“Sobre la historia del Ser”, en Apuntes para un Comentario al “Banquete” de Platón, de José Ortega y Gasset, explicado a los jóvenes

“Sobre la historia del Ser”, en Apuntes para un Comentario al “Banquete” de Platón, en: Obras completas, tomo IX, 1933-1948, Obra Póstuma, Revista de Occidente/Taurus, Madrid, 2009, pp. 743-745

§2


(…) Para el hombre existir es encontrarse teniendo que ser aquí y ahora. Aquí y ahora, a su vez, son meras abreviaturas simbólicas que designan el mundo en que vivimos, el cual no es cualquiera, no nos es dado elegirlo, sino que es precisamente este de aquí y de ahora. El «aquí» manifiesta cierta holgura dentro de la cual podemos movilizarnos a capricho, pero siempre tendremos que estar en algún preciso «aquí» del más amplio pero no menos preciso «aquí» que es este mundo. Este mundo no se compone de cuerpos físicos. La física es una ciencia maravillosa, pero no es más que una ciencia, y el «mundo» que nos define es solo una interpretación del auténtico mundo, que es ese en que vivimos y que, por ello, nos induce a hacer física. El mundo se compone de todo y solo lo que nos afecta o importa positiva o negativamente. Es tan distinto del que la física nos describe, que nuestro mundo se compone en gran parte de cosas que no hay, de las cuales hay solo su falta, su defectividad, su deplorable hueco y que, precisamente por ser todo esto, nos afectan o importan. El mundo se compone solo de lo que nos es. El «ser en sí y por sí» del mundo, aparte de nosotros, sin relación al cada cual que uno es, significa ya un ser secundario, derivado, interpretativo e hipotético. El sentido primordial de ser es ser-nos. También cada cual se-es, quiera o no, a sí mismo. No se trata, como creía el idealismo subjetivista, de que esta flor nos es porque la vemos ahora o porque ayer pensamos en ella. En tal caso no sería flor, sino «visión-de-flor», «pensamiento-de-flor». Mas la verdad es lo contrario: percibir la flor o pensar en ella es estarnos siendo esta flor efectivamente esta flor, bien que en dos modos distintos de su realidad. Esta flor nos es o nos flor-és. Su ser es su «florear-nos», su «florecer-nos». Esto implica que, viceversa, yo soy a esta flor cuando la veo, la huelo, la imagino, pienso en ella, la echo de menos. El mundo nos es y nosotros somos al mundo —queramos o no. Solo que, como yo me soy a mí mismo, en cuanto que soy al mundo, en rigor, me soy al mundo.


Este carácter en que, por lo pronto, consiste el mundo —su ser-me— y, consecuentemente, el estar radicalmente referido a mí, me llevó, hace más de treinta años, a buscar otro término con que designarlo, ya que el vocablo «mundo» había significado siempre en filosofía «lo que no consiste en referencia a mí (o Yo)». Le llamé circunstancia. Tiene, además, la palabra esta otra ventaja. El conjunto de lo que nos está afectando y nos está importando —positiva o negativamente—y en afrontar lo cual consiste nuestra vida de cada instante, es lo que el hombre cualquiera llama «las circunstancias» o «la circunstancia». Así decimos todos los días, y muy especialmente estos años: «en las circunstancias actuales no sabe uno qué hacer». Pues bien, el mundo, el auténtico mundo es «la circunstancia actual»—lo que con términos de la antigua filosofía llamábamos antes el «aquí y ahora». Invertimos de esta suerte la concepción tradicional que es falsa, que es ingenua. Antes las circunstancias parecían darse en el mundo («se da la circunstancia…»); ahora es el mundo quien se da en la circunstancia, quien consiste en circunstancias. Ello nos obliga a prescindir del término «cosas», que, más que ningún otro, intercepta nuestra visión de la realidad. El mundo en que vivimos no se compone tampoco de «cosas», ni materiales ni espirituales. Afortunadamente ha llegado el pensamiento occidental a descubrir que no sabe lo que es materia ni lo que es espíritu y que no lo sabe por la sencilla razón de que no hay materia ni hay espíritu. Ahora vemos que se trata de dos «mitos» y que si los tomamos como tales son dos ideas magníficas, pero que no tienen nada que hacer en una concepción «lógica» de la realidad. Si no se entiende «cosa» como sinónimo de «algo» —que es un concepto vacío o formal, simple hueco mental preparado para que lo ocupe cualquier objeto—, o como mera noción práctica que no pretende representar realidades sino orientar nuestras manipulaciones gruesas, es inevitable la eliminación de este vocablo en cuanto término para calificar —y así denominar— componentes de nuestra auténtica circunstancia. (…)

Explicación del texto

Este texto de Ortega y Gasset es una pasada, pero es verdad que al principio puede parecer un laberinto. ¡Vamos a desmontarlo juntos! Ortega es uno de los filósofos más importantes de España y aquí está explicando su idea más famosa: «Yo soy yo y mi circunstancia». Este fragmento es, básicamente, el manual de instrucciones de esa frase.

