La religión según Kant
Kant no es un agnóstico exactamente porque cree que se puede demostrar la existencia de Dios, pero sí desde el punto de vista de la moral, pues la existencia de éste es necesaria para posibilitar la existencia de una ley moral; ahora bien, desde un punto de vista puramente epistemológico, sí que se podría definir a Kant como un agnóstico pues, para él, las pruebas racionales tanto de la existencia como de la no existencia de Dios tienen idéntico valor.
Para poner de relieve la imposibilidad de demostrar a Dios, necesita Kant elaborar una doctrina de la existencia. Kant distingue entre el concepto de existencia – ontología – y la manera de conocerla – noética –
Para Kant, la existencia no es un atributo o determinación de ninguna cosa, puesto que las determinaciones de una cosa existente son las mismas que las de esa cosa considerada como solo posible. La existencia es, a lo sumo, un predicado lógico que no agrega nada al sujeto.
La existencia no es atributo o determinación de cosa alguna: no se pone relativamente a un sujeto. Es siempre la posición absoluta de una cosa con todas sus determinaciones o atributos.
La idea de posición coincide con la idea de ser. Pero la posición y el ser pueden tener dos sentidos, absoluto y relativo, coincidentes con los dos sentidos de la idea de ser, significando la existencia o la cópula del juicio.
En la Crítica de la razón pura aparece la existencia como categoría del grupo de la modalidad. La existencia es un concepto puro del entendimiento derivado lógicamente de la segunda clase de juicios modales. Pero la modalidad de los juicios es una función muy especial de los mismos que se caracteriza por no contribuir en nada al contenido del juicio, y referirse tan sólo al valor de la cópula en relación con el pensamiento en general. Y entonces, como la modalidad de los juicios no es predicado alguno especial, así también, los conceptos modales, y sobre todo la existencia, no añaden determinación alguna a la cosa.
Para que se produzca conocimiento deben ser aplicadas las categorías a las impresiones sensibles. El conocimiento no es otra cosa que un maridaje fecundo de la intuición y el concepto. Por la intuición nos es dada la materia del objeto, la categoría proporciona la forma. De su unión en el conocimiento resulta elaborado el objeto conocido.