Contenidos
- 1 Ética nicomáquea. Libro I. Capítulo 2, 1094a 18 – 1094b 10, [La ética forma parte de la política] (ed. Gredos, pp. 130-131).
- 2 Ética nicomáquea. Libro I. Capítulo 4, 1095a 13 – 1095b 14, [Divergencias acerca de la naturaleza de la felicidad] (ed. Gredos, pp. 132-133).
- 3 Ética nicomáquea. Libro I. Capítulo 8, 1098b 10 – 1099b 8, [La felicidad es una actividad de acuerdo con la virtud] (ed. Gredos, pp.143-145).
- 4 Explicación de los textos
- 5 Preguntas para el debate
Ética nicomáquea. Libro I. Capítulo 2, 1094a 18 – 1094b 10, [La ética forma parte de la política] (ed. Gredos, pp. 130-131).
Si, pues, de las cosas que hacemos hay algún fin que queramos por sí mismo, y las demás cosas por causa de él, y lo que elegimos no está determinado por otra cosa —pues así el proceso seguiría hasta el infinito, de suerte que el deseo sería vacío y vano—, es evidente que este fin será lo bueno y lo mejor. ¿No es verdad, entonces, que el conocimiento de este bien tendrá un gran peso en nuestra vida y que, como aquellos que apuntan a un blanco, alcanzaríamos mejor el que debemos alcanzar? Si es así, debemos intentar determinar, esquemáticamente al menos, cuál es este bien y a cuál de las ciencias o facultades pertenece. Parecería que ha de ser la suprema y directiva en grado sumo. Esta es, manifiestamente, la política. En efecto, ella es la que regula qué ciencias son necesarias en las ciudades y cuáles ha de aprender cada uno y hasta qué extremo. Vemos, además, que las facultades más estimadas le están subordinadas, como la estrategia, la economía, la retórica. Y puesto que la política se sirve de las demás ciencias y prescribe, además, qué se debe hacer y qué se debe evitar, el fin de ella incluirá los fines de las demás ciencias, de modo que constituirá el bien del hombre. Pues aunque sea el mismo el bien del individuo y el de la ciudad, es evidente que es mucho más grande y más perfecto alcanzar y salvaguardar el de la ciudad; porque procurar el bien de una persona es algo deseable, pero es más hermoso y divino conseguirlo para un pueblo y para ciudades. A esto, pues, tiende nuestra investigación, que es una cierta disciplina política.
Ética nicomáquea. Libro I. Capítulo 4, 1095a 13 – 1095b 14, [Divergencias acerca de la naturaleza de la felicidad] (ed. Gredos, pp. 132-133).
Puesto que todo conocimiento y toda elección tienden a algún bien, volvamos de nuevo a plantearnos la cuestión: cuál es la meta de la política y cuál es el bien supremo entre todos los que pueden realizarse. Sobre su nombre, casi todo el mundo está de acuerdo, pues tanto el vulgo como los cultos dicen que es la felicidad, y piensan que vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz. Pero sobre lo que es la felicidad discuten y no lo explican del mismo modo el vulgo y los sabios. Pues unos creen que es alguna de las cosas tangibles y manifiestas como el placer, o la riqueza, o los honores; otros, otra cosa; muchas veces, incluso, una misma persona opina cosas distintas: si está enferma, piensa que la felicidad es la salud; si es pobre, la riqueza; los que tienen conciencia de su ignorancia admiran a los que dicen algo grande y que está por encima de ellos. Pero algunos creen que, aparte de toda esta multitud de bienes, existe otro bien en sí y que es la causa de que todos aquéllos sean bienes. Pero quizá es inútil examinar a fondo todas las opiniones, y basta con examinar las predominantes o que parecen tener alguna razón.