Imagina que te lo explica un profesor enrollado con ejemplos de tu día a día.

Desmontando a Ortega y Gasset: Tu vida es mucho más que lo que ves

Ortega nos pide que reiniciemos nuestra idea de «realidad» y «mundo». Lo que nos han contado (que el mundo está hecho de átomos, planetas y cosas así) no es falso, pero según él, no es la historia completa. De hecho, no es ni siquiera la historia principal.

Vamos a ver sus ideas clave, paso a paso.

1. «Existir es encontrarse teniendo que ser aquí y ahora»

  • La idea clave: No eliges empezar a vivir. Simplemente, un día te das cuenta de que «estás aquí». No elegiste nacer en este siglo, en este país, en tu familia o con tus amigos. Estás «lanzado» a una situación concreta.
  • En tu idioma: Es como si de repente aparecieras en mitad de una partida de un videojuego que ya ha empezado. No elegiste el mapa ni el personaje. Tu misión es jugar la partida desde ese «aquí y ahora». No puedes decir: «un momento, que prefiero empezar en la pantalla de la Antigua Roma». Tienes que lidiar con tus estudios, tus amigos, tu móvil, tus problemas… esta es tu vida.

2. Tu «mundo» no es el universo de la física

  • La idea clave: Ortega dice que el mundo de la ciencia (átomos, galaxias, leyes físicas) es una interpretación del mundo real, pero no es el mundo en el que de verdad vives. El mundo auténtico es el que te afecta y te importa.
  • En tu idioma: Piensa en tu habitación. Para un físico, es un conjunto de moléculas, fuerzas de gravedad y campos electromagnéticos. Para ti, tu habitación es «el lugar donde estudio», «mi refugio», «el sitio que tengo que ordenar para que no me echen la bronca», «donde me río con mis amigos en una videollamada». Tu relación con los objetos, las personas y las situaciones es lo que forma tu mundo real. El examen de la semana que viene es más real e importante en tu mundo que la galaxia de Andrómeda, aunque esta sea infinitamente más grande.

3. Tu mundo está hecho de lo que te importa (y de lo que te falta)

  • La idea clave: Esto es genial. Ortega dice que nuestro mundo no solo se compone de lo que hay, sino también de lo que no hay, de los «huecos».
  • En tu idioma: La carrera que quieres estudiar pero para la que aún te falta nota es una parte importantísima de tu mundo ahora mismo. Esa persona que echas de menos es un «hueco» que define tus días. El dinero que no tienes para comprarte algo, la experiencia que te gustaría tener… Esas ausencias, esas faltas, te afectan, te importan y te hacen actuar. Por tanto, son parte de tu mundo tanto o más que la silla en la que te sientas.

4. La realidad es una relación: «Ser-nos»

  • La idea clave: Aquí se pone un poco más denso, pero la idea es simple. Las cosas no «son» por sí mismas de forma aislada. «Son» en su relación contigo. A esto le llama «ser-nos» (ser para nosotros).
  • En tu idioma: Ortega pone el ejemplo de una flor. La flor no es solo un objeto botánico. En tu mundo, la flor es su «florecer-para-ti» (florecernos). Es el color que te alegra, el olor que te recuerda a algo, el regalo que le haces a alguien. Y, a la vez, cuando tú miras esa flor, tú «eres-para-la-flor» en ese instante. En ese momento, tu realidad es «ser alguien que admira una flor».
  • Importante: Esto no significa que si cierras los ojos las cosas desaparecen. Significa que la realidad fundamental es la relación entre tú y lo que te rodea. No hay un «yo» por un lado y un «mundo» por otro, como dos cajas separadas. Hay una sola cosa: una trama en la que tú y el mundo estáis totalmente entrelazados.

