Con el paso de los años de oficio docente noto que, irremisiblemente, crece en mí un sentimiento de enorme compasión por los alumnos que son etiquetados de «difíciles». Esta compasión no implica que me despierten pena, sino que padezco-con ellos porque intento ocuparme, desde el debido respeto y cautela, de comprender las causas que les llevaron a ser lo que son.
Es obvio pensar que nuestros jóvenes sean el reflejo de todos los problemas de la sociedad; muchos de ellos reproducen los peores afectos y cargan con los lastres más pesados que les impone injustamente la vida: enfermedades, familias desestructuradas, problemas económicos, etc. Además, pudiera parecer que les educamos para que asuman sin quejas su desgracia siendo víctimas tan jóvenes. En mi modesta opinión y abierto a la crítica constructiva, uno de los errores más graves que pudiera cometer el profesorado es la de no compadecerse de sus alumnos «difíciles».
Para bien o para mal la misión principal de los institutos es la de perpetuar los valores imperantes en la sociedad; lamentablemente también reproducen una y otra vez, al sisífico modo, los valores sociales negativos. Aunque hay serios intentos de solucionarlo desde las distintas administraciones educativas, todavía queda un enorme camino por delante.
Deseo deciros, estudiantes «difíciles», que os quiero mucho. Que me compadezco porque padezco-con vosotros. Que soy muy consciente de que cada una de vuestras salidas de tono es una llamada de auxilio, que cada una de vuestras lágrimas es una petición de socorro, que cada una de vuestras miradas desafiantes es una solicitud de atención por estar despistado en mi trabajo de profesor, labor esta mucho más compleja que la de hablar de filosofía en el aula.
Una simple sonrisa y una palabra de afecto por parte del profesor son suficientes para empezar a poner los cimientos de una vida dichosa en una existencia que no ha comenzado demasiado bien.
Si le interesa el tema de la compasión y el de la ética cordis (aquella que sale del corazón) no dude en leer la excepcional obra de Adela Cortina Ética de la Razón cordial.
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