El castillo renacentista de la pequeña ciudad de Namest es otra de las desconocidas joyas del Sur de Moravia que visitamos con los alumnos ayer miércoles.
¿Saben ustedes qué fue lo que más me impresionó de dicho castillo? ¿Fueron las brillantísimas arañas de cristal de Bohemia? ¡No! ¿Y los extraordinarios azulejos y porcelanas traídos de la China hace doscientos años? ¡Tampoco! ¿Y las numerosas alfombras persas y de otros países de Oriente tejidas a mano con atractivas filigranas? ¡En absoluto! ¿Y los frescos de artista italiano Carpoforo Tencalla? ¡Qué va! ¿Y los cuadros del taller de Rubens o del Veronés? ¡No, no, no!
Lo que más me emocionó, gustó e impresionó fue cuando mi alumna Eliska pidió permiso a la guía para utilizar el antiguo piano de la biblioteca de los nobles. Escuchar a Albéniz en este histórico escenario, con el regustillo que da la improvisación, me hizo vivir uno de los momentos más bonitos de mi estancia en la República Checa. En el fondo uno viaja por estas cosas. ¡Gracias Elis!
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