1. Como algunos alumnos creen en el mal de ojo, cogí cuatro vasos de agua y un poco de aceite para realizar la prueba para saber si yo tengo dicho mal. Salió dos veces que sí y dos veces que no. Aún con este resultado concluyente algunos seguían pensando que el mal de ojo existe.
2. «Jugar» a ser un refugiado político es muy útil para la clase de ética. Los alumnos jugaron y aprendieron. Aprenderemos con más videojuegos serios a lo largo del curso.
3. Hablar de Schopenhauer a jóvenes de 16 y 17 años implica deprimirles. Reflexionar sobre la muerte en clase no debía ser un tabú. Solo tomando conciencia de nuestras limitaciones y miserias como seres humanos podemos hacer de nuestra vida algo grande, especial y digno de ser vivido.
4. Las disertaciones van saliendo bien poco a poco. Conseguir que mis alumnos escriban correctamente y sepan argumentar es uno de los grandes retos que me planteo como profesor de filosofía y ética. Igualmente los debates son realmente buenos y hay estudiantes muy bien dotados de inteligencia creativa y pensamiento crítico. Otros empiezan a descubrirlos.
5. Las tardes que dedico a dar clases sobre TIC a profesores también son muy agradables.
Ser profesor es un lujo.
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