La mejor compañía de autobuses de la República Checa es Student Agency. Las otras cuentan con autocares destartalados, sucios y poco puntuales aunque, eso sí, algo más baratos. Esta empresa presume en su propaganda de ser «100% checa» y de dar una atención al cliente exquisita. Ir de Brno a Praga supone 200 kilómetros y dos horas y cuarto de viaje a cambio de 200 coronas (unos ocho euros). En España esta cantidad resulta barata pero dados los bajos salarios checos es realmente caro para los habitantes de esta república.
La tripulación está compuesta por el conductor y una jovencita azafata. Quien conduce suele ser orondo pues sus días se suceden sentado al volante tomando bebidas azucaradas. Contrasta con la azafata, quien es delgadita y joven para poder deambular por el estrechísimo pasillo sirviendo cafés y regalando la prensa mientras sortea los numerosos trompicones provocados por los habituales baches de la autopista (los fondos FEDER quizá las arreglen y dejen de ser euroescépticos). El café solo lo dan cuando el agua de la cafetera no se ha congelado, lo que las últimas semanas viene siendo muy habitual.
A los diez minutos de iniciado el viaje caen de los techos varios monitores de televisión en medio de un alboroto de pitidos cuya función debe ser la de prevenir chichones por si alguien se levantara. Siempre nos someten a una película norteamericana; tras su visionado proyectan continuamente capítulos de Friends hasta llegar al destino. Todos en el autobús ríen con ello a pierna suelta.
He detectado otro patrón común de los checos: nunca cambian el lugar que se les ha asignado en el autobús si alguien se lo pide amablemente. Sin embargo los viajeros extranjeros lo hacen sin ningún problema. Tendré que indagar el porqué.
Esta compañía va a todas las ciudades de la República Checa e incluso dos o tres veces por semana dan el salto a Europa: Londres, Berlín, París, etc. son sus destinos.
Mientras sigan existiendo los obsoletos trenes que circulan por aquí habrá que continuar usando los servicios de autobús. ¿Qué harán antes, una autopista sin baches o un tren de alta velocidad?
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