo que es el gran olvidado de los intelectuales de España; Onfray y Savater también son buenos en sus críticas a la religión. Creo además que estás críticas no caen en saco roto y que la Iglesia se fortalece con ellas, sobre todo con un Papa-filósofo como el actual.

    José Vicente, gracias por tu texto, lo leeré cuando tenga tiempo. Como profesor de religión que eres echo de menos aquellas discusiones que mantuvimos el año pasado sobre el hecho religioso.

    Javier, tu trabajo también es una referencia obligada para los que nos dedicamos a esto de educar.

    Serenus, un saludo cordial. Cuando lo normal en la sociedad (por tanto la postura conservadiora) es criticar por norma a la religión, lo progresista consiste en intentar comprenderla a la luz de los nuevos tiempos.

  6. Avatar de samsa
    samsa

    Rafael,

    Ten cuidado, no vayas a acabar repartiendo hostias ….. laicas y filosóficas.

  7. Avatar de Hobbes
    Hobbes

    Lo de que Jesucristo «es un gran filósofo» deja perplejo:
    ¿Cuál era su filosofía?.
    Estos progresistas son terribles. Luego no dejan ponerse como nick el nombre de un terrorista: no saben lo que es «ponerse un nick» a la luz de los nuevos tiempos.
    ¡Salud a los conservadores!.

  8. Hola, no he leido el libro del Papa pero tengo q realizar un trabajo sobre él, así que gracias por vuestras referencias. Aunque no soy católica, ni siquiera cristiana, sí que es cierto que libros como este hay que leerlos sin prejuicios, para captar objetivamente el contenido tanto espiritual como filosófico (porque Hobbes, Jesucristo sí tenía una filosofía, otra cosa es que tu seas tan cortito de no haberla captado. De todas formas, para empezar a comprender un poco más campos de esta indole, deberias empezar con lecturas sencillitas que poco a poco te vayan formando para poder algún día leer la filosofía de Jesucristo o de cualquier autor y entenderla. ¿Por qué no empiezas con «Los mundos de Yupi»? No creo que te causen muchos problemas).

    Muchas gracias nuevamente por aportar vuestras opiniones, espero poder hacer lo mismo una vez me lea el libro, saludos.

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