Vagabundo en África

portada del libro Vagabundo en áfrica

Así como Kapuscinsky escribió Viajes con Heródoto de la mano de Historia, la fundamental obra del escritor y viajero griego, Javier Reverte escribe Vagabundo en África de la mano de El corazón de las tinieblas, del escritor y viajero Conrad. Partiendo de Ciudad del Cabo, en Suráfrica, el objetivo de Reverte es llegar al centro del continente negro para recorrer el literario río Congo.

Reverte escribe muy bien y habrá que reconocerle pronto en los libros de literatura de Educación Secundaria. El libro mezcla la experiencia personal del viaje con la explicación histórica de lo que en esos lugares aconteció, con un lenguaje ameno, que incita a amar la Historia. Solo le critico, en lo que es una manía personal, el abuso que hace de la narración en segunda persona del singular (prefiero «uno se queda sin alma al irse y no la recupera al regreso» a «te quedas sin alma al irte y no la recuperas al regreso»-p 41).

Quise invitarle a ir a Irán, junto a Ana María Briongos, a dar una charla pero, tras intercambiar unos correos electrónicos, al final no pudo ser, aunque él tenía muchas ganas de ir. Más ganas tenía yo de conocerle en persona. Hubiera sido una gran experiencia para los hispanistas y estudiantes iraníes, aunque el presupuesto de las embajadas siempre es el que decide en estos casos.

Su libro está lleno del humo de los cigarros que fuma constantemente y de las cervezas y güisquis que dan forma al camino, pero también de una latente poesía que deberá estallar en un libro próximo para acceder al parnaso de los grandes de la literatura española. Estoy seguro de que ya lo lleva dentro.

Es necesario ir a África. Y es crucial leer a Conrad. Ya incluyo El corazón de las tinieblas como libro imprescindible, entre los veinte que proponemos en Filotic, que debería leer toda persona a lo largo de su vida. Seguro que en un futuro añadiremos la obra que áun está por alumbrar Reverte.

Ahí van las perlas:

El libro de Conrad es una parábola sobre cómo el alma humana, impulsada por ideales nobles, puede deslizarse hasta el límite de la barbarie, una cuestión que ha impregnado la historia y la literatura del siglo XX y que Conrad adelantó con lucided. (p 19) .

Rastreando los libros de sus biógrafos, resulta curioso observar que no hay una sola referencia a la opinión que Gandhi pudiera tener de los negros. Tal vez no tenía ninguna, o quizás era, pura y llanamente, un racista. (p 39).

Cuando uno viaja, se convierte en un ser extraño: no estás agusto en tu patria, pero cuando estás fuera la echas de menos. Te quedas sin alma al irte, y no la recuperas al regreso. (p 41).

Hay que llevar unos pocos libros en los viajes, son compañeros cálidos. Y no viene mal incluir entyre ellos alguno de poesía, una poesía que ames, porque la poesía endulza las noches de soledad y además pesa poco. (p 76).

Si uno va solo a Soweto, es más probable que no salga con vida. Si uno se apunta a un tour o busca un taxista local que le comduzca allí, tiene tres horas garantizadas de pacífica visita, con pobres incluidos en el recorrido y al módico precio de diez dólares. (p 100).

Los que no hemos buscado una aventura, al tiempo que soñábamos siempre con ella, y la hemos tenido en nuestras manos, sabemos bien que cabalgarla es un problema de egoísmo supremo , y no de coraje. (p 111).

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Comentarios

Una respuesta a «Vagabundo en África»

  1. […] ha sido un agradable descubrimiento literario para mi. Su literatura similar a la de Kapuscinski y Javier Reverte es la que me atrae porque es capaz de sumergirme en el apasionante mundo del viaje, la filosofía y […]

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