La mujer rubia

Los hombres poco a poco se van desbastando espontáneamente, siempre que no se trate de mantenerlos, de manera artificial, en estado de rudeza. (I. Kant, «¿Qué es la Ilustración?», en Filosofía de la Historia, México D. F., FCE 1987(1784), p. 36.

La mujer teñida de rubio, coronada con un imperceptible velo azul turquesa y deslumbrante con su maquillaje de intensos tonos ocres en sus pómulos y rojo borgoña en sus labios, es una heroína que nunca será cantada por los poetas. Ni siquiera la policía religiosa se atreve a afearle la conducta por miedo a que desate un espectáculo de gritos y blasfemias. Esta señora vence día tras día, desde su fragilidad y anonimato, a las fuerzas del régimen que se limitan a ignorarla u observarla de reojo.

Cuando levanta la mano para pedir un taxi, los conductores que decoran sus salpicaderos con un rosario pasan de largo murmurando imprecaciones; solo algún anciano nostágico, un señor enfermo de donjuanismo u otra mujer taxista pararán para llevarla. Ella es la personificación de la libertad.

Loading


Comentarios

Una respuesta a «La mujer rubia»

  1. Pues te confieso que me he quedado a dos velas (y un poco frustrado también…).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *