Dice la escritora Rosa Regás, en un ejercicio de malinchismo carente de argumentos, que «la educación en España es una vergüenza» y que «estamos a la cola de Europa». Regás, desde su privilegiada cátedra universitaria alejada del trabajo diario frente a los adolescentes, juzga un sistema educativo que, si bien es cierto que puede mejorar, es de los más rigurosos y consistentes. Regás debería trabajar unos años en otros institutos del mundo y valorar el sistema educativo español después. Intuyo que acabaría sintiéndose orgullosa. Y aliviada. Mientras tanto que lea a Savater (El valor de educar, Ariel, p 17):
Mi actitud, nada original desde los estoicos, es contraria a la queja: si lo que nos ofende o preocupa es remediable debemos poner manos a la obra y si no lo es resulta ocioso deplorarlo, porque este mundo carece de hojas de reclamaciones.
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