Este soberbio palacio contrasta con la vida real del país. Con el dinero que costó se pudo crear varias empresas públicas que aminoraran las hambrunas del país. Es curioso observar que muchos de los políticos occidentalizados de Haití hacen política desde otros países para intentar vencer en las elecciones y, una vez que ganadas, se pasan unos años en este palacete beneficiando a sus empresas personales y aceptando sobornos de los países desarrollados. Al menos eso es lo que me dicen mis amigos de Haití. ¿Ustedes qué creen cuando ven las siguientes imágenes?
Los hombres armados sin identificación (que yo sepa) pululan a sus anchas por la calles.
Qué pena que mi cámara de fotos no sea buena. La imagen, al menos, deja entrever algo obvio: en Haití las mujeres son las que tiran para adelante mientras los hombres simplemente miran en medio de la pobreza.
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