07. La discusión ética: el intelectualismo socrático-platónico; la teoría de las virtudes en Platón y Aristóteles; el concepto de eudemonía

El intelectualismo socrático-platónico

El intelectualismo es una corriente filosófica que sostiene que el conocimiento y la virtud son inseparables y que el conocimiento es la única condición necesaria para la virtud. Esta corriente filosófica se desarrolló a partir de las ideas de Sócrates y Platón.

Sócrates sostuvo que la virtud es conocimiento y que el mal es el resultado de la ignorancia. Él creía que, si una persona sabía lo que era correcto, entonces automáticamente actuaría correctamente. De esta manera, para Sócrates, la ignorancia era la raíz de todos los males: nadie hace mal a sabiendas.

Por su parte, Platón llevó esta idea un paso más allá, argumentando que el conocimiento de las Ideas era la clave para alcanzar la virtud. Según Platón, las Ideas son entidades eternas, inmutables y perfectas que existen fuera del mundo sensible. La tarea de la filosofía, según Platón, es descubrir las Ideas y comprender su naturaleza.

En la teoría platónica de la reminiscencia, se sostiene que el conocimiento que adquirimos en esta vida es realmente recuerdo de las verdades eternas que el alma conoció en el mundo de las Ideas antes de encarnar en el cuerpo. La tarea del filósofo es, por lo tanto, recordar las verdades eternas y liberar el alma de las limitaciones del cuerpo y del mundo sensible.

La teoría de las virtudes en Platón

Platón sostiene que la virtud es conocimiento y que la ignorancia es la causa del mal. En su obra República, Platón argumenta que hay cuatro virtudes cardinales: la sabiduría, la valentía, la templanza y la justicia. Estas virtudes se corresponden con las partes de la alma, y su correcta relación y equilibrio son necesarios para lograr la armonía y la felicidad.

Para Platón, la virtud no es algo que se pueda enseñar, sino que se adquiere a través de la educación y la filosofía. Él sostiene que el objetivo de la educación es llevar al individuo hacia la verdad y la sabiduría, lo que le permitirá alcanzar la virtud y la felicidad.

Ejercicio

Lee el siguiente texto y contesta a las preguntas planteadas a continuación.

Giges era el pastor del rey de Lidia. Después de una borrasca seguida de violentas sacudidas, la tierra se abrió en el paraje mismo donde pacían sus ganados; lleno de asombro a la vista de este suceso, bajó por aquella hendidura y, entre otras cosas sorprendentes que se cuentan, vio un caballo de bronce, en cuyo vientre había abiertas unas pequeñas puertas, por las que asomó la cabeza para ver lo que había en las entrañas de este animal, y se encontró con un cadáver de talla aparentemente superior a la humana. Este cadáver estaba desnudo, y solo tenía en un dedo un anillo de oro. Giges lo cogió y se retiró. Posteriormente, habiéndose reunido los pastores en la forma acostumbrada al cabo de un mes, para dar razón al rey de estado de sus ganados, Giges concurrió a esta asamblea, llevando en el dedo el anillo, y se sentó entre los pastores. Sucedió que habiéndose vuelto por casualidad la piedra preciosa de la sortija hacia el lado 
interior de la mano, en el momento Giges se hizo invisible, de suerte que se habló de él como si estuviera ausente. Sorprendido de este prodigio, volvió la piedra hacia afuera, y en el acto se hizo visible. Habiendo observado esta virtud del anillo, quiso asegurarse repitiendo la experiencia y otra vez ocurrió lo mismo: al volver hacia dentro el engaste, se hacía invisible; cuando ponía la piedra por el lado de afuera se volvía visible de nuevo. Seguro de su descubrimiento, se hizo incluir entre los pastores que habían de ir a dar cuenta al rey. Llega a palacio, corrompe a la reina, y con su auxilio se deshace del rey y se apodera del trono. Ahora bien; si existiesen dos anillos de esta especie, y se diesen uno a un hombre justo y otro a uno injusto, es opinión común que no se encontraría probablemente un hombre de un carácter bastante firme para perseverar en la justicia y para abstenerse de tocar los bienes ajenos, cuando impunemente podrían arrancar de la plaza pública todo lo que quisiera, entrar en las casas, abusar de todas las personas, matar a unos, liberar de las cadenas a otros y hacer todo lo que quisiera con un poder igual al de los dioses en medio de los mortales. En nada diferirían, pues, las conductas del uno y del otro: ambos tenderían al mismo fin, y nada probaría mejor que ninguno es justo por voluntad, sino por necesidad, y que el serlo no es un bien para él personalmente, puesto que el hombre se hace injusto tan pronto como cree poderlo ser sin temor.

