Hace unos días recibí un correo electrónico de una redactora de Antena 3 interesándose por mi persona para participar en un nuevo programa de televisión. Le dije que no podía colaborar con ellos porque estaré trabajando en el extranjero, pero ella insistió en hablar conmigo.
Conversamos por teléfono y me explicó que están preparando un programa que se emitirá los lunes por la noche, después de la serie «Física o química«, que consistirá en un debate sobre lo visto en dicha serie. Al debate acudirían varios adolescentes, una profesora conservadora y otro progresista (que se supone que sería yo). Se debatiría sobre «embarazos no deseados de adolescentes», «drogas», «acoso escolar», «grabaciones de palizas que se cuelgan en la red», etc. La idea me despertó curiosidad así que acepté la invitación a ir a la sede televisiva para que me conocieran personalmente.
Una vez allí me hicieron sentar junto a unas jóvenes hipermaquilladas que mostraban su belleza sin tapujos, a la espera de que les hicieran un casting. (Chicas, si leéis esto, haced de vuestras vidas algo especial y no la entreguéis a la telebasura. Ya sabéis)
Cuando por fin me llevaron a la redacción dijeron que debía responder a un cuestionario por escrito con preguntas del tipo «¿hablas de sexo con tus padres?», «¿hay algún tema del que te avergüence hablar?», «¿cuál es?» y otras cuestiones cada vez más fuera de lugar. Me negué a responder dicho cuestionario plagado de impudicia y dije que me quería largar de allí, pero las redactoras insistieron en que me quedara, que daba igual si no respondía al cuestionario. Me lo quitaron, así que, lamentablemente, no lo puedo mostrar.
A continuación me dieron un contrato abusivo que debía firmar antes de que me hicieran una prueba frente a las cámaras. Lo he escaneado para que vean ustedes hasta qué grado de desesperación, al firmar tal aberración, llegan algunas personas en su deseo de alcanzar la fama. Obviamente me negué a firmarlo. ¿Pero qué diantres es eso de que sin contraprestación alguna puedan usar mi imagen como se les antoje, según dice el punto III?
Ante mi negativa, y cada vez más enojado, las redactoras preguntaron a los directivos de la productora «Boomerang» si me podían hacer la prueba sin firmar ese absurdo contrato. Mientras deliberaban me dejaron leyendo los periódicos con el sonido de fondo que emitían unas pantallas con contenido de la cadena, para «antenatresizar» a los empleados. De vez en cuando se acercaba alguien para animarme a firmar con unas estrategias psicológicas que quizá aprendieron en libros baratos de autoyuda.
Una señorita me explicó la «filosofía» del programa, y como lo que me contaba parecía serio le felicité y le deseé éxito, pero que ya vendría otro profesor en mi lugar. También le dije que sería una buena oportunidad para limpiar la imagen de frivolidad y desdoro que tiene la cadena. Programa «serio» decía, hasta que pasó junto a nosotros un joven vestido de mujer haciendo el lelo y ella, al ver mi reacción, me explicó que iba a ser uno de los personajes del programa. ¡Hasta aquí hemos llegado! Para más inri algunas mostraban euforia, que me hizo rechinar los dientes, porque estaban por allí algunos chicos de «oooo teeeee» (esta expresión, al parecer, hay que pronunciarla en tono pijo y admirativo).
Tras intentar convencerme de que los personajes son buenos por esto-y-por-lo-otro y que entienden mis suspicacias porque «desconozco el mundo de la televisión«, me advirtieron, con mucha educación y sonrisas forzadas, que si no firmaba no me harían el casting, así que les dije «pues adiós». Eso sí, aunque al directivo le hubiera dado por dejarme hacer la prueba le habría dicho que no con algo así como un «me-apena-ver-que-te-ganes-la-vida-frivolizando-con-el-mundo-educativo».
Acabarán encontrando a dos profesores deseosos de hacer el paripé en el programa. Pagan bien y hay mucho trastorno narcisista de la personalidad por ahí suelto. Sin embargo su participación será un paso más para desacreditar nuestro sistema educativo y, especialmente, al profesorado.
Además, aparte de hacerme perder toda una tarde, ni siquiera se dignaron a pagarme el desplazamiento. ¡Qué poca clase tienen! En cualquier caso he de decir que las redactoras me parecieron muy agradables y excelentes profesionales llenas de creatividad (aunque mal conducida) y estoy seguro de que si hubieran caído en una empresa que encaminara mejor su ingenio harían maravillosos programas televisivos.
Mientras una redactora me acompañaba a la salida le expliqué el formato de un programa divertido, educativo y respetuoso que se me había ocurrido y que seguro que tendría éxito, pero me temo que mi propuesta cayó en saco roto ¿Qué se puede esperar de un canal que dice que para evitar accidentes de tráfico hay que beber coca-cola? En efecto, este no es un programa para viejos sino para adormecidos.
Sea este mi granito de arena contra la telebasura.
[techtags: no es programa para viejos, antena 3, telebasura, educación]
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