Desde mi ventana contemplo a las pocas familias checas que se atreven a salir en esta fría y oscura noche a los jardines que circundan mi urbanización protegidos con gruesos abrigos y abultados gorros y acompañados de perros con ropa y callados por un bozal. Los adultos tiran cohetes y los niños encienden ilusionados las mechas de los fuegos de artificio que inundan de coloridos reflejos los salones de las casas vecinas. De zonas alejadas de Brno también llegan ruidos de petardos que intentan romper los momentos desgraciados de 2008 para que no se inmiscuyan en el nuevo año. Lo más sorprendente es que el eterno triquitraque del tranvía continúa impasible, día tras día, hora tras hora, año tras año, ajeno a cualquier celebración y a la ausencia de usuarios. ¡Feliz 2009!
Deja una respuesta