Irán es un inmenso taller de construcción de edificios. Ha llegado a la treintena la generación del boom y es su tiempo de hipotecarse ciegamente para adquirir la casa con la que todo ser humano sueña. Las proyecciones demográficas apuntan a que dentro de cinco años ya no se renovará la generación consumista de la explosión demográfica, por tanto se verá muy reducida la demanda de vivienda y, en consecuencia, estallará la burbuja inmobiliaria.
Si hasta ahora los iraníes han sobrevivido gracias al consumo interior -las ganancias petrolíferas apenas llegaban al pueblo-, dentro de un lustro el desastre será dramático. Ya no habrá gente que quiera o pueda comprar casas. Deberían estudiar el caso español.
Será entonces, cuando la economía persa esté realmente hundida, el momento que las potencias occidentales aprovecharán para atacar como buitres. Y, como siempre, la población inocente pagará las consecuencias. Tras la guerra a buen seguro que el sector de la construcción vuelve a reactivarse; las constructoras y petroleras occidentales, me refiero.
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