El pasado verano un amable redactor de la revista Tiempo contactó conmigo y me hizo una entrevista a través del correo electrónico sobre la situación de la educación en España, a raíz de algún artículo que escribí sobre «el clima paranoico que nos hace creer que no hay autoridad en las aulas y que los institutos son centros anárquicos donde los estudiantes campan a sus anchas y que tratan a los profesores como les venga en gana».
Hablaba de la educación en positivo y creo que no publicaron el artículo porque los mensajes constructivos no suelen interesar a las masas. Después de dedicar un tiempo a contestar sus preguntas lamenté ver censurado el reportaje aunque ya estaba acostumbrado a esto de las prohibiciones en los mass media.
Hoy me encuentro con un reportaje de la revista Época que me ha dejado estupefacto por las medias verdades y exageraciones que desparrama. Si bien es cierto que hay estudiantes «que se pasan» la gran mayoría son buena gente.
Incluyo el artículo (pdf 1,89 MB) para que lo lean y no estaría mal que alguien con tiempo fuera desmintiendo uno a uno lo que ahí se afirma. Más abajo añado lo que no publicó Tiempo, por si sirviera de contraste. ¿Se atreverá algún día un medio a hablar de las cosas buenas que se están haciendo en educación y de los excelentes jóvenes que asisten a los centros educativos?
-¿Qué opinas sobre lo que tú mismo llamas la «paranoia» de la falta de disciplina en clase; si consideras que hay una alarma excesiva y a qué puede obedecer esto.
Creo que se exagera en los medios de comunicación sobre el mal comportamiento y la falta de disciplina de los estudiantes en el aula. Es cierto que hay casos de violencia contra el profesor o de insultos, pero esa es la excepción. Por lo general, cuando hay insultos de por medio hay que analizar el problema con el alumno y ver donde residen las causas, que suelen estar relacionadas con graves problemas familiares y sociales, de los que el “alumno ofensivo” es tan solo una víctima. El profesor no debe tomarse esas ofensas como algo personal sino como un reto para ayudar al alumno. Los profesores somos algo más que recitadores de información.
Ahora todos deben estudiar hasta los 16 años obligatoriamente, por lo que aumenta la probabilidad de dar clases a chavales problemáticos; igualmente hay un gran número de estudiantes inmigrantes con los que hace unos años no contábamos. Es lógico pensar que si hay más estudiantes habrá también más estudiantes conflictivos, pero también más estudiantes “buenos” que tiempo atrás.
Considero que el profesor debe tener las suficientes herramientas para tratar los casos difíciles, debe prepararse y estudiar pedagogía, esa ciencia tan sorprendentemente denostada entre nuestro gremio (en casa de herrero…). Parece que a parte del profesorado solo le gusta que vaya a clase un “público” manejable y obediente. La verdad es que la sociedad ha cambiado y como el aula es un reflejo de ella el profesor debe formarse para motivar a las nuevas generaciones en el apasionante mundo de la sabiduría. Las nuevas tecnologías (blogs, wikis, plataformas educativas on-line, etc.) permiten trabajar con los estudiantes de forma constructiva e interactiva, lo cual les motiva y les hace aprender mejor.
A mí me parece increíble que siga habiendo profesores de geografía que sigan dibujando los mapas con tizas pudiendo proyectar imágenes en directo de la Tierra (Google Earth) o profesores de filosofía que no promuevan el debate filosófico a través de listas de distribución de emails, de wikis o de blogs. Trabajar con nuevas tecnologías requiere una formación que el profesorado no está dispuesto a asumir, aunque, en mi opinión, debiera ser su obligación. Yo te animo a que en vuestra revista hagáis algún reportaje sobre la revolución que supone las TIC (tecnologías de la información y de la comunicación) en el aula.
-No sé cuánto tiempo llevas dando clase, pero, ¿te parece que los chavales de ‘antes’ eran más respetuosos que los de ahora? ¿qué ha podido pasar de un tiempo a esta parte, para que se den casos de acoso físico a los profesores, cuando hace relativamente pocos años (yo tengo 23 y a mí todavía a los 13 alguna galleta me soltó algún profesor) se les podía tener pánico?
