A pesar de las aguas negras, del dengue, del barro, del hambre, de las moscas, de los perros sarnosos, de la delincuencia, de la violencia y del último huracán, estos niños dominicanos del paupérrimo barrio de Bella Vista, en Haina, sonríen.
A pesar de las aguas negras, del dengue, del barro, del hambre, de las moscas, de los perros sarnosos, de la delincuencia, de la violencia y del último huracán, estos niños dominicanos del paupérrimo barrio de Bella Vista, en Haina, sonríen.
Soy padre desde hace casi tres años. Ahora ya sé qué es lo más bonito y maravilloso que existe: es la sonrisa de un niño.
Abrazo. Intentaré conocerte un poco más.
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