La narrativa poetica me atrae, sobre todo cuando el tema que trata es el viaje. Más si cabe cuando es Rafael Chirbes quien se lanza a la arena -del mar Mediterráneo- para hacer una semblanza de las naciones costeras del Mar Nuestro. Escribió Mediterráneos (Anagrama, reeditado en 2008) a mediados de los noventa, cuando el agobio turísitico se entreveía pero aún no era sofocante ni mataba la poesía. Hoy ya no se puede escribir sobre Estambul, Génova o Benidorm si no es para hacer estudios sociológicos o de mercado pues el turisteo lo invade todo cercenando sin miramientos la contemplación poética.
En esta línea estoy seguro de que hoy en día Chirbes poco podría narrar sobre Praga porque en el momento de inspiración se le cruzarían los turistas españoles dando voces o un grupo de japoneses machacando compulsivamente sus cámaras fotográficas. Todos colaboramos en la vulgarización de la gran Praga. Chirbes expresa así de despectivo el fenómeno:
Ese capítulo de National Geographic tendría que contar cómo, en los meses de temporada baja, cientos de miles de ejemplares humanos de la tercera edad atraviesan el continente y recalan en este rincón del Mediterráneo para su hibernación. (p 140).
El libro gustará al viajero, aunque no tanto como su magistral obra Los disparos del cazador. Ya me callo porque, como bien indica el escritor en la siguiente entrevista, no hay que hablar de los libros sino leerlos.
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