Bajo sospecha. Una fenomenología de los medios

Mi amigo y antiguo compañero de departamento Alejandro Martín Navarro, junto a Manuel Fontán del Junco, ha traducido un libro interesante escrito por el crítico de arte contemporáneo y filósofo Boris Groys: Bajo sospecha. Una fenomenología de los medios (Pre-textos, Valencia, 2008).

Se trata de una obra densa que hay que ir paladeando lentamente y, sobre todo, con disciplina. Me ocurrió en varias ocasiones que tras leer una página no me había enterado de nada, así que tuve que volver a intentarlo, merece la pena el esfuerzo.

Leer ontología es una acción tediosa que no suele ser placentera, pero el dominio de Groys de los conceptos del arte de vanguardia (cuya importancia estriba en mostrar lo que está detrás de lo que se ve a primera vista) relacionándolos con los filósofos-detectives obsesionados con desenmascarar al ser como Derrida, Mauss, Sartre, Heidegger, Bataille, Levi-Strauss y Lyotard, causa delectación intelectual amén de incrementar el saco de la sabiduría que intentamos llenar a lo largo de la vida.

El autor afirma que la gente sospecha continuamente y que son las obras que no despiertan dichas sospechas las que se elevan a lo alto del Parnaso hasta que empiecen a despertar nuavemente sospechas, pues ninguna obra dura eternamente sin despertarlas. Aunque el libro habla de «medios» en sentido metafísico, no he podido evitar hacer continuamente una lectura desde la perspectica de los medios de comunicación de masas.

De este modo podría resumir el libro así: La basura putrefacta y maloliente nunca es sospechosa porque no tiene nada que ocultar, se deja ver tal como es y a nadie se le ocurre pensar que oculte algo peor que lo que muestra. Es por esto por lo que en la televisión nos muestran programas-basura que no despiertan sospechas; suelen durar hasta que los televidentes empiezan a sospechar que estos espectáculos ocultan aún más basura que la que realmente muestran, lo cual conlleva la cancelación de su emisión (lean, lean el libro para acabar de comprender esta afirmación que sería largo de matizar en este blog).

Es una obra de 295 páginas que hay que leer armado de lapicero y de ganas de bucear en el ser; al principio de la lectura cuesta romper la capa que oculta al ser -entendido como opuesto a ente-, pero luego es una delicia sumergirse aunque es recomendable salir frecuentemente a tomar aire pues tanto «ser» es agotador y puede convertirnos en paranoicos (como el propio autor afirma en alguna página).

Como toda gran obra que he leído ha acabado dejándome una obsesión y esta vez le ha tocado al «maná» (que entiendo muy similar al «duende lorquiano«), lo subyacente a toda obra creativa para que de verdad lo sea. Si uno desea que su blog tenga maná deberá expresar el soporte que lo contiene (quien lea el libro entenderá qué quiero decir).

Me resultó especialmente interesante el capítulo titulado «El caso de excepción y la verdad de lo mediático», cuyas posibilidades didácticas me hicieron abrir este wiki que deberá ser desarrollado entre quienes estén interesados.

Sirvan estas impresiones, probablemente erróneas, para empezar el debate, más si cabe cuando Alejandro se pasa a veces por este blog y quizá se anime a dejar algún comentario para echar por tierra mis afirmaciones. De momento ahí van las perlas:

Triunfa quien, de la manera más rápida y radical, sabe descentrarse, diluirse, licuarse, pues precisamente así parece ser compatible con el mercado y, al mismo tiempo, crítico con la sociedad. (p 21).

En tanto espectadores de la superficie mediática, esperamos que el medio se convierta en mensaje, que el soporte se convierta en signo. (p 29).

La cultura de masas de nuestros días es, sobre todo, una cultura de la sospecha radical. (p 41).

Si alguien pretende tener hoy en día una opinión propia, particular, debe cambiar y redefinir continuamente esa opinión, porque de lo contrario corre el peligro de encontrarse, inmediatamente después, en la desagradable situación de tener que compartir su opinión con alguien distinto. (p 49).

El escritor que se pone como meta convencer a alguien de lo correcto de sus opiniones, ya está derrotado desde el principio. (p 50).

Solo la indeterminación, la indefinición y la capacidad de moverse al mismo tiempo en distintos niveles ideológicos y estéticos dan al escritor actual la oportunidad de llegar a la mayoría del público. (p 51).

La sinceridad se presenta, en nuestra cultura, no en contraposición a la mentira, sino al automatismo y la rutina. (p 88).

Solo lo extraño se muestra sincero. La insistencia en lo propio da, por el contrario, una impresión mentirosa, hipócrita, sospechosa. (p 90).

Si un liberal quiere parecer sincero, debería sostener opiniones conservadoras en su círculo de amigos liberales. (p 92).

Se podría decir que el medio es la muerte, y por eso tampoco el medio muere nunca. Todas las voces son deconstruidas, excepto la voz de aquel que anuncia la deconstrucción. (p 130).

La verdad de la sinceridad se pierde por la repetición, en lugar de ser confirmada por ella., como le ocurre a la verdad científica. La verdad de lo submediático, del sujeto oculto, de la sospecha mediático-ontológica, es la verdad de la excepción. (p 133).

La poesía suge sobre todo cuando no se la pretende. (p 185).

El gran tema de la economía no es, por tanto, la superación de la escasez de los bienes o la creación de nuevos bienes para satisfacer las necesidades humanas, sino la lucha contra el exceso de energía. (p 191).

Cuando el mensaje de un medio se manifiesta explícitamente como dudoso, como increíble y como autoparódico es cuando despierta nuestra completa confianza, porque con ellose legitiman nuestras sospechas, temores y suposiciones. (p 277)

La ciencia moderna pudo establecer socialmente su poder cuando, comparada con las antiguas religiones, se volvió aún más incomprensible que aquéllas. (p 289).

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Comentarios

2 respuestas a «Bajo sospecha. Una fenomenología de los medios»

  1. Avatar de Oliver Sotos González
    Oliver Sotos González

    Es una obra que me apunto con sumo gusto. Aunque no caeré en la tentación de comprarla hasta que no de buena cuenta de lo que tengo comenzado, y de lo que tengo apuntado para leer.

  2. Merece la pena, Oliver, a buen seguro que en alguna biblioteca lo encuentras. Un saludo.

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