Al inicio del curso suelo pedir en algún momento que los estudiantes se pongan de pie en sus pupitres. No es para hacerme el «profesor simpático» sino para dejar claro un mensaje que no se podrá olvidar a lo largo del año: la filosofía trata de ver la realidad desde una perspectiva distinta.
Igualmente aprovecho para que «desde lo alto» hagan ejercicios de levantamiento de mano, ya que están muy poco acostumbrados a hacerlo cada vez que quieren dar su opinión en clase, bien sea por vergüenza (muy típica del alumnado español) o por no reprimirse en cuanto se les pasa cualquier cosa por la cabeza sin someterlo antes a una breve reflexión. Igualmente se trata de mantener un orden participación en el que todos, absolutamente todos, escuchen al compañero que tiene la palabra.
Solo les pido que tras los dos minutos en el «otro nivel de realidad» limpien muy bien las mesas.
La idea, claro está, la tomo prestada de El club de los poetas muertos:
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