No olvidemos, sin embargo, que los razonamientos que parten de los principios difieren de los que conducen a ellos. En efecto, también Platón suscitaba, con razón, este problema e inquiría si la investigación ha de partir de los principios o remontarse hacia ellos, así como, en el estadio, uno ha de correr desde los jueces hacia la meta o al revés. No hay duda de que se ha de empezar por las cosas más fáciles de conocer; pero éstas lo son en dos sentidos: unas, para nosotros; las otras, en absoluto. Debemos, pues, quizá, empezar por las más fáciles de conocer para nosotros. Por esto, para ser capaz de ser un competente discípulo de las cosas buenas y justas y, en suma, de la política, es menester que haya sido bien conducido por sus costumbres. Pues el punto de partida es el qué, y si esto está suficientemente claro no habrá ninguna necesidad del porqué. Un hombre así tiene ya o puede fácilmente adquirir los principios. Pero aquel que no posee ninguna de estas cosas, escuche las palabras de Hesíodo:
El mejor de todos los hombres es el que por sí mismo comprende todas las cosas;
es bueno, asimismo, el que hace caso al que bien le aconseja;
pero el que ni comprende por sí mismo ni lo que escucha a otro
retiene en su mente, este, en cambio, es un hombre inútil.
Ética nicomáquea. Libro I. Capítulo 8, 1098b 10 – 1099b 8, [La felicidad es una actividad de acuerdo con la virtud] (ed. Gredos, pp.143-145).
Divididos, pues, los bienes en tres clases, los llamados exteriores, los del alma y los del cuerpo, decimos que los del alma son los más importantes y los bienes por excelencia, y las acciones y las actividades anímicas las referimos al alma. Así nuestra definición debe ser correcta, al menos en relación con esta doctrina que es antigua y aceptada por los filósofos. Es también correcto decir que el fin consiste en ciertas acciones y actividades, pues así se desprende de los bienes del alma y no de los exteriores. Concuerda también con nuestro razonamiento el que el hombre feliz vive bien y obra bien, pues a esto es, poco más o menos, a lo que se llama buena vida y buena conducta. Es evidente, además, que todas las condiciones requeridas para la felicidad se encuentran en nuestra definición. En efecto, a unos les parece que es la virtud, a otros la prudencia, a otros una cierta sabiduría, a otros estas mismas cosas o algunas de ellas, acompañadas de placer o sin él; otros incluyen, además, la prosperidad material. De estas opiniones, unas son sustentadas por muchos y antiguos; otras, por pocos, pero ilustres; y es poco razonable suponer que unos y otros se han equivocado del todo, ya que al menos en algún punto o en la mayor parte de ellos han acertado.
Nuestro razonamiento está de acuerdo con los que dicen que la felicidad es la virtud o alguna clase de virtud, pues la actividad conforme a la virtud es una actividad propia de ella. Pero quizás hay no pequeña diferencia en poner el bien supremo en una posesión o en un uso, en un modo de ser o en una actividad. Porque el modo de ser puede estar presente sin producir ningún bien, como en el que duerme o está inactivo por cualquier otra razón, pero con la actividad esto no es posible, ya que esta actuará necesariamente y actuará bien. Y así como en los Juegos Olímpicos no son los más hermosos ni los más fuertes los que son coronados, sino los que compiten (pues algunos de estos vencen), así también en la vida los que actúan rectamente alcanzan las cosas buenas y hermosas; y la vida de estos es por sí misma agradable. Porque el placer es algo que pertenece al alma, y para cada uno es placentero aquello de lo que se dice aficionado, como el caballo para el que le gustan los caballos, el espectáculo para el amante de los espectáculos, y del mismo modo también las cosas justas para el que ama la justicia, y en general las cosas virtuosas gustan al que ama la virtud. Ahora bien, para la mayoría de los hombres los placeres son objeto de disputa, porque no lo son por naturaleza, mientras que las cosas que son por naturaleza agradables son agradables a los que aman las cosas nobles. Tales son las acciones de acuerdo con la virtud, de suerte que son agradables para ellos y por sí mismas. Así la vida de estos hombres no necesita del placer como de una especie de añadidura, sino que tiene el placer en sí misma. Añadamos que ni siquiera es bueno el que no se complace en las acciones buenas, y nadie llamará justo al que no se complace en la práctica de la justicia, ni libre al que no se goza en las acciones liberales, e igualmente en todo lo demás. Si esto es así, las acciones de acuerdo con la virtud serán por sí mismas agradables. Y también serán buenas y hermosas, y ambas cosas en sumo grado, si el hombre virtuoso juzga rectamente acerca de todo esto, y juzga como ya hemos dicho. La felicidad, por consiguiente, es lo mejor, lo más hermoso y lo más agradable, y estas cosas no están separadas como en la inscripción de Delos:
Lo más hermoso es lo más justo; lo mejor, la salud;
pero lo más agradable es lograr lo que uno ama,
sino que todas ellas pertenecen a las actividades mejores; y la mejor de todas estas decimos que es la felicidad.
