Los días 16, 17 y 18 de octubre hay convocada una huelga de estudiantes. Las razones para dicha convocatoria las explica en su web el Sindicato de Estudiantes y, como no puede ser de otra manera, con algunas estoy de acuerdo pero con otras no. Hay que situar los argumentos en una balanza y después que cada estudiante decida si secundarla. Comento dichas razones a continuación.
1. Ni reválida ni selectividad, el hijo del obrero a la universidad. Contra la imposición de barreras económicas y académicas para impedir nuestro acceso a la educación superior. Todos los estudiantes que hayan aprobado 1º y 2º de Bachillerato tienen derecho a una plaza universitaria.
No sé si el Sindicato ha reparado en que los centros educativos privados pudieran «inflar» las notas para atraer a más estudiantes -base fundamental de su negocio- o si se ha parado a pensar en que algunos profesores de la educación pública por desidia, pereza o mala praxis decidieran aprobar a todos arbitrariamente o incrementar las notas para esquivar las molestas reclamaciones. Para asegurar que todos los estudiantes alcanzan un mínimo de competencias es precisa una evaluación común y externa previa a la entrada en la Universidad, como viene haciendo hasta ahora la PAEG. Si no es así se corre un riesgo serio de que haya familias que lleven a sus hijos a centros donde tácitamente aseguren notas elevadas, aumentando la brecha social entre quienes pueden pagar con dinero notas altas y entre quienes deben hacer un enorme esfuerzo para obtenerlas.
Por supuesto esas «pruebas externas» deben ser realizadas por profesionales públicos de la educación, no por empresas privadas incentivadas económicamente para detectar carencias.
2. Contra el incremento de tasas de matriculación en la universidad pública y por la retirada de los nuevos obstáculos para que los hijos de los trabajadores accedamos a las becas para el estudio.
Obviamente estoy de acuerdo con esta razón. Recortar en educación en plena crisis-estafa es como recortar en salud mientras exista una epidemia de peste. Si bien es cierto que se ha producido un número descomunalmente elevado de graduados universitarios a quienes se veta el acceso al mercado de trabajo ajustado a su formación superior, es preferible el exceso formativo a tener jóvenes frustrados por no haber podido estudiar. Aunque no se garantice el puesto de trabajo, tener estudios superiores aumenta la esperanza en un futuro laboral mejor; también el conocimiento es un refugio frente a las adversidades que presenta la vida. Solo contando con una formación de calidad el hijo del obrero puede tener algo de posibilidades en la lucha de clases contra el hijo del patrón.
3. Contra la imposición de tasas a la Formación Profesional. Por una FP gratuita, democrática y de calidad en todo el Estado. Supresión inmediata de las tasas de 360 y 250 euros que la derecha ha impuesto en Catalunya y Madrid y creación de plazas suficientes en todo el Estado: ni un solo no admitido por falta de plazas.
Estoy de acuerdo. El otro día vi en la calle a la madre de un antiguo estudiante y me dijo que su hijo quiso empezar a estudiar este año Formación Profesional pero se quedó fuera porque no había suficientes plazas. Este joven ahora no encuentra trabajo y tampoco puede estudiar. Debe estar en su casa. El Estado le ha convertido a la fuerza en un ni-ni aunque él desee trabajar o estudiar. Con esto perdemos todos: el Estado a un joven pletórico de energía que puede aportar mucho a la sociedad y el propio joven que será presa de la desesperación, la impotencia y la tristeza.
4. Ni un solo despido de los profesores de la educación pública. Por la readmisión inmediata de los más de 49.000 docentes que el PP ha despedido este inicio de curso en todo el Estado. Sin estos profesores la calidad de la escuela pública está en grave peligro.
Sin duda con menos profesores el trabajo de los que quedamos es más complicado. Ni siquiera se cubren las bajas de un mes, con lo que a los estudiantes se les arrebata el derecho a la educación para que la administración ahorre una cantidad de dinero insignificante que, quizás, dedique a turbios asuntos. Igualmente son miles los profesores que imparten clases ajenas a su especialidad con el consiguiente deterioro de la calidad educativa. Este curso se echa mucho de menos a los profesores despedidos y pagaremos las consecuencias dentro de unos años, cuando se observen en la sociedad los efectos nocivos que ha supuesto el robo estrepitoso que se está aplicando al sistema educativo.
5. No a los recortes en la educación pública, los recortes para los banqueros. Por la reasignación inmediata de los 4.000 millones de euros que el PP ha recortado a la escuela pública desde su llegada al gobierno, y por el incremento drástico del dinero necesario para garantizar una enseñanza pública gratuita y de calidad.
Estoy de acuerdo pero no hay que olvidar que el PSOE también recorta en la escuela pública en las comunidades donde gobierna; en Andalucía además lo hacen con la connivencia de Izquierda Unida. Los partidos políticos representan la decadencia de una España que no está a la altura de la coyuntura producida por las mafias financieras a las que no saben decir que no. Hay además partidos que se llenan la boca con buenas palabras pero a la hora de la verdad actúan de forma sumisa, cobarde y contra los intereses de la ciudadanía. No en vano el historiador Santos Juliá dedica hoy a la casta política el calificativo de «abyecta«.
6. No al paro juvenil. Por un subsidio de desempleo indefinido para todos los parados hasta encontrar un puesto de trabajo.
La naturaleza humana está «programada» para obtener el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo, es por ello que una medida como esta podría incentivar a los jóvenes a no esforzarse por emprender o encontrar un trabajo. Si se les paga por no hacer nada se les podría también matar su «espíritu». Por ejemplo, a los nativo-americanos se les paga dinero a cambio de nada, cobran vitaliciamente un salario cada mes sin trabajar; lejos de ser una medida útil ha agravado el problema porque muchos indios han perdido su identidad y viven sus días entre borracheras y reyertas callejeras; además sus hijos sufren en un alto porcentaje fracaso escolar y violencia doméstica.
El paro juvenil se acabaría si se repartiera el trabajo. Lo que no es concebible es que haya médicos que trabajan 12 horas al día mientras otros -igualmente preparados- no pueden trabajar, que haya jueces que echan horas extras a costa de despedir a muchos de sus compañeros, o que haya profesores «oficiales» que por las tardes dan clases particulares que se cobran en dinero negro quitando alumnos a los jóvenes recién graduados que intentan labrarse un futuro como docentes.
Como ven considero que hay cuatro razones a favor de la huelga y dos en contra. Si yo fuera estudiante tendría muy claro lo que haría. Eso sí, yo no me quedaría los tres días de huelga en la cama ni usaría estas jornadas reivindicativas como excusa para estar de vacaciones. Además preguntaría a los equipos directivos y profesores sobre el protocolo de actuación ante la huelga de estudiantes.
NOTA FINAL: Este artículo lo he escrito en mi tiempo libre, es una opinión personal -y por tanto sometida a posibles errores de juicio que estaré encantado de debatir-y no trato de influir en mi alumnado sino de animar el debate y la reflexión en la comunidad educativa; siempre les digo en clase que me encanta que me pongan contra las cuerdas, dialécticamente hablando. Respeto absolutamente a quien asista a clase y a quien no lo haga. Por supuesto yo estaré en el aula los tres días y trabajaré con absoluta normalidad con los alumnos que asistan.
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