Platón, República, libro II, 359d-360d. Trad. Patricio de Azcárate, ed. Espasa, Madrid, 1999, pp. 101-102.

  1. ¿En qué etapa de la moral según Kohlberg se situaría Giges? ¿Por qué?
  2. ¿Qué haría una persona de moral kantiana si encontrara el anillo de Giges?
  3. ¿El objetivo de Giges es escalar en la pirámide de Maslow? ¿Por qué?
  4. Di tres cosas que harías si tuvieras el anillo de Giges.
  5. ¿En qué se diferencia el lamarckismo del darwinismo?
  6. ¿Qué es un meme?
  7. ¿Requiere la igualdad de oportunidades una desigualdad de libertad? ¿Por qué?

La teoría de las virtudes en Aristóteles

Aristóteles también sostiene que la virtud es necesaria para la felicidad, pero difiere de Platón en cuanto a la naturaleza de la virtud. Para Aristóteles, la virtud es un hábito adquirido a través de la práctica y la experiencia, y no simplemente un conocimiento.

Argumenta que hay dos tipos de virtudes: las virtudes éticas y las virtudes intelectuales. Las virtudes éticas se refieren a las acciones y comportamientos correctos en relación con los demás, mientras que las virtudes intelectuales se refieren a la capacidad de razonamiento y reflexión.

Según Aristóteles, la virtud se encuentra en el justo medio entre dos extremos: el exceso y la deficiencia. Por ejemplo, la valentía se encuentra en el justo medio entre la cobardía y la temeridad.

Así Platón sostiene que la virtud es conocimiento, mientras que Aristóteles sostiene que es un hábito adquirido a través de la práctica y la experiencia.

Según Aristóteles la finalidad del hombre consiste en ser feliz; esta forma de entender la ética que da prioridad a la felicidad se denomina eudemonismo. «Eudemonía» (del griego, εὐδαιμονία, plenitud de ser) se traduce generalmente como “felicidad”.

La felicidad consiste en cierta actividad del alma dirigida por la virtud perfecta. Para conquistarla es preciso saber en qué consiste la virtud, no en vano «virtud» es la traducción del término «areté» que significa «excelencia». El filósofo peripatético distingue entre virtudes éticas y dianoéticas (estas últimas también denominadas intelectuales).

Virtudes éticas

El hábito

Según Aristóteles, la virtud se consigue mediante el hábito, es decir, uno es virtuoso a medida que va practicando la virtud y se acostumbra a ejercitarla. Dicha «virtud como hábito» contradice la «virtud como conocimiento» (el intelectualismo moral) que propuso Sócrates.

En este sentido, Aristóteles afirma que «una golondrina no hace verano», significando que no nacemos buenos o malos por naturaleza, sino que seremos una cosa o su contraria según las costumbres que vayamos adoptando: no se nace virtuoso sino hay que aprender a serlo.

Hoy en día se habla en psicología de la «indefensión aprendida«; ¿piensas que tiene que ver con el hábito (un mal hábito) del que habla Aristóteles?

El justo medio

Además, la virtud está en el justo medio entre dos extremos viciosos. En Ética a Nicómaco Aristóteles indica que la virtud es un medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto. (Libro II, 6, 1107a). Aquí tienes un texto alusivo a la expresión «en el medio está la virtud»:

Hablo aquí de la virtud moral; porque ella es la que concierne a las pasiones y a los actos del hombre, y en nuestros actos y en nuestras pasiones es donde se dan, ya el exceso, ya el defecto, ya el justo medio. Así, por ejemplo, en los sentimientos de miedo y de audacia, de deseo y de aversión, de cólera y de compasión, en una palabra, en los sentimientos de placer y dolor se dan el más y el menos; y ninguno de estos sentimientos opuestos son buenos. Pero saber ponerlos a prueba como conviene, según las circunstancias, según las cosas, según las personas, según la causa, y saber conservar en ellas la verdadera medida, este es el medio, esta es la perfección que sólo se encuentra en la virtud. (Etica a Nicómaco, II, IV).

