Dedico este artículo a mis amigos de El Gallinero, en la Cañada Real de Madrid:
Una de las primeras escenas de Los siete magníficos, la magistral película dirigida por John Sturges en 1960, muestra a los ciudadanos enfurecidos porque un acaudalado señor pretendía enterrar en el cementerio local a un indio –nativoamericano– que halló muerto en el camino. El pueblo se consideraba moralmente superior a esos salvajes de las plumas y las flechas y, por tanto, trataban de impedir con violencia que el desdichado fuera inhumado junto a los vecinos de rancio abolengo.
Recordé la secuencia cuando leí con estupefacción que (continuar leyendo)
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