Visita al centro penitenciario

Visita al centro penitenciario en EEUU
Hace un par de días llevé a tres de mis alumnas a una cárcel de Estados Unidos para estudiar la situación de la lengua española en el centro penitenciario.

El tópico que afirma que las penitenciarías están plagadas de extranjeros es incierto, al menos aquí donde sólo hay dos mexicanos. José, que así se llamaba el presidiario que nos enseñó las instalaciones llevaba allí unos meses por no tener los papeles de inmigración en regla; tras veinte años de ocultaciones, trabajos mal remunerados, compadreos con los patrones, sueños hundidos y esperanzas rotas, un policía joven detuvo su coche en una revisión rutinaria.

Rompió a llorar cuando se refirió a las visitas de su mujer y sus dos hijos pequeños, mostró un rostro de desidia cuando relató que uno de los presos le provocaba para pelearse de vez en cuando y nos hizo reír al narrar el relato del compañero homosexual que le metieron en su celda hace unas semanas (ya se fue, «gracias a Dios», como dijo él).

Nos habló de su juventud perdida entre trago y trago, como si estuviera escribiendo la letra de una ranchera, sus rebajas en los tratos a cambio de cervezas y su arrepentimiento postrero por haber sido un borracho, aunque no se metiera con nadie.

En la cárcel ha dejado de beber y de fumar. Además lee. Su fe en Dios se ha fortalecido en la cárcel y, por paradójico que parezca, su esperanza en el ser humano sigue intacta. No nos mostró rencores, ni envidias, ni tristezas, a lo largo de la hora y media de entrevista. Incluso hablaba fenomenal de los carceleros (de quienes constaté sus barrigas y adocenamiento como reflejan las películas) y sus palabras destilaban un optimismo y ganas de vivir contagiosos.

Mis alumnas salieron conmocionadas de la experiencia, dichosas por tomar conciencia de lo afortunadas que son y socialmente un poco más comprometidas por ver de frente una injusticia personificada.


Comentarios

Una respuesta a «Visita al centro penitenciario»

  1. […] el que describía la visita a la cárcel que hice con mis estudiantes norteamericanos (en proceso de emigración al nuevo dominio). Lo que empezón como una actividad para mis alumnos y para mí, se convirtión en algo mucho más […]

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