Brno —supongo que el resto de la república también— es una ciudad con cierta animadversión por los extranjeros que vienen a trabajar; obviamente no la sienten por los turistas porque son los que mantienen su maltrecha economía. La falta de empleos bien remunerados es uno de los factores que, creo yo, favorecen el halo de xenofobia que, sin ser extremista ni violenta, afecta a un buen número de ciudadanos de este frío país.
En mi experiencia personal he sufrido cierto trato desdeñoso por parte de unos pocos —muy pocos— hasta que se han percatado, tristemente, de que mi español no es de Hispanoamérica sino de España o de que mi estancia en su tierra es solo temporal; es entonces cuando se torna en amable el semblante de la frustrada expendedora de tickets de autobús o el del albañil que se embriaga solitario en el bar .
Hoy amaneció el centro de Brno plagado de pegatinas con mensajes de proselitismo nazi. Según nos enseña la Historia así es como comienzan los desastres sociales.
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