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El problema ético: cómo hemos de actuar
El problema ético se refiere a cómo debemos actuar de manera correcta y moralmente justificada en una situación dada. La ética es una rama de la filosofía que se ocupa de estudiar la moralidad y el comportamiento humano, y su objetivo es proporcionar un marco teórico que permita determinar lo que es correcto y lo que es incorrecto en términos de conducta.
En este sentido, el problema ético se presenta cuando nos encontramos ante una situación en la que debemos tomar una decisión que afectará a otros y que puede tener consecuencias negativas o positivas. En estas situaciones, es importante considerar los valores y principios éticos que nos guían y que nos permiten tomar decisiones justas y moralmente correctas.
El problema ético puede ser abordado desde diferentes perspectivas, como la deontología, que se enfoca en la obligación moral de actuar de cierta manera independientemente de las consecuencias; o el consecuencialismo, que considera que lo moralmente correcto es actuar de manera que se maximice el bienestar general.
En cualquier caso, la resolución del problema ético implica una reflexión profunda sobre nuestros valores y principios éticos, así como sobre las consecuencias de nuestras acciones, con el fin de tomar una decisión moralmente justificada y que tenga en cuenta el bienestar de todos los involucrados.
Nueve preguntas básicas
- ¿Hay diferencias significativas entre las leyes morales y las leyes del Estado?
- ¿Somos los humanos egoístas y codiciosos o generosos y cordiales?
- ¿Es más fácil ser buenos para algunos humanos que para otros?*¿tenemos algún derecho a decir a los demás lo que es bueno o malo?
- ¿Hay algunos actos que son malos en los absoluto en cualquier época y sociedad?
- ¿Qué respuesta tiene la pregunta: por qué deberíamos ser buenos?
- ¿Es la ética un conocimiento concreto e inequívoco o difuso y cambiante?*Seguimos unas leyes morales por sí mismas o por las consecuencias que nos acarrean?
- Cuando decimos «matar es malo» ¿repetimos una creencia o es un sentimiento íntimo?
(Tomadas de la revista Filosofía Hoy, nº 9, p. 16)
El hombre del tanque
Recordemos el acto de audacia del «rebelde desconocido» que se enfrentó a una columna de diecisiete tanques que se dirigían a aplastar la revuelta de la plaza de Tiananmen, en Pekín, el 5 de junio de 1989. Aquel joven detuvo el avance mortal de una columna de tanques durante treinta minutos; luego se subió encima del primer tanque y allí, supuestamente, se puso a hablar con el conductor diciéndole: «¿Por qué estáis aquí? Mi ciudad es un caos por vuestra culpa; retroceded, daos la vuelta y dejad de matar a mi gente: marchaos de aquí». Aquel anónimo «hombre del tanque» se convirtió de inmediato en un símbolo internacional de la resistencia; encaró la prueba final del coraje personal con honor y definió para siempre la imagen emblemática del individuo que se enfrenta a un monstruo militar únicamente con su dignidad. Su imagen dio la vuelta al mundo y lo convirtió en un héroe universal. Hay muchas historias contradictorias sobre lo que le pudo suceder depués de estos hechos: algunos dicen que lo encarcelaron, otras que fue ejecutado, otras que pudo huir del país. Al margen de lo que pudiera haberle ocurrido, la revista Time reconoció su condición de héroe civil cuando lo incluyó en su lista de las cien personas más influyentes del siglo XX (abril de 1998).
Zimbardo, El efecto Lucifer, Paidós, 2008, pp. 570-571
Ser y deber ser
«Ser» y «deber ser» son dos conceptos fundamentales en la filosofía, especialmente en la ética. «Ser» se refiere a la realidad actual o cómo son las cosas en el presente, mientras que «deber ser» se refiere a cómo deberían ser las cosas en un ideal o cómo deberíamos actuar para lograr un objetivo deseado.
En la ética, el concepto de «ser» se relaciona con la descripción de cómo es la conducta humana y los valores que se practican en una sociedad determinada. Por otro lado, el concepto de «deber ser» se relaciona con la normatividad, es decir, con lo que se considera correcto o incorrecto, bueno o malo, justo o injusto.
La brecha entre «ser» y «deber ser» se refiere a la diferencia entre cómo son las cosas en la realidad actual y cómo deberían ser idealmente. Esta brecha es la base de muchos problemas éticos y sociales, ya que puede haber situaciones en las que lo que es correcto y moralmente justificado según los principios éticos, no se corresponde con lo que ocurre en la realidad actual.
Por lo tanto, la ética se enfoca en el «deber ser» para tratar de influir en el «ser», es decir, para cambiar la realidad actual para que se ajuste a los ideales éticos y para crear un mundo más justo y moralmente justificado. Esto implica la reflexión crítica y la acción consciente para identificar las brechas entre «ser» y «deber ser» y tomar medidas para cerrarlas.
