En estos momentos el silencio es sepulcral en mi instituto. Hoy no han venido los estudiantes, salvo los de sexto que realizan otro de los exámenes para poder acceder a la Universidad. Los nervios contenidos previos a la entrada en el aula han pasado. El viernes habrá más exámenes, y el mes que viene. Comparadas con esta meticulosidad y rigor en la evaluación checa, las pruebas de acceso a la universidad (PAAU) de España se quedan en una simple broma, un trámite gracioso, una excusa para estar un rato con los compañeros de clase.
Ahora que casi hay cuatro millones de parados en España (actualización) el sistema educativo volverá a servir de muro de contención para el acceso al mercado de trabajo, con lo que los requisitos para superar los cursos se endurecerán. Está claro que en época de crisis los alumnos se esfuerzan más. ¿Acaso hay otra función en el sistema educativo distinta a la de regular el flujo de trabajadores?
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