Pero es evidente que la felicidad necesita también de los bienes exteriores, como dijimos; pues es imposible o no es fácil hacer el bien cuando no se cuenta con recursos. Muchas cosas, en efecto, se hacen por medio de los amigos o de la riqueza o el poder político, como si se tratase de instrumentos; pero la carencia de algunas cosas, como la nobleza de linaje, buenos hijos y belleza, empañan la dicha; pues uno que fuera de semblante feísimo o mal nacido o solo y sin hijos, no podría ser feliz del todo, y quizá menos aún aquel cuyos hijos o amigos fueran completamente malos, o, siendo buenos, hubiesen muerto. Entonces, como hemos dicho, la felicidad parece necesitar también de tal prosperidad, y por esta razón algunos identifican la felicidad con la buena suerte, mientras que otros la identifican con la virtud.
Explicación de los textos
A primera vista puede parecer un texto denso, pero las preguntas que se hace son las mismas que os estáis haciendo vosotros ahora mismo, a vuestros 17 años, a punto de empezar una nueva etapa en vuestras vidas.
Vamos a desglosar estos tres fragmentos como si estuviéramos charlando sobre ellos.
Fragmento 1: El blanco de la vida y la política como arquitecta
Si, pues, de las cosas que hacemos hay algún fin que queramos por sí mismo… es evidente que este fin será lo bueno y lo mejor… el conocimiento de este bien tendrá un gran peso en nuestra vida y que, como aquellos que apuntan a un blanco, alcanzaríamos mejor el que debemos alcanzar… Parecería que ha de ser [la ciencia] suprema… Esta es, manifiestamente, la política… el fin de ella incluirá los fines de las demás ciencias, de modo que constituirá el bien del hombre… es más hermoso y divino conseguirlo para un pueblo y para ciudades.
En pocas palabras
Aristóteles dice que necesitamos un objetivo final en la vida, algo que dé sentido a todo lo demás. Y la disciplina que se encarga de estudiar ese bien supremo para el ser humano en comunidad es la política.
Análisis detallado
- La cadena de los «porqués»: Piensa en por qué haces las cosas. Estudias para aprobar un examen. ¿Para qué? Para sacar una buena nota final. ¿Para qué? Para entrar en la universidad. ¿Para qué? Para tener una carrera. ¿Para qué? Para tener un buen trabajo. ¿Para qué? Para ganar dinero… ¿Y para qué quieres dinero? ¿Para ser feliz? Aristóteles se da cuenta de que esta cadena de «porqués» no puede ser infinita. Tiene que haber un fin último, algo que ya no quieras por otra cosa, sino que lo quieras por sí mismo. Ese, dice él, es el «bien supremo».
- El arquero y el blanco: Su metáfora es perfecta. Un arquero que no sabe dónde está el blanco simplemente lanza flechas al aire. Vosotros estáis a punto de «lanzar las flechas» de vuestras vidas (elegir una carrera, decidir qué tipo de personas queréis ser). Aristóteles os dice: «¡Primero, identificad el blanco!». Saber cuál es el objetivo final (el bien supremo) os dará dirección y propósito.