Sin embargo, el problema estriba en saber cuál es la persona que determina el término, cuestión que Aristóteles responde argumentando que el término medio lo muestra el «hombre prudente» con su ejemplo.

Aristóteles da ejemplos de virtudes como término medio entre dos vicios, como por ejemplo: «En relación con el dar y recibir dinero, el término medio es la liberalidad, el exceso y el defecto son, respectivamente, la prodigalidad y la tacañería» (ENII, 7, 10)

De este modo en EN (II, 7) hay un listado de virtudes con sus respectivos vicios:

LIBERALIDAD (prodigalidad y tacañería)

ESPLENDIDEZ (extravagancia y mezquindad)

MAGNANIMIDAD (vanidad y pusilanimidad)

APACIBILIDAD (iracundia e incapaz de ira)

VERACIDAD (fanfarronería y disimulador)

GRACIA (bufonería y rusticidad)

AMABILIDAD (obsequioso/adulador y quisquilloso/malhumorado)

INDIGNACIÓN (envidia y malignidad)

Virtudes dianoéticas o intelectuales

Según Aristóteles existen dos clases de virtud, la dianoética y la ética. La dianoética se origina y crece principalmente por la enseñanza, y por ello requiere de experiencia y tiempo. La ética, por el contrario, procede de la costumbre, no se dan por naturaleza sino que debemos practicarlas (vg practicando la justicia nos hacemos justos).

Las virtudes dianoéticas (también conocidas como intelectuales) son solo dos: la sabiduría y la prudencia.

  • La sabiduría es la virtud teorética, contemplativa, la capacidad especulativa.
  • La prudencia consiste en el cálculo necesario para descubrir el término medio.

Los temas que trata son:

  • cosas necesarias: entendimiento intuitivo, ciencia y sabiduría
  • cosas contingentes: arte (techné), prudencia (individual, económica y política) y complementarias a la prudencia (discreción, perspicacia y buen consejo)

Aristóteles consideraba que la virtud intelectual principal es la prudencia o phrónesis porque ayuda al ejercicio de otras virtudes morales como la templanza, el coraje, la justicia, la magnanimidad, etc.) y ayuda a acceder a una existencia feliz.

Según el Filósofo la mejor de las vidas es la vida contemplativa porque en el conocimiento teórico es donde el hombre realiza de verdad su ser, es decir, actualiza con la mayor perfección su forma esencial propia. El estadio supremo de la existencia del sabio no es, pues, la acción (que sólo exige la aplicación de la razón al mundo sensible), sino la contemplación (la teoría) de las esencias, que va acompañada de la felicidad más elevada, puramente espiritual.

Virtudes éticasVirtudes dianoéticas
Permiten victoria de la razón sobre los impulsos; persiguen el justo medio; se manifiestan como hábitosPrudencia y sabiduría

La justicia es la virtud que implica a todas las demás.

La equidad es la virtud que consiste en la justicia pero aplicada de forma flexible, en los asuntos concretos.

Escena de Aristóteles hablando a Alejandro sobre la virtud

Enlace

El concepto de eudemonía

El concepto de eudemonía, como hemos adelantado en el apartado anterior, se refiere a la felicidad o el bienestar humano. Se trata de un término de origen griego que deriva de «eudaimonia» (εὐδαιμονία) y se compone de dos elementos: «eu», que significa «bueno» o «bien», y «daimon», que puede traducirse como «espíritu» o «divinidad».

En la filosofía griega, sobre todo con Aristóteles, la eudemonía se entendía como la realización plena de la naturaleza humana y la consecución de una vida feliz y virtuosa. Para lograrla, se consideraba necesario vivir de acuerdo con la razón y la virtud, y cultivar las cualidades del carácter, como la sabiduría, la valentía, la templanza y la justicia.

Bibliografía

Camps, Victoria, El gobierno de las emociones, Madrid, Herder, 2011. Interesantes las páginas 44 a 46 donde se intenta demostrar que la virtud es un modo de ser.

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