Hay en namesti Svobody, la céntrica plaza de la libertad de Brno donde se sitúa una curiosa columna de estilo barroco dedicada a la peste, la exposición itinerante titulada «La caras del poder« en la que se muestran fotografías y biografías de los espías del regimen comunista que ayudaron a reprimir al pueblo checoslovaco sin miramientos. Muchos de estos siguen vivos (porque el régimen soviético se difuminó hace solo 19 años) y a buen seguro que estarán exiliados para evitar el escarnio público.
¿Se imaginan ustedes una exposición oficial itinerante por España sobre los protagonistas más violentos -de un bando y del otro- antes y después de la Guerra Civil? Miedo me da hasta plantearlo en este humilde blog. Las miradas de desprecio que muestran los checos ante las imágenes de sus compatriotas agentes secretos comunistas nos parecerían de amabilidad suma comparadas con las trifulcas que se originarían en España.
Miren ustedes a los ojos de Jaroslav Daniel hoy, si no muerto, probablemente un apacible anciano; las Naciones Unidas le condenaron a cinco años de cárcel. En su mirada es difícil apreciar la maldad que le llevó a ejercer una terrorífica brutalidad con los prisioneros cuando fue guardián de la cárcel entre 1948 y 1967.
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