La deliberación moral
La deliberación moral se refiere al proceso de reflexión y análisis que realizamos para tomar decisiones éticas o morales en situaciones que presentan un conflicto o dilema moral. Este proceso implica considerar diversos valores, principios éticos y consecuencias posibles de nuestras acciones para determinar cuál es la acción más adecuada y moralmente justificada.
La deliberación moral es una parte fundamental del razonamiento ético, ya que permite que las personas tomen decisiones bien fundamentadas y que se ajusten a sus valores y principios éticos. En este proceso, es importante que seamos conscientes de nuestras propias creencias, prejuicios y sesgos, y que busquemos información objetiva y imparcial para tomar decisiones fundamentadas.
La deliberación moral puede ser un proceso individual o colectivo, y en ambos casos implica un compromiso activo para reflexionar sobre la ética y tomar decisiones morales basadas en un análisis cuidadoso de las opciones y consecuencias posibles. A menudo, se utilizan técnicas como el diálogo, la discusión o el análisis de casos para ayudar a las personas a reflexionar y tomar decisiones éticas de manera más efectiva.
Las condiciones del juicio y el diálogo ético
Los diez acuerdos del pacto socrático
Propuestos por Oscar Brenifier. Versión en inglés: The ten agreements of the Socratic Pact
1 – La razón es nuestro marco. Nuestros diálogos deben estar fundados en la razón. La razón es una pasión, tan exigente como libre y alegre, siempre en búsqueda de verdad.
2 – Responderás a la pregunta planteada, nada más que a la pregunta, a toda la pregunta, aceptándola tal y como es, sin intentar cambiarla, ni sofocarla o desviarla, en la medida en que se trate de una verdadera pregunta y que no sea imposible responder. La pregunta es una invitación al diálogo y un desafío que te propone tu interlocutor: si te la plantea es porque se interesa por ti y tu manera de pensar. Igualmente, te corresponde también a ti preguntar, por mucho que sea difícil hacerlo.
3 – Confiarás en tu interlocutor, sin presuponer cualquier plan malicioso, porque no tienes nada que perder. Estamos juntos para trabajar el ejercicio del pensamiento, confrontar perspectivas, no para atrapar al otro, convencerle o ejercer poder unos sobre otros.
4 – El sentido común será nuestro árbitro. Puedes ir contra él conscientemente y conforme a la razón, pero no puedes ignorarlo con la imposición de la evidencia de tu propia subjetividad.
5 – No temerás ni los juicios que se hagan con respecto a ti, ni aquellos que tú harás sobre otros, ya que el juicio representa una herramienta crucial de la razón que se trata de asumir y trabajar. Acuérdate de que los juicios están sujetos a los argumentos sobre los que se apoyan.
6 – Conócete a ti mismo. Aceptarás las preguntas que te interpelan como persona, incluso cuando la reflexión en principio no trate sobre ti y que esto resulte incómodo. Todo discurso está encarnado en aquél que lo emite y deberás rendir cuenta de ti mismo a la vez que de tu discurso.
7 – No renegarás de lo que has dicho: lo que has dicho, dicho está. Te revelas más por lo que dices que por lo que quieres decir o habrías querido decir. Aceptar la propia palabra, confiar en el propio discurso es aceptar la finitud y la determinación del ser de uno.
8 – No buscarás el llevar razón, imponer tu opinión o defenderte, porque nadie está aquí para atacarte. El diálogo es una reflexión en común en la que cada uno se revela y se construye, no es una competición.
9 – No te justificarás por lo que has dicho, ni te arrepentirás. Todo lo que enuncias tiene sentido y expresa tu ser, por muy tenue o potente, falible o acabado que sea tu discurso.
10 – Aparcarás por un momento tu sinceridad con el fin de distanciarte de ti mismo y ser más auténtico. No te aferrarás a tus opiniones. No enarbolarás, como si de argumentos se trataran, tus emociones o tus necesidades. Someterás a tu ser a la prueba de la crítica, buscando sus límites y sus fisuras.
El modelo de la dialéctica platónica
El diálogo válido de Habermas
Las cuatro presuposiciones más importantes para que el diálogo sea válido (para que los interlocutores sean considerados válidos) son, según Habermas:
1. Carácter público e inclusión. No puede excluirse a nadie que, en relación con la pretensión de validez controvertida, pueda hacer una aportación relevante.
2. Igualdad en el ejercicio de las facultades de comunicación. A todos se les conceden las mismas oportunidades para expresarse sobre la materia.
3. Exclusión del engaño y la ilusión. Los participantes deben creer lo que dicen.
4. Carencia de coacciones.
Implicaturas conversacionales de Grice
La implicatura es información que el emisor de un mensaje trata de hacer manifiesta a su interlocutor sin expresarla explícitamente. En este sentido, según el filósofo Grice, estas son las implicaturas que se deben dar en toda conversación:
1. Máximas de cantidad:
I. Haga que su contribución sea todo lo informativa que requiera el propósito de la conversación.
II. Haga que su contribución no sea más informativa de lo requerido.
2. Máximas de cualidad:
Supermáxima: Haga que su contribución sea verdadera.
