Haití me marcó porque es el país de la pobreza extrema, de la enfermedad constante y de la muerte atenazando en cualquier rincón. Es por ello que sigo muy de cerca las noticias que allí ocurren y participo en los foros de Internet que intentan reflxionar sobre este país potencialmente bello pero destrozado por la indiferencia del conjunto de las naciones.
Hoy llegó a mi correo, desde la importante lista pro-Haiti este bello poema de Jacques Viau, nacido en Puerto Príncipe en 1942 y que perteneció a una familia de perseguidos políticos que se refugiaron en la República Dominicana. Además le asesinaron durante las insurrecciones de 1965 cuando aún no había cumplido los 23 años.
Hemos ido acumulando corazones en nuestro corazón,
palabras en nuestra voz quebrantada por azadones.
Hemos dejado huellas por todos los caminos
y algunos de nosotros ya no estamos.
Hemos ido de manos con las sombras.
Nuestro andar es un grito estacionado.
Por cada paso, un día que transcurre.
Por cada palabra, mil palabras que vocifera la prole.
Qué será de nosotros después de esta larga travesía?
Poco importan si el mármol o la piedra eternizan
nuestro corazón de húmedo barro.
Nos basta con que nuestra voz perdure en la voz
del amigo, en la del compañero de rutas que nos tendión
la mano cuando se aproximaba la caída.
Hemos llenado muchos de los vacíos que nos legaran.
A otros toca llenar los que nosotros dejamos.
Apenas tuvimos tiempo para remendar la herencia.
En qué corazón irá nuestro corazón a depositarse?
A qué silbido irá nuestro silbo a renovarse?
Nada sabemos,
cumplimos una jornada que empezón antes que nosotros
y que no concluirá con nosotros.
Jacques Viau
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