- ¿Y quién se encarga de esto? La política: Aquí es fácil confundirse. Cuando Aristóteles habla de «política» (politikē), no se refiere a los partidos políticos o a las elecciones. Se refiere a la ciencia de la vida en la polis (la ciudad, la comunidad). Para él, la política es la «ciencia arquitecta», la que organiza todas las demás. Piensa en ello: las leyes de un país deciden qué se enseña en las escuelas (educación), cómo se defiende el territorio (estrategia militar) o cómo se gestionan los recursos (economía). La política decide qué es importante para la comunidad y cómo lograrlo.
- El bien común > El bien individual: Esta es una idea clave. Aristóteles afirma que, aunque tu bien personal es importante, es «más hermoso y divino» asegurar el bien de toda la ciudad. No somos seres aislados. Nuestra felicidad está conectada con la de nuestra familia, nuestros amigos, nuestra sociedad. La política, al buscar el bien de la comunidad, busca en última instancia el marco en el que cada individuo puede alcanzar su propio bien.
Fragmento 2: Todos la llaman «felicidad», pero nadie se pone de acuerdo
cuál es la meta de la política y cuál es el bien supremo… Sobre su nombre, casi todo el mundo está de acuerdo… es la felicidad… Pero sobre lo que es la felicidad discuten… unos creen que es… el placer, o la riqueza, o los honores… otros, otra cosa… para ser capaz de ser un competente discípulo… es menester que haya sido bien conducido por sus costumbres. Pues el punto de partida es el qué, y si esto está suficientemente claro no habrá ninguna necesidad del porqué.
En pocas palabras
Todos estamos de acuerdo en que queremos ser felices, pero cada uno entiende la felicidad de una manera distinta. Además, para poder entender de verdad qué es la felicidad, no basta con leer libros; necesitas haber sido educado en buenos hábitos.
Análisis detallado
- El gran acuerdo y el gran desacuerdo: Aristóteles señala algo muy cierto. Si le preguntas a la gente qué quiere en la vida, la mayoría dirá «ser feliz» (eudaimonia, en griego, que es un concepto más rico que nuestra «felicidad», incluye la idea de «florecer»). El problema es que luego cada uno rellena esa palabra con cosas diferentes:
- El placer: Salir de fiesta, viajar, comer bien.
- La riqueza: Tener dinero, seguridad material.
- Los honores: Ser famoso, respetado, tener reconocimiento social. Aristóteles ve que estas cosas son inestables. Si te enfermas, valoras la salud por encima de todo. Si eres pobre, crees que el dinero te hará feliz. Tu idea de felicidad cambia con tus circunstancias.
- Empezar por lo que conocemos: Aristóteles es un filósofo muy práctico. Dice que no podemos empezar a discutir sobre teorías super abstractas (como hacía su maestro Platón con el «Bien en sí»). Debemos empezar por «las cosas más fáciles de conocer para nosotros», es decir, por las opiniones comunes y por nuestra propia experiencia.
- La importancia de los buenos hábitos: Este es un punto crucial para vosotros. Aristóteles dice que para ser un buen estudiante de ética, necesitas una buena base: una buena educación y buenos hábitos («costumbres»). ¿Por qué? Porque la ética no es como las matemáticas. No puedes aprender a ser valiente o justo solo leyendo la definición. Tienes que haberlo practicado. Él dice que primero viene el «qué» (saber qué es lo justo, por ejemplo, porque te lo han enseñado tus padres o la sociedad) y luego el «porqué» (la reflexión filosófica sobre por qué eso es justo). Si no tienes el «qué» (los buenos hábitos), no tienes de dónde partir. El que ya tiene buenos hábitos, ya tiene los principios o puede entenderlos fácilmente.
