Han transcurrido casi siete meses en estas tierras frías de clima y de carácter. Uno se siente más fuerte, más sabio y con más amor hacia la profesión de profesor.
La fortaleza viene por la adaptación a un contexto educativo difícil dado que el rigor y disciplina organizativa de los gymnazia centroeuropeos difiere ostensiblemente de la improvisada y deslavazada organización de los de España.
La sabiduría llega al constatar una vez más que todos los estudiantes son básicamente iguales en cualquier lugar del mundo: solo se corrompen tras iniciarse en el mundo laboral. Son más inteligentes o menos, más simpáticos o no, pero cuentan con el patrón común de la bondad.
El amor aparece por sentirse uno querido incluso por aquellos estudiantes que más quebraderos de cabeza han dado.
Fuerza, sabiduría y amor. Espero acrecentarlos en los tres meses que quedan.
Post data: Dentro de dos días es primavera. Hoy nevó.
Deja una respuesta