
La mujer teñida de rubio, coronada con un imperceptible velo azul turquesa y deslumbrante con su maquillaje de intensos tonos ocres en sus pómulos y rojo borgoña en sus labios, es una heroína que nunca será cantada por los poetas. Ni siquiera la policía religiosa se atreve a afearle la conducta por miedo a que desate un espectáculo de gritos y blasfemias. Esta señora vence día tras día, desde su fragilidad y anonimato, a las fuerzas del régimen que se limitan a ignorarla u observarla de reojo.
Cuando levanta la mano para pedir un taxi, los conductores que decoran sus salpicaderos con un rosario pasan de largo murmurando imprecaciones; solo algún anciano nostágico, un señor enfermo de donjuanismo u otra mujer taxista pararán para llevarla. Ella es la personificación de la libertad.
Deja una respuesta