Hoy recibí una carta desde España que llegó abierta. El servicio de censura postal la examinó sin preocuparse siquiera de ocultarlo; el sobre estaba levemente rasgado aunque no faltaba nada. Seguro que en Europa también se hace, pero con mayor discreción: Las policías europeas quieren obtener información mientras que la policía iraní más bien desee darla. Es una forma, como otra cualquiera, de hacer sentir a las gentes que el Estado les observa. Y funciona.
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