Gregorio Peces-Barba y sus tres colaboradores Eusebio Fernández García, Rafael de Asís Roig y Francisco Javier Ansuátegui Roig, (todos ellos varones, en un claro caso de incoherencia puesto que pretenden que los profesores hablemos de igualdad de género y de cuotas) han escrito un libro (Espasa, 2007) con título homónimo del nombre de la asignatura que tanta polémica ha traído desde algunos sectores de la población. Está dirigido especialmente, según se dice en la introducción, a los profesores de primaria, secundaria y bachillerato.
A alguien del departamento de filosofía este libro le sobra, pues no deja de ser una introducción básica al concepto de ciudadanía y a la fundamentación de los derechos humanos, pero dado que esta materia es asignada en muchas ocasiones a profesores de otros departamentos (siendo utilizada como «asignatura comodín») es importante que exista esta obra.
Creo que es crucial impartir esta asignatura, las razones se explican muy bien en el primer capítulo («Ética, democracia y educación») pero hay un ligero «plumero» socialista que habría que evitar porque en el mundo educativo hay que hacer pensar al alumnado y no orientar su ideología. Frases como «Los derechos de la tercera generación, inspirados, básicamente, en el pensamiento socialista democrático…» (p 172) son más que discutibles.
También existen ciertas contradicciones, como cuando se afirma que «Probablemente, el escepticismo y rechazo de algunos hacia la Educación para la Ciudadanía se deba a que se sienten mucho más cómodos y seguros con una sociedad civil pasiva y que se deje dirigir por élites políticas, que conviviendo con ciudadanos comprometidos, exigentes y críticos» (p 27), pues los que se están quejando ejercen la crítica, la exigencia y el compromiso contra aquello que consideran ilícito (tengan o no tengan razón).
Del mismo modo caen en la falacia de «tu quoque» (tu también) al poner sobre la mesa argumentos como que «resulta escandaloso que la Iglesia durante el franquismo no se opusiera, e incluso colaborase con una asignatura como Formación del Espíritu Nacional, que suponía la exposición del programa de Falange y las JONS y que arremeta con furia contra la Educación para la Ciudadanía». (p31).
Les dejo con algunas perlas.
La actitud beligerante contraria de la Conferencia Episcopal reclamando para la familia la competencia en la moralidad social, no debe retener ni debilitar la voluntad de los profesores ni la legitimidad de la materia. (p 12).
En un sistema democrático es el ciudadano corriente el llamado a componer, descomponer y recomponer sus reglas de juego y objetivos. Y éste es, sin duda, el reto y la grandeza de la democracia. La Educación para la Ciudadanía se convierte así en uno de los caminos hacia la democracia y hacia el principal de sus objetivos: el aprendizaje y el ejercicio de la libertad. (p 25).
La necesidad y oportunidad de conocer y debatir acerca de los valores, actitudes y comportamientos propios del buen ciudadano democrático debería ser un tema fuera de toda discusión y, sobre todo, alejado de la discusión política partidista. (p 33).
(…) se haga un gran esfuerzo porque la materia sea explicada con rigor, dedicación, interés y hasta afecto, con profesorado vocacional y profesional, y con la metodología apropiada. (p 37).
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