Ayer llevamos a 104 alumnos a Praga a ver una exposición sobre «Los desastres de la guerra» de Goya, otra sobre «El tesoro de los Incas» y una tercera titulada «Praha spanelská» («La Praga Española«). De todas ellas la que más me impresionó fue esta última, organizada por el profesor y prestigioso hispanista checo Dr. Pavel Stepánek.
El profesor Stepánek fue capaz de reunir extraordinarios materiales históricos que demuestran las fructíferas relaciones entre España y lo que hoy es la República Checa a lo largo de la Historia. Maravillosos libros antiguos checo-españoles, pinturas antiquísimas de reyes, diplomáticos y guerreros comunes de los dos extremos de la vieja Europa, esculturas, vestimentas y manuscritos fueron un regalo para el visitante familiarizado con ambos mundos. Si tienen pensado ir a Praga no duden en acercarse a esta muestra situada al lado de la catedral de san Vito.
Pero, a decir verdad, lo mejor no fueron las exposiciones sino el ejemplar comportamiento de mis alumnos. Todavía no doy crédito a que estudiaran matemáticas durante el trayecto en el autobús, leyeran libros, dialogaran entre ellos educadamente, se rieran serenamente, usaran expresiones como «¿puedo acercarme cinco minutos a ver esto, señor profesor?» con una educación exquisita que echo de menos en España (donde algunos alumnos poseen una educación estupenda pero empiezo a detectar cierta relajación y desdén cuando se relacionan con sus mayores).
Es imposible no sentir un profundo cariño por mis estudiantes.
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