Residencia de los extranjeros

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Un extranjero, sobre todo si es procedente de un país desarrollado, debe alojarse al llegar a Puerto Príncipe en un hotel de lujo, en casa de un amigo de confianza o en una casa de religiosos. Yo opté por esta última alternativa. Las casas de acogida de religiosos son caras (me costó 20 dólares la noche por no dedicarme yo a la vida contemplativa) pero dan seguridad y bienestar a pesar de que, ciertamente, son modestas. Desde la casa «Manrese» de los jesuitas se podía contemplar una vista privilegiada de Puerto Príncipe, como ven en las fotografías.

Yo en la casa de los jesuitas con la vista de Puerto Príncipe de fondo

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