Los chavales de antes tenían más miedos que los de ahora, eso es cierto. Hoy los estudiantes pueden decir lo que piensan y no se les puede expulsar del centro y mucho menos pegarles. Antes con una simple expulsión el problema estaba resuelto, se extirpaba el problema de raíz, pero hoy en día la sociedad es más comprensiva con los jóvenes díscolos y hay que intentar reconducirles por el buen camino, es mera cuestión de solidaridad, no todos tienen la suerte de nacer en una familia protectora e incentivadora de valores.
Es necesario tener en cuanta que hay profesores (también es la excepción ya que la mayoría son profesionales comprometidos con su trabajo) que yo mismo despreciaría porque se limitan a contagiar de pesimismo, aburrimiento y desazón a los chavales. La profesión de profesor, que antes era vocacional, hoy está llena de “gentes con vocación de funcionario”, y eso los alumnos lo detectan.
Habría que analizar pormenorizadamente caso por caso el porqué del acoso físico que cuentan los medios de comunicación. Yo nunca lo he visto, ni en mí ni en mis compañeros. En un par de ocasiones me han insultado, pero en el fondo lo que vi en esos insultos era una llamada de atención sobre una situación personal grave del alumno. Tras hablar con ellos para aclarar el porqué de esa actitud uno acaba entendiendo y perdonando. Es parte de nuestro trabajo.
-Relacionado con lo anterior, ¿en qué medida crees que la prosperidad económica y social del país ha podido influir en esto? (hay más dinero, muchos padres quieren que sus hijos tengan «lo que ellos no tuvieron», lo que puede llevar a tenerlo todo por sistema sin esfuerzo alguno, sin saber lo que cuestan las cosas; por otra parte, el sistema laboral español hace cada vez más difícil que los padres trabajadores pasen más tiempo con sus hijos).
Por lo general hay más problemas de disciplina en centros de barrios conflictivos y pobres. Los que tienen dinero suelen ir a centros privados donde la falta de disciplina es menor, por lo que el argumento de la prosperidad económica no es del todo bueno.
Estimo que los estudiantes son los mismos que las generaciones precedentes. Siguen madrugando para ir a clase, a sus padres y a ellos mismos les preocupan mucho las notas y siguen respetando al profesor. Salvo en contadas excepciones los padres suelen ser tremendamente atentos, solícitos y amables con el profesorado. Si el profesor les respeta a ellos y les trata con cariño, los chavales tendrán una misma actitud.
-Crees que en los últimos tiempos se está delegando en el profesor una función educacional que siempre ha sido cosa de los padres, que hay cuestiones de respeto y comportamiento que los hijos deberían llevar al colegio aprendidas de casa?
La inmensa mayoría de los estudiantes han aprendido en sus casas a comportarse, eso es algo tan obvio que me parece mentira que alguien lo pueda poner en duda. Hay muy pocos casos en que no (como en todas las épocas), y por lo general cuando conoces a sus padres entiendes el porqué del comportamiento del hijo. Eso debe inspirar conmiseración en el profesor y despertar el interés por ayudarle. Los profesores podemos ser para algunos alumnos referentes y modelos de comportamiento cuando en las familias falla lo básico. En cualquier caso las familias que delegan en el profesor son las menos, y yo solo conozco algún caso aislado.
Si ahora trabajan los dos progenitores y hace treinta años eso no se estilaba es normal que algunos deduzcan que “delegan en nosotros”; sin embargo no lo percibo así, aunque estén menos tiempo juntos y cuando lo hagan dialoguen en torno a un televisor encendido, los valores básicos están ahí y ningún padre tolera comportamientos irrespetuosos en sus hijos.
-Sobre el trato entre el profesor y el alumno, cuál crees que es la relación ideal? ¿Crees que es mala la confianza, lo que tú mismo dices «el compadreo»? Como profesional, ¿cómo abordas esta cuestión?
No es bueno que los profesores sean “amigos” de los estudiantes. Una cosa es una relación amistosa, simpática y cordial y otra, muy distinta, una relación de amistad. Con algunos de mis antiguos estudiantes puedo mantener una relación de amistad, pero no con los del momento, pues eso influiría en la evaluación y dañaría al sentido de la justicia respecto del resto de compañeros de clase que “no son amigos”.
-Relacionado con lo anterior, crees que es mejor el «tú» o el «usted» cuando se trata con ellos?
