A mí no me extraña nada que los dominicanos se entreguen al ocio y que sean sumamente vulnerables a la pereza.. En primer lugar, es un país corrupto en el que casi todos sus habitantes entran al juego (ya os contaré la historia del hijo de di-puta-do que se dedica a abusar de los presupuestos del estado de este país, a quien tuve el placer de conocer el otro día en el avión y cuya frivolidad me aterró) con lo que trabajar honradamente está mal visto.
En segundo lugar, hace demasiado «calol»:
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