5. El gran descubrimiento: La «circunstancia»

  • La idea clave: Como la palabra «mundo» siempre se había usado para hablar de ese conjunto de cosas físicas y objetivas, Ortega dice: «necesito una palabra nueva para mi idea». Y elige una palabra que usamos todos los días: circunstancia.
  • En tu idioma: ¿Cuándo dices «en las circunstancias actuales, no sé qué hacer»? Te refieres a tu situación personal, a todo lo que te rodea y te afecta: tus estudios, tu familia, la situación económica, tus planes de futuro… ¡Exacto! Para Ortega, tu mundo es tu circunstancia.
  • Ortega le da la vuelta a la tortilla: no es que «tus circunstancias ocurran dentro del mundo», sino que el mundo es tus circunstancias.

6. Olvídate de las «cosas»

  • La idea clave: Finalmente, Ortega propone que nos deshagamos de la palabra «cosa». ¿Por qué? Porque «cosa» suena a algo estático, cerrado, independiente. Una piedra es una «cosa».
  • En tu idioma: La realidad que vivimos no está hecha de «cosas», sino de realidades dinámicas que nos afectan. Tu móvil no es una «cosa», es «comunicación», «entretenimiento», «herramienta de estudio». Tu amigo no es una «cosa», es «confianza», «diversión», «apoyo». Ver la realidad así, no como un montón de objetos sino como una red de significados y relaciones, es mucho más real y fiel a cómo vivimos.

Resumen para el examen (o para la vida)

Si te tienes que quedar con una idea, que sea esta:

Ortega te dice que dejes de pensar que eres un sujeto separado de un mundo objetivo. Tu realidad es una simbiosis inseparable. Tú eres tú y ese conjunto de relaciones, problemas, proyectos, personas, alegrías y ausencias que te rodean y te definen (tu circunstancia). No puedes salvarte tú sin entender y afrontar esa circunstancia, porque, en el fondo, tú eres esa circunstancia tanto como eres «tú».

Es una invitación a mirar a tu alrededor y darte cuenta de que todo lo que te importa, te preocupa o te ilusiona no es un simple «contexto» de tu vida: es tu vida misma.

Preguntas para el debate

Un buen debate es la mejor forma de hacer que la filosofía cobre vida. Aquí tienes una serie de preguntas, organizadas por temas, para que podáis explorar las ideas de Ortega y Gasset en clase o con amigos.

Están diseñadas para empezar por lo más personal y poco a poco ir hacia lo más complejo.

Bloque 1: ¿Cuál es tu mundo real?

  1. El mundo de la ciencia vs. tu mundo. Ortega dice que el mundo de la física (átomos, planetas) no es el mundo en el que realmente vivimos. Piensa en tu último mes. ¿Qué ha sido más «real» y ha influido más en tus decisiones: la fuerza de la gravedad o la opinión de tus amigos? ¿Por qué damos tanta importancia al mundo «objetivo» si el que nos afecta es el personal?
  2. La realidad digital. Gran parte de nuestra «circunstancia» hoy es digital: redes sociales, videojuegos, noticias online. Según la definición de Ortega (lo que te afecta e importa), ¿son Instagram o TikTok tan reales como tu mesa de estudio? ¿Es posible que nuestra circunstancia digital sea a veces más poderosa que la física?
  3. La lista de tu circunstancia. Si tuvieras que hacer una lista rápida de las 10 cosas, personas, ideas o problemas que forman tu «circunstancia actual», ¿qué incluirías? ¿Qué te dice esa lista sobre quién eres ahora mismo?

Bloque 2: La fuerza de lo que no existe

  1. Definidos por los «huecos». Ortega afirma que nuestro mundo también se compone de «cosas que no hay». Piensa en tus metas (la carrera que quieres estudiar, el viaje que sueñas hacer) o en tus miedos (suspender, decepcionar a alguien). ¿Estás de acuerdo en que estas «ausencias» y «posibilidades» te definen tanto o más que lo que ya tienes?
  2. Sociedad de la Insatisfacción. ¿Crees que la publicidad y la cultura actual funcionan creando constantemente «huecos» y «faltas» en nuestra circunstancia (el último móvil, el cuerpo perfecto, la vida ideal) para que nunca nos sintamos completos? ¿Somos más libres o más esclavos por ello?