Fragmento 3: La Felicidad es una actividad, no un premio
los bienes del alma son los más importantes… el fin consiste en ciertas acciones y actividades… el hombre feliz vive bien y obra bien… la felicidad es la virtud o alguna clase de virtud… hay no pequeña diferencia en poner el bien supremo en una posesión o en un uso… como en los Juegos Olímpicos no son los más hermosos ni los más fuertes los que son coronados, sino los que compiten… así también en la vida los que actúan rectamente alcanzan las cosas buenas… la vida de estos hombres… tiene el placer en sí misma… Pero es evidente que la felicidad necesita también de los bienes exteriores.
En pocas palabras
La felicidad no es algo que tienes (como dinero o un título), sino algo que haces. Es la actividad constante de vivir de acuerdo con la virtud (ser la mejor versión de ti mismo), y esta forma de vida es placentera por sí misma, aunque también necesita unas condiciones materiales mínimas para poder darse.
Análisis detallado
- Bienes del alma: Aristóteles prioriza. Los bienes materiales (coche, casa) y los del cuerpo (estar en forma) son importantes, pero los más importantes son los del alma: la inteligencia, el carácter, la virtud. Por tanto, la felicidad tiene que ser una actividad del alma.
- Posesión vs. uso (¡la clave!): Esta es quizá la idea más potente. Puedes tener un talento increíble para la música (posesión), pero si nunca tocas un instrumento, ese talento no te sirve de nada. La felicidad no está en ser virtuoso (tener un buen carácter), sino en actuar virtuosamente (usar ese buen carácter).
- La analogía de los Juegos Olímpicos: Es brillante. En los Juegos Olímpicos, la medalla no se la dan al atleta más guapo o al que tiene los músculos más grandes en el vestuario. Se la dan al que compite y gana. De la misma forma, en la vida, las cosas buenas no les llegan a los que «son» buenos en teoría, sino a los que actúan de forma correcta y excelente día a día. La felicidad es una actividad, un verbo, no un sustantivo.
- El placer no es un «extra»: Para Aristóteles, una persona verdaderamente justa disfruta haciendo actos de justicia. No es que haga algo justo y luego se dé un premio (un placer añadido). El propio acto de ser generoso, valiente o justo es placentero en sí mismo para quien ama la virtud. El placer no es el objetivo, sino el resultado natural de una vida bien vivida.
- Un toque de realismo: Por último, Aristóteles no es un idealista ingenuo. Admite que para ser feliz también se necesita un poco de «suerte» y de bienes externos. Es muy difícil (o imposible) ser feliz si no tienes qué comer, si no tienes amigos, si sufres grandes desgracias (como la muerte de un ser querido) o si vives en una sociedad injusta. Estos bienes no son la felicidad, pero son el terreno de juego necesario para poder «competir» y actuar virtuosamente.
Conclusión: ¿Qué os dice Aristóteles hoy a vosotros?
- Pensad en vuestro «fin último». Más allá de la carrera que elijáis, ¿qué tipo de persona queréis ser? ¿Cuál es el «blanco» que dará sentido a vuestras decisiones?
- La felicidad no es un destino, es un camino. No es algo que alcanzaréis el día que os graduéis o consigáis un trabajo. Es la forma en que actuáis cada día, cómo afrontáis los retos, cómo tratáis a los demás. Es una práctica constante.
- Vuestro carácter es vuestro proyecto más importante. Los hábitos que forméis ahora (ser disciplinados, honestos, valientes, amables) son los cimientos de vuestra futura felicidad.
- No os aisléis. Vuestra felicidad está ligada a la de vuestra comunidad. Participad, contribuid, buscad el bien común, porque en él también se encuentra el vuestro.
- Sed realistas. Buscad la excelencia, pero sabed que necesitáis una base de bienestar (salud, amigos, seguridad) para poder florecer.
Preguntas para el debate
Un texto filosófico cobra vida cuando se convierte en un diálogo. A partir de los fragmentos de Aristóteles y la explicación anterior, aquí tenéis una serie de preguntas diseñadas para generar un debate interesante en clase.
Están agrupadas por temas para que podáis enfocar la discusión.