Yo prefiero el uso del “usted” en el aula. Igualmente estimo que los profesores no deberían dar clases en vaqueros o con camisetas de “Iron Maiden”. Muchos profesores van al aula vestidos de cualquier forma, hasta con zapatillas de deporte, lo que implica no tomarse en serio el “recinto sagrado del aula”. Si un profesor no se toma en serio a sus alumnos, él recibirá el mismo trato, lo cual me parece justo. Algunos dicen que ir con camisetas no tiene nada que ver con el respeto, pero en mi opinión la imagen, y sobre todo ante jóvenes que son tan hipersensibles a ella, hay que cuidarla. Estimo que el subconsciente del alumnado se ve también influido por la forma de vestir del profesor.
Para añadir un poco más de polémica a mis palabras, considero que las chicas no deberían ir con minifaldas a clase ni los chicos con camisetas de “La Polla Records”, como se viene haciendo con un silencio pasmoso por parte del profesorado; eso implica en cierta forma tomarse la clase como una discoteca. Yo propondría retomar el uniforme, más que nada porque el aula es un lugar en el que todos los estudiantes deben ser iguales (en lo que a nivel social se refiere) y no se deben percibir las diferencias de clase por unos pantalones de marca o un “vestidito a la moda”. Los que argumentan que si fueran todos igualmente vestidos sería muy triste imponen una valoración estética sobre otra ética, lo cual es “poco ético”. Es un tema largo de tratar que también propondría para otro reportaje.
-El debate no es ni mucho menos cosa exclusivamente ibérica: en Francia, Sarkozy va a imponer casi un saludo marcial de los alumnos cuando el profesor entre en clase; en Centroeuropa hay una verdadera ola conservadora que apuesta por la vuelta a los valores de la disciplina (un alemán, Bernhard Bueb, ha escrito un libro -«Elogio de la disciplina»- que se anda vendiendo como rosquillas, y que achaca entre otras cosas al espíritu del 68 lo de una educación «romántica» en la que falta autoridad y el alumno va «sin rumbo»): qué opinas de todo esto, crees que hay un problema real y global en la educación u puede obedecer de manera ladina a intereses políticos de ese signo?
Cuando trabajaba en Irán los alumnos se levantaban de la silla cuando yo pasaba a la clase. No creo que eso sea malo, es una forma de respeto, de educación, de mantener distancias entre el rol del profesor y del alumno. Yo no veo mal que esa costumbre se implante en España. Aunque entiendo la figura del profesor como un facilitador o coordinador de una comunidad de investigación que es la clase, cierto “metus reverencialis” debería ser incentivado desde las formas establecidas de comportarse en el aula. Que el estudiante se levante para saludar al profesor no implica que el docente sea “un ser humano superior” o que le “inviten a sentirse más importante”, es tan solo una forma de dar más seriedad e importancia a lo que sucede en el aula. Digamos que es una especie de ritual, de símbolo, que ayuda a integrarse mejor en el espíritu de lo que debe ser la clase. Respecto de los intereses políticos, estimo que los profesores buenos seguirán siendo buenos bajo cualquier ley de educación que se les imponga, su labor está por encima de cualquier decisión política y no se ve afectada por ella en lo importante. Lo mismo pasa con los alumnos buenos. Las sucesivas reformas en las leyes educativas pretenden que los estudiantes y profesores “no tan buenos” sean un poco mejores (perdona el maniqueísmo). Respecto del problema de la asignatura “Educación para la ciudadanía” jamás podré entender por qué hay sectores que no quieren que se hable a los jóvenes de los derechos humanos, que en el fondo es el único tema de esa asignatura. En este asunto sí que debe haber algún interés político de por medio.
Aprovecho para nombrar a comunidades de profesores tremendamente comprometidos con su labor docente que, poco a poco, van mejorando la educación en España. Estas son “Filosofía para niños”, “Planeta educativo” y “Didáctica Innovación y Multimedia” (DiM). Un rápido vistazo en un buscador de Internet puede dar mucha información sobre ellas a los profesores interesados. Más allá del adocenamiento, el hastío y el pensamiento en “jubilaciones anticipadas”, hay profesores entusiasmados con la educación, lo cual es crucial para el desarrollo de un país y para contagiar de optimismo y pasión por la vida a las nuevas generaciones.
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