Compré el libro Emilio Calatayud: Reflexiones de un juez de menores (editorial Dauro) pensando que lo había escrito el conocido juez y paisano mío; la portada juega su baza de marketing aprovechando el tirón mediático de Calatayud aunque en realidad el libro muestra lo que han recopilado dos autores sobre los pensamientos que el juez de menores ha ido depositando en sus conferencias y entrevistas. No sería mala idea que el juez, por su experiencia directa con el mundo judicial del menor, escribiera un libro donde reflexionara con cierta profundidad y estructura sobre los menores y el mundo educativo. Les dejo con cuatro perlas y una de las ilustraciones que aparecen en el libro:
Da la sensación de que el profesor ha dejado de ser maestro y se ha convertido en profesor de conocimiento del medio, de matemáticas, etc., pero ya no puede o no le interesa (y posiblemente con razón) inculcar una serie de valores como el respeto o la tolerancia. (p 36).
Respecto a las correcciones dice la Ley: «las correcciones que se hayan de aplicar por el incumplimiento de las normas de convivencia tendrán un carácter educativo y recuperador, deberán garantizar el respeto de los derechos de nuestro alumnado y procurar la mejor de las educaciones de todos los medios de la comunidad educativa». El carácter educativo y recuperador que están aplicando los centros es la expulsión. (p 40).
Ser profesor es estar incluido en una profesión de riesgo y, por tanto, es muy fácil ser denunciado, pero, hoy por hoy, es muy difícil que se dicte una sentencia condenatoria contra uno de ellos en un caso «normal». (p 45).
El consejo 10 de su «Decálogo para formar a un delincuente»: Póngase de su parte (de su hijo) en cualquier conflicto que tenga con sus profesores, vecinos, etc. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarle. (p 159).
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