Tema 1: El objetivo de la vida y el papel de la sociedad
- Aristóteles propone que toda nuestra vida debe apuntar a un único «bien supremo» o fin último. ¿Estáis de acuerdo? ¿O creéis que la vida humana es más bien una suma de muchos objetivos pequeños y cambiantes, sin necesidad de un «gran propósito» final?
- Aristóteles afirma que la «política» (la organización de la sociedad) es la ciencia suprema porque debe guiarnos hacia el bien común. En el siglo XXI, ¿debería el Estado tener como misión principal «hacer felices» a sus ciudadanos y promover activamente un modelo de «buena vida»? ¿O debería limitarse a garantizar la seguridad y la libertad para que cada uno busque la felicidad a su manera?
- En el texto se dice que el bien de la ciudad es «más grande y más divino» que el del individuo. En una situación de conflicto real, ¿debe prevalecer siempre el bien común sobre los deseos o derechos individuales? Poned un ejemplo actual (sanidad, medio ambiente, economía, etc.).
Tema 2: La naturaleza de la felicidad
- Aristóteles descarta el placer, la riqueza o el honor como la verdadera felicidad. Si os vierais forzados a elegir solo una de estas tres como vuestro objetivo principal en la vida, ¿cuál elegiríais y por qué? ¿Creéis que Aristóteles tiene razón al decir que ninguna de ellas, por sí sola, puede constituir la felicidad?
- La idea central de Aristóteles es que la felicidad es «la actividad del alma conforme a la virtud». Dicho de otro modo, ser una buena persona es ser una persona feliz. ¿Es posible, en vuestra opinión, ser una mala persona (egoísta, injusta, deshonesta) y ser verdaderamente feliz a largo plazo? ¿O la felicidad es inseparable de la ética?
- Aristóteles dice que la persona virtuosa disfruta haciendo el bien, que el placer está «en la propia acción» (por ejemplo, disfrutar de ser generoso). ¿Creéis que esto es cierto en la práctica? ¿O hacer lo correcto a menudo implica un sacrificio personal y va en contra de lo que nos apetece o nos da placer inmediato?
Tema 3: Cómo se alcanza (o no) la felicidad
- La analogía de los Juegos Olímpicos es clave: la felicidad está en «competir» (la actividad), no en la «posesión» de una cualidad. Llevado a la vida moderna, ¿qué es más importante para una vida plena: tener muchos conocimientos y talentos o usar activamente los pocos o muchos que se tengan? ¿Conocéis casos de gente con mucho potencial que no es feliz y viceversa?
- Aristóteles insiste en que para entender la ética es fundamental «haber sido bien conducido por sus costumbres» (tener una buena educación en valores). ¿Hasta qué punto nuestra capacidad para ser felices y buenos depende de la educación que recibimos en la infancia y no de nuestras propias decisiones en la edad adulta? ¿Puede alguien con una mala base «aprender» a ser virtuoso y feliz más tarde?
- Al final, Aristóteles admite que la felicidad necesita «bienes exteriores» (recursos, amigos, buena suerte, etc.). ¿Significa esto que la felicidad, en última instancia, no está completamente bajo nuestro control? ¿Puede una persona que vive en la pobreza extrema o que sufre una gran tragedia aspirar a ser feliz, según esta filosofía?
- Pregunta de síntesis: Si tuvierais que crear una «fórmula» para la felicidad basada en las ideas de Aristóteles pero adaptada a vuestra generación, ¿qué tres ingredientes serían los más importantes y por qué?
Consejos para el debate:
- Escuchad activamente. Intentad entender el punto de vista del otro antes de responder.
- Usad los textos. Apoyad vuestros argumentos en las ideas de los fragmentos leídos.
- Aportad ejemplos concretos. Hacedlo relevante para vuestra propia vida y el mundo que os rodea.
- Respetad a vuestros «oponentes». El objetivo no es «ganar», sino explorar las preguntas juntos.
¡Que tengáis un debate muy enriquecedor!
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