Bloque 3: ¿Quién soy yo? La relación entre el «yo» y el «entorno»

  1. «Salvar la circunstancia». La frase completa de Ortega es: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo». ¿Qué crees que significa «salvar» tu circunstancia? ¿Significa aceptarla tal como es? ¿Cambiarla radicalmente? ¿O simplemente entenderla? Da un ejemplo práctico.
  2. El «Yo» cambiante. Si tu identidad depende de tu circunstancia, ¿eres la misma persona cuando estás con tu familia que cuando estás con tus amigos? ¿O cuando estás completamente a solas? ¿Cuál de esos «yoes» es el auténtico, o lo son todos por igual?
  3. La excusa de la circunstancia. Alguien podría decir: «Yo soy así por las circunstancias, no puedo cambiar». ¿Sería esta una interpretación correcta de la filosofía de Ortega? ¿O, por el contrario, su idea es una llamada a la responsabilidad y a la acción sobre nuestro entorno?

Bloque 4: Aplicando las ideas

  1. Empatía y circunstancia ajena. Si la realidad de cada persona es su propia circunstancia, ¿cómo podemos juzgar las acciones de alguien que ha vivido una vida completamente diferente a la nuestra? ¿Nos obliga la filosofía de Ortega a ser más empáticos?
  2. Un mundo sin «cosas». Ortega propone eliminar la palabra «cosa» y ver la realidad como una red de relaciones y significados. ¿Cómo cambiaría nuestra forma de actuar si en lugar de ver un bosque como un conjunto de «cosas» (árboles, rocas), lo viéramos como «refugio», «fuente de oxígeno», «lugar de paz»? ¿Cambiaría nuestra relación con el medio ambiente?

Sobre el libro del que se extrae el fragmento

En Comentario al “Banquete” de Platón Ortega y Gasset te explica el amor usando a Platón como excusa

Imagina que te sientas a hablar sobre el amor con uno de los filósofos más importantes de España, José Ortega y Gasset. En lugar de darte un sermón, saca un libro de hace más de 2000 años, El Banquete de Platón, y te dice: «Vamos a ver qué decían los griegos de esto, y luego te cuento yo cómo lo veo». Eso es, en esencia, su obra Apuntes para un Comentario al “Banquete” de Platón.

No es un simple resumen del texto de Platón, sino un diálogo a través del tiempo. Ortega utiliza las ideas de los filósofos griegos sobre el amor (Eros) como punto de partida para desarrollar su propia visión, mucho más moderna y centrada en la vida.

Para que te hagas una idea clara, aquí tienes los puntos clave que Ortega te explicaría:

1. No confundas «querer para ti» con «amar de verdad»

Ortega establece una diferencia fundamental que seguro te sonará:

  • Deseo: Es pasivo. Cuando deseas algo (o a alguien), lo que quieres es que esa persona o cosa venga a ti y te satisfaga. Eres el centro y esperas que el mundo gire a tu alrededor.
  • Amor: Es pura actividad. Amar no es querer poseer, sino un impulso que te saca de ti mismo y te lleva hacia la otra persona. Es un «estar en el otro», preocupándote activamente por su existencia y su plenitud. En palabras de Ortega, amar a alguien es estar «empeñado en que exista».

2. El «enamoramiento» es solo el principio (y es un poco tonto)

Para Ortega, la fase inicial del enamoramiento, esa obsesión en la que no dejas de pensar en la otra persona, es una especie de «imbecilidad transitoria». Es una atención tan exageradamente fijada en alguien que esa persona adquiere una realidad desproporcionada en tu mente. Sin embargo, el amor auténtico es lo que viene después: una elección consciente y un proyecto de vida.

3. Amar es elegir un tipo de vida

Cuando te enamoras de verdad, no solo te atrae la persona, sino el modelo de vida que representa. Según Ortega, en el ser amado vemos «preformado» o insinuado un tipo de existencia que nos parece superior o ideal. Por eso, el amor es una «íntima adhesión» a ese proyecto de vida, es elegir y querer construir algo juntos.

4. El amor no es solo un sentimiento, es un arquitecto

Ortega, inspirándose en Platón, ve el amor como una fuerza que conecta y da sentido al universo. No se limita a las parejas; se puede amar una idea, una vocación o la justicia. El amor es lo que nos impulsa a buscar la perfección en lo que amamos, a ayudarlo a alcanzar su mejor versión.

En resumen, el libro de Ortega es una invitación a pensar en el amor de una forma más profunda. Te enseña a ir más allá de la idea de «amor platónico» como algo inalcanzable y te lo presenta como una fuerza vital, una decisión y el motor más potente para dar sentido a tu existencia. Es una lectura que te hará ver tus propias relaciones y sentimientos desde una perspectiva completamente nueva.

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