I. No diga nada que crea falso.
II. No diga nada de cuya verdad no tenga pruebas.
3. Máxima de relación:
I. Sea relevante.
4. Máximas de modo:
Supermáxima: sea claro.
I. Evite la oscuridad de expresión.
II. Evite la ambigüedad.
III. Sea breve (evite ser prolijo).
IV. Sea ordenado.
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Redacción a partir de Acero, Juan José; Bustos, Eduardo, Quesada, Daniel (2010). Introducción a la filosofía del lenguaje. Catedra. p. 192
Código de conducta para argumentadores
Regla 1. Las partes involucradas en la disputa no deben crearse impedimentos recíprocamente en la posibilidad de expresar dudas o reservas.
Regla 2. Quien expresa una opinión debe estar dispuesto a defenderla si se lo piden.
Regla 3. Un ataque a una argumentación debe centrarse en la tesis que ha enunciado el proponente, sin desviar el discurso, sin presentar la tesis de forma diferente y sin actuar de forma que se le atribuya al oponente una tesis diferente a la que sostiene.
Regla 4. Una tesis debe defenderse solo con argumentos relacionados con ella y que no tengan imbricaciones con otra.
Regla 5. Una persona debe aceptar las consecuencias y la existencia de las premisas que deja implícitas y, en consecuencia, debe aceptar que se le ataque en el terreno de estas.
Regla 6. Una tesis puede considerarse defendida de forma adecuada si se basa en argumentos pertenecientes a un punto de partida común.
Regla 7. Una tesis puede considerarse defendida de forma adecuada si la defensa se desarrolla con el uso de argumentos que reflejan y respetan la praxis y el esquema argumentativo comúnmente aceptados.
Regla 8. Los argumentos usados en una discusión deben ser o haber devenido válidos, haciendo explícitas algunas de las premisas que quedaban implícitas.
Regla 9. Una defensa perdedora debe tener como consecuencia que el sujeto argumentante acepte cambiar su posición, mientras que una defensa vencedora debe tener por consecuencia que el oponente cambie su posición y retire sus dudas sobre la tesis defendida por el sujeto argumentante.
Regla 10. La formulación de la tesis, de las posiciones recíprocas y de los argumentos debe ser lo más clara y comprensible posible.
Propuesta de van Eemeren y Grootendorst. En Alcolea, Jesús (2011). «Discusión crítica» en Compendio de lógica, argumentación y retórica, Trotta. p. 2011
Leyes sobre la irracionalidad humana
Efecto Dunning-Kruger. Es un sesgo cognitivo que hace que las personas con poca habilidad o conocimiento en un área tiendan a sobreestimar su propia competencia y a subestimar la de los demás.
Principio de Hanlon. Es una regla que dice que no hay que atribuir a la maldad lo que se puede explicar por la estupidez.
Ley de la controversia de Benford. Es una ley sociológica que dice que la pasión con la que se discute sobre un tema es inversamente proporcional a la cantidad de información real que se tiene sobre él. Es decir, que cuanto menos se sabe sobre algo, más se tiende a defender o atacar una opinión al respecto, y viceversa.
Ley de Godwin. La ley dice que cuanto más tiempo dura una discusión en Internet, más probable es que alguien haga una comparación con Hitler o los nazis, ya sea para descalificar a su oponente o para exagerar la gravedad de un tema.
Ley de Wilcox-McCandlish. La probabilidad del éxito de cualquier intento de cambiar el asunto o la dirección de una discusión en un foro en línea es directamente proporcional a la calidad del contenido actual. Es decir, cuanto más pobre o trivial es el tema o el enfoque de una discusión, más difícil será terminarla o mejorarla.
Leyes de la estupidez humana de Cipolla:
1. Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.
2. La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.
3. Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.
4. Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.
5. La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe. Corolario: El estúpido es más peligroso que el malvado. (Carlo M. Cipolla, «Las leyes fundamentales de la estupidez humana», Allegro ma non troppo, Barcelona, Crítica, 1991, pp. 55-85).
Reglas de Anatol Rapoport, popularizadas por Dennett, para redactar un comentario crítico
1. Expresar la posición del interlocutor de forma tan clara, vívida y justa para que termine diciendo: Gracias, ojalá se me hubiera ocurrido expresarlo así.
2. Enumerar los puntos en los que se está de acuerdo.
3. Mencionar todo lo que haya aprendido de su interlocutor.
4. Solo si se cumplen los tres puntos anteriores, podrá decir una palabra de refutación o crítica.
(Por cierto, Dennett decía que le costaba seguir estas normas).
Jerarquía de la discrepancia de Graham

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